ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

julio 31, 2008

RESPUESTA ABIERTA


Desde la provincia de Buenos Aires (ARG) nos preguntan como nació La Barca, y aunque podríamos haberlo respondido de un modo privado, pensamos que puede servir para despejar dudas de algunos otros.


La Barca no es más que una herramienta de comunicación aprovechando las ventajas que hoy en día nos brinda la tecnología.

Responde a un proyecto postergado durante, quizás, demasiado tiempo y no pretende sustituir a nada ni nadie, ni cambiarle el pensamiento a ninguna persona, simplemente transmitir desde nuestra muy particular forma de pensar, información, experiencias e inquietudes, referidas a este tema que tanto nos concierne.

Podríamos haber hecho el Blog sólo para nosotros y a lo sumo compartirlo con algunos pocos más, brindando un servicio casi similar al de un Libro de Actas.

Sabemos que no hemos inventado nada, ni tampoco fue ni es nuestra pretensión, pero también sabemos que diseminados por la extensa geografía de este planeta, esta preocupación es compartida por muchas personas que viven su relación con la Iglesia de un modo no del todo pleno, podríamos decir incompleto.

Así pues, con laicos comprometidos de diferentes países, hemos pensado en hacer y proponer algo global (internacional, se hubiera dicho en nuestra juventud) que de alguna manera nos muestre como lo que realmente somos, una realidad extendida por todo el mundo y que en reconocimiento a tal envergadura, sea tratada en todos los aspectos con la debida consideración.

Nos asumimos pecadores, por lo que somos y por lo que hacemos, como seguramente le podrá pasar a algún otro que en algún momento también pueda sentirse de ese modo, con lo cual sabemos que nos falta un rato largo de navegación para llegar y que EMBARCADOS y todos remando para el mismo lado, quizás podamos acercarnos a un futuro que merezca ser vivido.

Entre ARG y ESP, por citar sólo un ejemplo, hay más de 10.000 Km. de distancia, pero con sus más y con sus menos, en este aspecto que nos identifica, esa distancia casi no existe, a ambos lados del Atlántico nuestra problemática se vive casi igual.

Por lo tanto, La Barca nace y se desarrollará hasta donde entre todos decidamos, para intentar mostrarle al mundo que en cada país, con sus ligeras (y en algunos casos no tan ligeras) diferencias entre los que se ocupan del tema de los Católicos Divorciados en Nueva Unión (solo por definirlo de alguna manera) hay inquietudes iguales, angustias iguales, dolores iguales, expectativas iguales y sueños iguales y que en función de eso pedimos ayuda, comprensión y misericordia.

Para que esto se pueda alcanzar, nuestra propuesta es que seamos absolutamente concientes que no estamos solos, que a 100 / 1.000 / 10.000 Km. de donde estemos, seguramente habrá otros compartiendo nuestras mismas expectativas y nuestras mismas esperanzas.

Si además nuestras actividades pueden ser adaptables y las trasmitimos, seguramente todos las aprovecharemos y este tránsito será más aliviado.

La primera meta que nos hemos planteado es que el próximo 1º domingo de Mayo, celebremos el Dia Internacional de los Católicos Divorciados en Nueva Unión, con misas en cada país por nuestras intenciones y para eso debemos trabajar todos, difundirlo entre nuestras amistades y las vuestras para garantizar que sea algo importante.

No importa cuantas ceremonias se celebren con estas y otras intenciones, las que sean serán las que podamos, cuantas más mejor, pero a no dudar que nuestra voz se escuchará, de todos nosotros depende.

Por todo esto y para todo esto nació La Barca, con la esperanza que realmente sea un proyecto simple, plural, moderno y útil para todos los que vivimos en esta situación.
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NI APOSTATAS NI EXCOMULGADOS


En la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA FAMILIARIS CONSORTIO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II, se plantea en la Cuarta Parte, IV, e); 84, cual debe ser la Acción pastoral frente a algunas situaciones irregulares, tal el caso de los Divorciados casados de nuevo.

Como es dable suponer, ninguno de los que vivimos en esta situación hemos apostatado como paso previo a intentar rehacer nuestras vidas, hecho que en la inmensa mayoría de los casos estamos logrando, potenciando aciertos del pasado e intentando corregir aquellos errores que nos llevaron a la ruptura de nuestro matrimonio sacramental.

En muchos casos, por amor al otro, hemos o han dejado de acceder a los Sacramentos, siendo solteros/as, por el pecado de haberse enamorado de alguien que se había divorciado y con gustoso dolor, pagan tributo a esa circunstancia.

Pero tampoco hemos sido excomulgados, sino que muy por el contrario se nos insta a que participemos en la vida de la Iglesia.

Cada domingo rezamos por las Vocaciones Sacerdotales en las misas de todo el mundo y no estaría nada mal, que una mayor cantidad de sacerdotes nos acompañaran en este tránsito.

Sabemos de las múltiples ocupaciones que tienen, sabemos que este tema no está bien visto por todo el mundo, sabemos que aún es un poquito tabú, sabemos que casi no es políticamente correcto y también sabemos que muchos desearían que de esto no se hablara o mejor aún, que este conflicto no existiera.

Tranquilos: la misericordia de Dios es infinita y el Cielo también lo es, hay lugar para todos, tengamos fe en que no encontraremos un cartelito en la taquilla que diga: “No hay más localidades”, eso no pasará, pero lo que quizás suceda es que a alguno no lo dejen entrar, que le digan: “No te conozco”.

Volviendo a la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio y considerando la recomendación de Juan Pablo II, mediante la cual insta a que:

"En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aún debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida."

Lo pidió el Papa, en unión con los Obispos y a nosotros simplemente nos gustaría que siguieran sus instrucciones y nos ayudaran.

Por eso si eres sacerdote de cualquier lugar del mundo, súmate a este proyecto global, muchos te lo agradeceremos y si eres laico y tienes algún cura amigo, conocido o te animas a planteárselo a cualquiera, aunque no tengas demasiada relación, invítalos a acompañarnos, seremos muchos los que valoraremos sus opiniones.

Así, entre todos, llenaremos de contenido la Exhortación, salvo que se la haya dejado sin efecto y aún sigamos pensando que la misma está viva y gozando de muy buena salud.


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julio 30, 2008

GENTE COMO TU

Queremos compartir nuestro Blog con gente como tu, que vive lo que nosotros vivimos, que tiene las mismas dudas, los mismas inquietudes y los mismos sueños ¿sabes porqué?

Porqué ¡¡¡ nos gusta esa gente !!!.



Si sos de esa gente no lo dudes, tu parroquia, tu grupo, tu blog y éste lugar de encuentro y reflexión, son tus espacios de pertenecia
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julio 27, 2008

LIBERTAD DE CONCIENCIA


Volvamos al evangelio y centrémonos en las respuestas de Jesús y no en la actitud de los fariseos que buscaban ponerlo a prueba.


No es fácil escribir un pequeño artículo acerca de un tema en el que abundan documentos eclesiales que clarifican el tema pero quiero aportar, humildemente, una opinión. Y digo así, humildemente, no por una mera retórica sino para que quede claro que no es la opinión de un teólogo o de un catequeta sino de un catequista preocupado por la evangelización.

La lectura de los contenidos de este blog me mueve a muchas reflexiones pero he elegido tres ideas para compartir con los lectores, independientemente que aquí puedan encontrar más material para profundizar.

En primer lugar, una idea recurrente acerca de la cual ya he escrito algunos artículos; tomo como punto de partida un texto del evangelio: “En eso llegaron unos fariseos que querían poner a prueba a Jesús y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?». Les respondió: «¿Qué ha ordenado Moisés?». Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse». Jesús dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer; por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe»” (Marcos 10, 2-9).

Me pregunto, ¿hay algún aspecto de este texto que puede hacer pensar en una condena de las parejas que se divorcian?

Los fariseos le plantean el problema a Jesús; el correlato con la actualidad es muy similar: el mundo le plantea a la Iglesia la misma pregunta. Jesús dice que “Moisés tomó en cuenta lo tercos que eran…”. Una respuesta que también puede tener su correlato idéntico con el hombre de hoy. Para hablar el mismo lenguaje, la Iglesia, al escribir la ley, podría tener en cuenta lo tercos que somos nosotros, ¿por qué no?

Haciendo esa salvedad, Jesús remata con una clarísima frase: “lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe”. Nada dice de las uniones que Dios no ha unido; lo que el hombre unió se puede separar; lo que Dios unió, es indisoluble.
Por eso, la Iglesia acepta el casamiento de un divorciado que con su primer pareja no ha recibido el sacramento, con alguien soltero o también divorciado que tampoco haya pasado por el altar. ¿Por qué lo acepta? Sencillamente porque ninguno de los dos ha recibido el sacramento del matrimonio con anterioridad; dicho en otras palabras, no han sido unidos por Dios.

Ahora bien, ¿cuántos pasan por el altar y tampoco reciben el sacramento? Es lo mismo que ver una ceremonia de casamiento en una telenovela; todos sabemos que no hay casamiento porque es una ficción, una actuación. Y, lamentablemente, muchas de las ceremonias que se celebran en las iglesias cada semana, también son una actuación. O al menos están viciadas de nulidad por alguna de las causas contempladas en el derecho canónico.

Sólo teniendo en cuenta esto (aunque hay muchos más motivos), la Iglesia debería ser más comprensiva para facilitar las cosas a quienes han tenido una experiencia de pareja y luego desean casarse.
Parece mentira que una de las principales enseñanzas de Jesús, no juzguen y no serán juzgados, no se ponga en práctica con verdadera caridad y, en cambio se hagan exhortaciones conservadoras e integristas que no reflejan el mensaje del evangelio y califican el problema como “una verdadera plaga en el contexto social actual” (cfr. Sacramentum caritatis nº 29).

Quienes creemos en la indisolubilidad del matrimonio sostenemos precisamente eso: que el matrimonio unido por Dios es indisoluble; pero no nos arrogamos la posibilidad de afirmar que todas las parejas que se unen lo hacen de esa manera. Y, para hablar en los mismos términos eclesiales, si alguien comete ese error, hay que aceptar su reparación.

En segundo lugar, respecto al debate acerca de recibir o no la comunión eucarística, lo que está en juego, en el momento de recibir la comunión, es el estado de gracia o la situación de pecado de la persona… y es precisamente en eso donde el tema del discernimiento pesa más.

Desde un punto de vista pastoral, no llego a comprender cómo es posible que se le niegue la comunión eucarística a quien la desea tan profundamente y, al mismo tiempo se ofrece sin condiciones a tantos que no la quieren recibir.

Asimismo, proponer la “comunión espiritual” para los divorciados en nueva unión, me parece una incoherencia. Si se puede estar en comunión espiritual, ¿por qué no se puede recibir el sacramento? ¿Acaso no hay presencia de Jesús entre personas que se reúnen en su nombre, en el servicio de amor a los demás, en su Palabra o en el corazón sincero que busca encontrarse con él?

Por último, frente a los problemas “legales” y “canónicos”, se me ocurre mencionar el encuentro de Jesús con el joven. “Maestro bueno, ¿que he de hacer para alcanzar la vida eterna? (…) Ser fiel a la ley de Moisés y a los profetas (…) Eso ya lo cumplo desde pequeño (…) Entonces, déjalo todo y sígueme”.
¿Qué era ese “todo” que debía dejar el joven para seguir a Jesús? ¿Acaso no sería ese seguimiento a la Ley sólo por cumplimiento como la mayoría de los escribas y fariseos? Para seguir el camino del amor hay que dejarlo todo. Los discípulos de Jesús se sentaron más de una vez a la mesa sin lavarse las manos, y el mismo Maestro curaba en sábado… y sí, para seguir a Jesús no hay que estar atado a nada.

Volvámonos al evangelio y centrémonos en las respuestas de Jesús y no en la actitud de los fariseos que buscaban ponerlo a prueba.

Juan Carlos Pisano
jcpisano@fibertel.com.ar

Comentario:

JCPisano es uno de los más importantes escritores y comunicadores sociales de Argentina, especializado en temas religiosos, con un curriculum excepcional, que además hace casi 10 años nos abrió las puertas de El Domingo, esa hojita que nos esperaba cada semana en los bancos de la iglesias de casi todo el pais, para hablar de este tema que nos apasiona: la problemática de los católicos divorciados en nueva unión.
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julio 26, 2008

AMIGOS


Este es otro imperdible, es una lección de cuanto podemos hacer, si estamos todos comunicados.

Este es nuestro objetivo, crear una verdadera red de amidos, con objetivos comunes, con sueños comunes con angustias comunes y con necsidades comunes.

De a poco, con lo que cada uno aporte, con el trabajo pastoral que cada grupo realice, con las oraciones de todos seremos capacaes de sentirnos más acompañados.

El saber que no estamos solos, que en cada lugar del planeta tenemos iguales nos tiene que reforzar el compromiso y la voluntad, así entre todos seremos merecedores que El, nos considere entre sus AMIGOS, apesar de nuestras claudicaciones y nuestros errores.

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julio 25, 2008

NULIDAD: OPINIONES CALIFICADAS


Responde un catedrático de Derecho Canónico
Claves de la nulidad matrimonial
Entrevista con el profesor Rafael Navarro-Valls

MADRID, Lunes, 2 febrero 2004 (ZENIT.org)

«No es la validez del matrimonio lo que debe probarse en un proceso, sino su nulidad, mediante pruebas suficientemente sólidas», explica el profesor Rafael Navarro-Valls, catedrático de Derecho Canónico de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (España)

En su discurso a miembros del Tribunal de la Rota Romana del jueves pasado, Juan Pablo II hizo hincapié en el «favor iuris» –previsto por el derecho canónico– del que goza el matrimonio, que implica la presunción de su validez mientras no se demuestre lo contrario.

A esto último se orienta el proceso de nulidad matrimonial, cuyos aspectos principales ha aclarado el profesor Navarro-Valls en esta entrevista.

—¿Quién puede pedir la nulidad matrimonial?
—No cualquier persona puede pedir la nulidad de un concreto matrimonio. En las causas de nulidad matrimonial está restringida la legitimación para solicitarla a las personas de los cónyuges y al promotor de justicia (lo que en terminología civil llamaríamos el fiscal). Pero éste último, solamente cuando la nulidad ya es pública, y siempre que no sea posible o conveniente convalidar el matrimonio. Si durante el proceso muere alguno de los cónyuges se producirá lo que en terminología procesal se llama “sucesión de parte”, y aquél (el proceso) proseguirá con el sucesor o persona legítimamente interesada. Pero el matrimonio cuya nulidad no se planteó en vida de ambos cónyuges, no puede ser impugnado tras la muerte de uno de ellos o de los dos, a no ser que la cuestión de su validez sea prejudicial para resolver otra controversia: por ejemplo, resolver una cuestión hereditaria, en la que es necesario saber con certeza si hubo o no válido matrimonio entre ellos.

—¿Cuáles son las causas que pueden llevar a declarar un matrimonio nulo?
—Jurídicamente, el matrimonio descansa sobre tres ejes. El primero es la capacidad de las partes, es decir, la ausencia de impedimentos matrimoniales: por ejemplo, edad suficiente, estar ya casado con otra persona, o tener una relación de parentesco próxima. El segundo es su libre consentimiento, que presupone la capacidad consensual, es decir, la madurez mental de los futuros cónyuges, su aptitud para asumir las cargas del matrimonio y el necesario uso de razón. Además, este consentimiento no ha de estar viciado por violencia o miedo grave, error (sobre todo cuando es causado mediante engaño), etc., ni ser simulado o condicionado. El tercer eje es la forma de celebración del matrimonio, que ha de ser canónica cuando uno de los contrayentes es católico y no se ha apartado de la Iglesia por acto formal (por ejemplo, convirtiéndose a otra religión); la forma canónica implica la celebración del matrimonio ante una persona designada por el derecho canónico, normalmente el párroco u Ordinario del lugar, y ante al menos dos testigos. Cuando en el matrimonio uno de estos tres ejes falla, no llega a surgir válidamente el vínculo en la vida jurídica. Existe entonces sólo una apariencia de matrimonio válido, que puede destruirse en un proceso judicial mediante pruebas fiables que lleven al tribunal eclesiástico a una certeza moral de su invalidez, expresada en la correspondiente sentencia de nulidad.

—La nulidad que reconoce la Iglesia, ¿es un tipo de divorcio especial para católicos?
—El concepto de divorcio significó, inicialmente, solamente separación material de los esposos, sin que afectara al vínculo. Cuando este término pasó al derecho civil cambió de significado, transformándose en la rotura del vínculo matrimonial con posibilidad de nuevo matrimonio entre esposos. Este significado es extraño hoy al derecho canónico. Por eso, la nulidad no es una especie de “divorcio” eclesiástico, sino una institución que significa la declaración de invalidez (de inexistencia) de un matrimonio. Como antes dije, un tribunal eclesiástico lo que hace es declarar que un matrimonio no había existido nunca, sino sólo su apariencia. Conviene aclarar que no se trata de una figura exclusiva del derecho canónico. También en el derecho civil existe la nulidad, que es un concepto diverso del de divorcio. En síntesis: la nulidad (ya sea eclesiástica, ya sea civil) es institución nítidamente diversa de la del divorcio. Decir que la nulidad es una especie de “divorcio” eclesiástico significa desconocer tanto el significado de ambos términos como la existencia de la nulidad matrimonial también en el derecho civil.

Existe la percepción de que los procesos de nulidad son muy largos, complejos y caros, prácticamente inaccesibles para la gente corriente. ¿Qué hay de cierto en ello?
—Son tres términos muy concretos: "largos, complejos y caros". Analicémoslos, comenzando por el último. Casi un 50% de las causas de nulidad se tramitan con patrocinio gratuito, es decir, sin costo alguno para los cónyuges. Otro tanto por ciento apreciable tienen reducción de expensas, es decir, se tramitan con cargas económicas menores de las normalmente exigibles. La posible onerosidad económica no depende, pues, de la Iglesia, sino en todo caso de los abogados que llevan las causas. Y entre ellos hay de todo: profesionales que cobran unos honorarios muy razonables; otros que procuran adaptarse a las posibilidades económicas de los clientes; algunos, en fin, y como ocurre en todos los campos jurídicos, que giran minutas exorbitantes. De todas formas, éstos suelen ser los menos, pues una disposición del Código de Derecho Canónico prohíbe expresamente los emolumentos excesivos (canon 1488). Además, se ha introducido en el mismo Código (canon 1490) una disposición interesante para proteger a las partes en los procesos: la posibilidad de que haya abogados establemente adscritos a los tribunales y que reciban del propio tribunal sus honorarios, de modo que las partes se beneficien de su competencia técnica y economía.
Respecto a la rapidez, en los tribunales eclesiásticos existen, como en los tribunales civiles, jueces diligentes y otros holgazanes. Pero la mayoría de los procesos se sustancian en un año o, a lo sumo, en dos, dependiendo de la complejidad de la causa. Es decir, en plazos razonables.
Lo cual nos sitúa en la tercera de las cuestiones: la supuesta complejidad de las causas canónicas. Aquí también hay que distinguir las muy sencillas de las muy complicadas. Existen causas (por ejemplo, las basadas en la existencia de algunos impedimentos o defectos de forma) en que el proceso se acelera al máximo, precisamente por la existencia de una prueba documental en la que consta con certeza la existencia de un impedimento dirimente (por ejemplo, el impedimento de vínculo, que impide la bigamia) o un defecto de forma. Es el proceso documental de nulidad, cuya complejidad es muy escasa y la rapidez de resolución, máxima. Otros procesos, sin embargo, exigen complicadas pruebas periciales que hacen más prolongado el proceso y más compleja la causa: por ejemplo, aquellas en que está en cuestión la validez del matrimonio por incapacidad consensual (c. 1095). Así que todo depende de la naturaleza de la causa de nulidad. Hablar de “complejidad” en todo caso, es una generalización inexacta. La complejidad del proceso es, en su caso, una consecuencia de la complejidad de las situaciones humanas que lo originaron; y también una muestra de que el derecho de la Iglesia se toma en serio el matrimonio y no juzga las causas matrimoniales con ligereza o precipitación.

Muchas razones –también de índole "interior"– pueden viciar el consentimiento en el momento del matrimonio. ¿No cree que en numerosas ocasiones es prácticamente imposible discernir una cuestión tan subjetiva?
—La clave del matrimonio canónico es que el acto que da vida a la relación conyugal sea un acto verdaderamente voluntario. Esto es especialmente importante en el sacramento del matrimonio, en el que los ministros son los propios contrayentes. Y el acto voluntario tiene una génesis psicológica que comporta una relación causa-efecto o motivación-decisión que desemboque en un acto libre, es decir, que el sujeto haya obrado con capacidad para determinarse por sí mismo a obrar o no obrar, a realizar este acto o el otro. Debemos desconfiar de aquellas posiciones que sostienen la tesis del “determinismo intelectual” en el sentido de que la voluntad no pueda hacer otra cosa que aquello que le es presentado por el intelecto, pues la elección se apoya en una valoración de los medios que le presenta la razón, pero no se identifica con ellos esencialmente. Naturalmente, cuando se pone en cuestión la libertad o voluntariedad del acto que contiene la voluntad conyugal, hay que adentrarse en complejos parajes de la psique humana, de la subjetividad. Pero este análisis, desde luego delicado, no es imposible de hacer. Dificultad de prueba no significa imposibilidad.
Sin embargo, la prevalencia de la voluntad en la constitución del matrimonio no debe conducir a la exaltación del psicologismo, y a una dictadura sobre el juez de los peritos psiquiatras. Contra este planteamiento ha alertado reiteradas veces Juan Pablo II, insistiendo en que es el juez –no el perito– quien tiene la facultad de valorar lo alegado y probado según su conciencia hasta adquirir certeza moral sobre la existencia efectiva de la causa de nulidad. En otro caso, debe fallar que “no consta” la nulidad del matrimonio puesto en cuestión. Esto es algo que conviene no olvidar: no es la validez del matrimonio lo que debe probarse en un proceso, sino su nulidad, mediante pruebas suficientemente sólidas.

—¿Qué diferencia la nulidad de la disolución del vínculo?
—Existen en el Derecho civil y en el derecho canónico tres figuras diversas que, por tener algunos efectos comunes, tienden a confundirse: la separación, la nulidad y la disolución. La nulidad del matrimonio indica que el vínculo, es decir, el propio matrimonio, nunca ha existido. De ahí que, en estos supuestos, no hayan surgido los derechos y deberes propiamente conyugales. Se ha producido una apariencia de matrimonio que no responde a la realidad, y que la sentencia, al declarar la nulidad, pone de manifiesto. En el caso de la disolución existe un vínculo conyugal, es decir, el matrimonio ha surgido verdaderamente, dando lugar a derechos y deberes verdaderamente matrimoniales. Sin embargo, ese vínculo puede quedar disuelto por la muerte de uno de los cónyuges o en algunos otros supuestos. Estos supuestos en el derecho civil son frecuentes a través del divorcio, y en el derecho canónico son muy excepcionales (el caso más frecuente es la no consumación del matrimonio). En fin, la separación conyugal supone la simple suspensión de los derechos y deberes conyugales, sin ruptura del vínculo, de modo que los cónyuges no pueden contraer nuevo matrimonio. Y si contraen un nuevo matrimonio civil, porque el derecho civil se lo permite –por ejemplo, porque han seguido un proceso de divorcio–, ese nuevo matrimonio no puede ser aceptado como válido por el derecho canónico.
Enviado por María Lorena (Londres - ING)
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NULIDAD: Lo que hay que saber y tener


Tramitar y obtener la nulidad matrimonial no es imposible ni mucho menos, pero ¡¡¡se parece tanto!!!
Muchas veces por esto es que nos quedamos en el limbo.

INFORMACIÓN NECESARIA PARA PLANTEAR UNA CAUSA DE NULIDAD MATRIMONIAL:

1.- Partida de bautismo actualizada de cada una de las partes, con sello y firma del párroco. (Se pide en la Parroquia donde cada uno se bautizó, y tiene que ser actualizada para ver si se inscribió el matrimonio).
2.- Fotocopia del acta de matrimonio y del expediente matrimonial.
3.- Fotocopia simple del acta de divorcio civil
4.- Listado de testigos (aproximadamente 5) con domicilio, telefono, localidad y código postal. (Sería bueno incluir a algún psicólogo que lo haya tratado; pueden ser familiares directos -padres, hermanos, etc.; y que los hayan conocido a los dos desde el noviazgo y hasta el fin del matrimonio).
5.- Psicodiagnóstico (si es posible, realizado antes o durante el matrimonio; pero si es actualizado, sirve de todas formas). Deberá levantar el secreto profesional al psicólogo que realizó el informe para que el Tribunal pueda interrogarlo.
6.- Cartas enviadas entre los cónyuges, ya sea en el noviazgo o durante el matrimonio.
7.- Cualquier otra prueba que estime pertinente a fin de dilucidar la causa.
8.- Datos actualizados del cónyuge: domicilio, teléfono, código postal, localidad.

TASAS DE JUSTICIA Y HONORARIOS:

Tribunal Interdiocesano Bonaerense de 1° Instancia: 500$

Tribunal Eclesiástico Nacional de 2° Instancia y Apelación: 700$

Honorarios del Abogado: 2500$

* En todos los casos es posible pagarlos en cuotas, pero debe realizarse en efectivo y en pesos argentinos).

* El tiempo estimado de duración de las causas de nulidad matrimonial es de 4 años en Primera Instancia y de algunos meses a un año en Segunda Instancia. Esto siempre y cuando la otra parte no apele o interfiera negativamente en la causa (por ej.: porque refuta cada una de las afirmaciones del escrito inicial, pone abogado, testigos, presenta pericias de parte; o bien porque apele la Sentencia)

* Todas las causas tienen que tener 2 sentencias afirmativas de la nulidad, de no ser así -por ej.: que salga negativa en 1° instancia y positiva en 2° Instancia o viceversa- se debe acudir en 3° Instancia al Tribunal de la Rota Romana, donde la causa podría tardar unos 10 años aproximadamente.

* Si el otro cónyuge no desea presentarse, se lo declara ausente y la causa sigue su curso; pero en cualquier momento puede presentarse si así lo desea (aunque ya esté finalizando la 2° Instancia).

* Si el otro cónyuge se presenta, le dan traslado del escrito inicial al cual podrá contestar y eventualmente oponerse a lo dicho e incluso a los capítulos de nulidad planteados.

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EL TEMA SIGUE ABIERTO

En Debate la comunión a los divorciados vueltos a casar

Escrito por Católico Digital
jueves, 06 de octubre de 2005


Un prelado neocelandés pide que se levante la prohibición a los divorciados, en la jornada de hoy del sinodo sobre la eucaristía, en el Vaticano.
Ciudad del Vaticano, 06 de octubre de 2005.-


Una luz al final del túnel parece vislumbrarse para millones de católicos divorciados vueltos a casar, que no pueden comulgar.

En el Sínodo de Obispos que comenzó el domingo en el Vaticano, este tema apareció como uno de los más candentes, al punto de que un prelado de Nueva Zelanda pidió sin medias tintas que se revise esta prohibición, a la que consideró un “escándalo”.

“Hay que enfrentar el escándalo de los que tienen hambre de eucaristía, del mismo modo que hay que enfrentar el escándalo del hambre física”, dijo anteayer John Atcherly Dew, arzobispo de Wellington, Nueva Zelanda.

Consciente de que en este tema hay bastante división en el seno de la Iglesia, Dew concluyó su intervención de seis minutos con un llamado a los más de 250 padres sinodales de todos los continentes a tener una visión “pastoral”.

“Como obispos tenemos el deber pastoral y la obligación, ante Dios, de considerar, discutir y superar las dificultades que oprimen a tanta gente.

Nuestras iglesias se enriquecerían si pudiéramos invitar a los católicos comprometidos, actualmente excluidos de la eucaristía, a regresar a la mesa del Señor”, afirmó.

Con audacia, Dew fue más allá: “Hay muchas personas cuyo matrimonio ha terminado tristemente, pero que nunca abandonaron la Iglesia y están excluidos de la eucaristía.

Ninguno de nosotros, en el Sínodo, puede ignorar su sufrimiento".

"Tenemos que encontrar modos para incluir a los que tienen hambre del Pan de Vida, buscar formas para que esta iglesia sea más inclusiva y dé la eucaristía a los que ahora están excluidos", exhortó.

Las palabras del prelado neozelandés chocaron con las expresadas el lunes último por el cardenal italiano Angelo Scola.

Relator general del Sínodo y prestigioso teólogo, en su "informe oficial antes de las discusiones" Scola habló de los divorciados que se han vuelto a casar, pero dejó en claro que se opone a que se levante la prohibición de comulgar.

Para enfrentar la cuestión, propuso simplificar los procedimientos necesarios para la nulidad del matrimonio.

Actualmente, de hecho, hay prelados que autorizan la comunión a divorciados vueltos a casar que conocen personalmente, pese a la prohibición de la Iglesia Católica.

El mismo cardenal Scola reconoció este hecho, al indicar en su informe que "a nadie se le escapa la difusa tendencia a la comunión eucarística de los divorciados que se han vuelto a casar, más allá de la enseñanza de la Iglesia".

La Iglesia Católica no reconoce el divorcio civil, y sólo permite la anulación, dictada por tribunales católicos que sentencian que el matrimonio nunca existió porque carecía de las condiciones necesarias, como por el libre albedrío o la madurez psicológica de uno o ambos cónyuges.

En el mundo hay varios millones de católicos que se divorciaron y se han vuelto a casar en segundas nupcias civilmente, que se consideran buenos católicos (sólo en los Estados Unidos hay 7 millones de divorciados católicos).

Pero la Iglesia Católica les prohíbe la comunión porque considera que viven en pecado.

No sucede lo mismo con la Iglesia Ortodoxa u otras confesiones cristianas, como la anglicana, que sí dejan comulgar a los divorciados vueltos a casar que demuestran ser buenos cristianos, porque consideran que la comunión sirve también para curar heridas y dar nueva vida.

El problema de los divorciados vueltos a casar, un tema que atañe a muchísimos fieles católicos, estuvo en los últimos años en el centro de varias propuestas.

Obispos alemanes habían propuesto una solución pastoral: que el divorciado vuelto a casar siguiera las recomendaciones de un sacerdote-guía, propuesto por el obispo, y después de un significativo camino de penitencia podría recibir la absolución, y luego la comunión.

Pero nunca hubo respuesta durante el largo pontificado de Juan Pablo II, que siempre se mantuvo firme sobre su exclusión de la eucaristía.

Un signo de apertura El hecho de que el tema se esté discutiendo directa y abiertamente en el primer Sínodo del pontificado de Benedicto XVI -que concluirá el 23 de este mes-, es muy importante, y se lo considera un signo de apertura.

Hay que aclarar, sin embargo, que esta "cauta" apertura no quiere decir que vaya a haber un cambio de parte de la Iglesia Católica en este tema.

Como el Sínodo es un órgano consultivo, sólo puede llegar a recomendar al Papa que se levante la prohibición de comulgar que pesa sobre los divorciados vueltos a casar; o que se discuta en profundidad el tema en otro Sínodo, convocado específicamente a tal efecto.

El papa Ratzinger, custodio de la ortodoxia católica durante un cuarto de siglo, famoso por su intransigencia y conservadurismo, desde que fue elegido pontífice ha demostrado que está dispuesto a escuchar todas las voces.

Y hay quienes creen que podría ser más flexible en este tema candente.

En julio último, luego de que un sacerdote romano le planteó el problema de los divorciados vueltos a casar, Benedicto XVI dijo que la cuestión deberá ser sometida a un mayor "estudio" por ser "una situación particularmente dolorosa".
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julio 24, 2008

COMUNION: ¿Cuestión abierta o cerrada?



Divorciados vueltos a casar deben vivir como hermanos.
Oct 30, 2005


El cardenal colombiano Alfonso López Trujillo afirmó que los divorciados que se han vuelto a casar no pueden recibir la comunión, al menos que vivan como hermanos, sin relaciones sexuales.(Associated Press, Oct. 27, 2005) CIUDAD DEL VATICANO.


López Trujillo, presidente del Consejo pontificio para la Familia, sostuvo que sobre esto no puede haber ninguna apertura de parte de la Iglesia, en una entrevista publicada el jueves por La Repubblica.


El prelado desmintió al cardenal alemán Walter Kasper, quien había dicho que la comunión a los divorciados era "una cuestión abierta" y que el Papa podría "decidir de volver a tratar este delicado argumento", a pesar del parecer contrario del reciente Sínodo de los Obispos.


En su calidad de máximo responsable de la cuestión matrimonial, López Trujillo dijo: "El caso está cerrado, no existe alguna duda, los divorciados vueltos a casar no pueden recibir la comunión.


No tiene sentido alimentar esperanzas en un cambio de posición"."Los así llamados divorciados vueltos a casar - porque el suyo no es un verdadero matrimonio - están en una situación objetiva que va en contra la voluntad de Dios, que no les permite recibir la comunión", afirmó.


"Por lo tanto, no me parece aceptable todo este hablar como si fuera una cosa abierta, como si de dejaran puertas abiertas al futuro, creando expectativas de un posible cambio", manifestó.


El cardenal colombiano no dejó ningún espacio para un reexamen de esta materia: "El punto de vista doctrinal es claro.


Basta la palabra misma de Dios sobre la indisolubilidad del matrimonio".Un documento a este propósito, dijo, fue firmado por el cardenal Joseph Ratzinger y aprobado por Juan Pablo II: "No es justo poner en contradicción al actual Papa con el cardenal Ratzinger".


Aseguró que "no hay que esperarse que Benedicto XVI esté en contra de (Karol) Wojtyla o contra la doctrina aceptada por la Iglesia, conocida por todos". la pregunta de cuál es la única solución, López Trujillo respondió: "Podrán recibir la comunión si prometen vivir como hermano y hermana, sin relaciones sexuales".
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REPECHAJE


A veces la vida da una segunda oportunidad, a Dios le sobraba un milagro en este caso me toco a mi, como a cada uno de ustedes, festejemos con alegría los regalos que recibimos.

Tuve la suerte infinita de criarme en una familia católica sin hipocresías, concurrí a una escuela primaria católica y en mi adolescencia seguí vinculado a la Iglesia.
Como creía que el matrimonio civil era sólo una formalidad me casé por la Iglesia, donde sellé mi compromiso ante Dios para toda la vida.Hace casi un cuarto de siglo hice Cursillos (una experiencia maravillosa), participé de Encuentros Matrimoniales y luego (hace 12 años) me divorcié.
Las vueltas de la vida me cruzaron con mi actual mujer, la cual es un ser maravilloso, que desde el primer momento aceptó continuar el resto de su vida conmigo y con mis tres hijas de mi matrimonio anterior.
Repito, conmigo y con mis tres hijas de mi matrimonio anterior.
Desde ese momento hemos dejado de comulgar, pero al haber descubierto la comunión espiritual, hemos encontrado un consuelo a nuestro dolor.
Bendecimos la mesa, rezamos juntos, vamos a misa todos los domingos con nuestra hija pequeña, otro regalo de Dios y hemos participado en numerosos grupos de segunda unión.Las experiencias vividas estuvieron bastante lejos de satisfacer nuestras expectativas, ya que en uno se pretendía asimilar a estas uniones con matrimonios sacramentales (en un intento quizás, de esconder el problema de los divorciados católicos y su vinculación efectiva con la Iglesia) y en otro porque de modo incomprensible se instaba a interpretaciones de un modo “sui generis”, donde el sometimiento al fuero externo se cambiaba por un peculiar análisis de conciencia, que hasta permitía acceder al Sacramento.
Ni lo uno ni lo otro, ni asimilados ni trasgresores, esa fue nuestra búsqueda.
Ese derrotero nos llevó a conocer gente muy interesante, muy comprometida y en una casa del barrio de Liniers, expusimos nuestro proyecto, el cual cumpliendo todo lo que la Iglesia dispone, pretendía crear un espacio aggiornado y misericordioso, capaz de contener de un modo pastoral a los divorciados vueltos a casar.
Nuestro cambio de residencia (ahora vivimos en el exterior) nos impidió concretar algo que habíamos iniciado y que nos satisfacía a nosotros y a los que se acercaron a compartir vida, de un modo realmente contenedor, sin esconder nuestra condición, ni comulgando a escondidas.Esa experiencia, gratificante y enriquecedora, tuvo varias realizaciones, como por ejemplo contactar con gente de varios países, con quienes compartimos vivencias vía mail, en un marco de respeto y sin consejos inmediatistas.
Nuestro viaje a El Vaticano (2006) nos sirvió para reforzar los lazos con la Iglesia, el tener a Benedicto XVI a escasos dos metros de distancia en la Plaza de San Pedro nos conmovió y el rezar en la prisión donde estuvieron Pedro y Pablo en Roma, nos renovó el compromiso para con la Iglesia, para con los que dieron hasta la vida en el pasado y para los que en el presente rigen los destinos de la institución, aunque no se hayan establecido cambios y flexibilizaciones que nos permitan volver a comulgar, ya que en definitiva ese no es el mayor problema que afronta la jerarquía, ni mucho menos.
Cuestiones jurisdiccionales y de algunos otros tipos nos impiden iniciar los trámites ante los Tribunales Eclesiásticos, cosa que descartamos en el futuro poder efectuar, mientras tanto seguimos participando en todo lo que podemos, nuestra comunión espiritual nos reconforta y la esperanza de poder vincularnos con un grupo que entendiendo la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio en su exacta dimensión, (sin interpretaciones) nos contenga, continuamos nuestro camino, por el que le damos gracias a Dios.
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HABLEMOS CLARO

La problemática de los divorciados en nueva unión y su acceso vedado a la comunión sacramental parecería ser un tema indisolublemente ligado.
A pesar de los innumerables documentos que pretenden echar luz sobre el mismo, la realidad más allá que guste o no, es que por ese lado la situación no se resuelve y en mi humilde opinión, tampoco se resolverá.
El alcance del tema es mucho mayor y pasa entre otras cosas por el sentimiento de sentirse separado de la Iglesia, por algunas actitudes que realmente están tan alejadas de la verdadera Doctrina, como el hombre de Marte.
Quienes han caído en esa “situación irregular” no lo han hecho con espíritu deportivo ni por un snobismo exacerbado, lo han hecho como consecuencia de problemas que no han encontrado solución y la frustración que eso acarrea ya es bastante, como para agregarle más condimentos.
La ley de divorcio vincular en Argentina no provocó divorcios, vino a enmarcar legalmente a situaciones que ya sucedían, de ese modo muchas personas que no pudieron ser felices en su primer matrimonio y que llevaban una situación de hecho complementaria, encontraron no sólo un marco legal para dejar el concubinato, sino el fin de la discriminación social, baste recordar que peyorativamente se decía que “estaban juntados”.
Dentro de quienes se han acoplado a esta nueva situación, seguramente había católicos comprometidos que decidieron o tuvieron la oportunidad de comenzar una nueva vida con la esperanza de formar una nueva familia, hasta quizás aprendiendo de los propios errores del pasado.
Obviamente esta situación es irregular de acuerdo a la definición de la Iglesia, plasmada con meridiana claridad en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, un bellísimo regalo de esperanza y comprensión que nos regalo Juan Pablo II.
Seguramente hoy, luego de más de 25 años de vigencia (22/11/81) muchas personas se sienten excluidas y hasta ven con malos ojos que otros, que han cometido actos repudiables accedan a la comunión sacramental, pero es preciso aclarar que “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”.
También en la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, se vuelve a tratar el tema (29, Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio) constituyendo un documento digno de leer, analizar y reflexionar por lo actual de su contenido (22/02/07) ya que vuelve a poner de manifiesto la existencia del problema de los divorciados en nueva unión y necesidad de contención de quienes viven dicha situación.
Los divorciados en nueva unión forman parte del pueblo de Dios, son contenidos en la Iglesia, pueden hacer muchas cosas y la dinamización de los Tribunales Eclesiásticos son un ejemplo de acercamiento, de contención y de evaluación de situaciones que pueden cambiar, al menos en los tiempos de análisis.
Sin embargo y a pesar de todo, las dudas subsisten, o no se quiere entender o el mensaje a veces es ambiguo y hasta quizás cuestionable en algunos casos.
Este tema tiene una vigencia que casi resulta increíble y por algo será, quizás por los más de 7.000.000 que sólo en Estados Unidos, viven esta situación por ello y considerando que cada uno tiene sus tiempos, que las obligaciones son tantas y las preocupaciones más aún, es que pensamos que Internet es un medio que no debe ser desperdiciado, para comunicarnos y transitar este camino con la menor cantidad de tropiezos y decepciones.
Cuando quienes vivimos esta problemática converjamos en un sitio, ni mejor ni peor que ninguno, donde pudiéramos ser contenidos, comprendidos, donde se aclararan las inquietudes, donde se pudieran plantear dudas y recibir respuestas personalizadas, donde se expusiera de modo inequívoco la trascendencia de la comunión espiritual y el sometimiento al Fuero Externo (Tribunales Eclesiásticos) donde simplemente se dijera lo que Iglesia acepta y lo que no, estaríamos dando un paso importante, complementario a todos los esfuerzos que diversas pastorales, grupos, movimientos y emprendimientos de diferente índole realizan al día de hoy en todo el mundo, seguramente con un excelente nivel de dedicación, preparación y coherencia entre sus postulados y la realidad cotidiana.
Así podríamos acompañar al Cardenal italiano Ángelo Scola, relator general del Sínodo de 2005 y prestigioso teólogo en su propuesta de simplificación de los procedimientos necesarios para la nulidad del matrimonio, según informaba el diario La Nación (Argentina) en su edición del pasado 6/10/05, bajo el título “Debate la Iglesia la comunión a los divorciados vueltos a casar”. (www.lanacion.com.ar)
Difícil ha de ser llegar a la verdad sin el conocimiento, difícil será llegar a vivir lo Fundamental Cristiano desde la duda, bastaría con reflexionar entre todos los que vivimos esta situación, con esperanza y confianza en la misericordia de Dios.
Alcanza para esto con quererlo con desear reconciliarnos definitivamente, asumiendo nuestra situación y teniendo conciencia que es un tema que preocupa a gran parte de la Iglesia y que nos debe llenar de júbilo, ya que el hecho de ser aceptados como somos no es un tema menor, es un avance significativo.
Si te sentís identificado con este mensaje escríbenos, si conoces otras parejas con situaciones así o parecidas no dejes de comentarlo, si sabes de algún sacerdote que pueda acompañarnos espiritualmente no dejes de avisarle, si tenés ideas o dudas no dejes de plantearlas que serán bien recibidas, así de este modo podremos materializar una red de contención tan grande como seamos capaces de hacerlo.
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NI ORGULLOSOS NI ALUCINADOS

Pongamos la imaginación al servicio de nuestra felicidad, para que con las situaciones que no podemos cambiar, al menos las vivamos con alegría y podamos de eso modo reconfortar a quienes estén afligidos.

Imaginemos por un instante una marcha por Avenida de Mayo, llegando a la Plaza, sin palos, sin mochilas, sin capuchas, sin disfraces estrambóticos, ni plantas prohibidas.Sin bombos ni petardos, sin tetrabricks, ni caras pintadas.
Sólo con rosarios, familias católicas de divorciados en nueva unión, familias ensambladas, con los tuyos, los míos y los nuestros ¡uy, que fiesta!
Con nuestros padres y lógicamente con nuestros hijos, sin alardear del fracaso previo ni de nuestro esperanzador volver a empezar, pero sí diciendo: aquí estamos, estos somos.
Pero claro, quizás no seamos tantos como para llenar la Plaza, ni para manifestar nuestro “orgullo” ni ningún cantante famoso nos promoverá destacando la “alucinación” que nuestro estado pueda producir.
A pesar de estas circunstancias y que “en la calle codo a codo, somos muchos más que dos” no somos tantos, porque con una mano en el corazón, ¿cuantos católicos comprometidos estarán divorciados y vueltos a unir?
Carezco de estadísticas serias referidas a este tema, pero me inclino a pensar que no seremos tantos y a pesar de eso es un tema candente, que se mantiene en el tiempo, que se manifiesta en todas las sociedades, que en los más altos niveles de la Iglesia se discute y que dicha discusión se renueva año tras año, quizás porqué no seamos tan pocos, ni tan herejes, ni tan necesariamente ocultables, ni tan otras cosas que deliberadamente omitiré.

Ante esto cabe preguntarse sí realmente ¿Es un problema a solucionar? Vamos por partes ¿es un problema?

En mi humilde y neófita opinión, no lo es.
Apenas es una realidad conflictiva cuya difusión no hace más que aportar un granito de arena, en esta sociedad en estado de deliberación permanente y que como tal debe ser tratada, comprendida, contenida, conducida y aclarada.
Creo que algo más problemático que la situación misma es el análisis que algunos hacen, desvirtuando el sentido del tema y adaptándolo a quien sabe que preceptos ya que en algunos casos más que preconciliares parecen precolombinos.
Este es el meollo de la cuestión, la dicotomía entre comunión sacramental y comunión espiritual es una opción casi intrascendente, suficientemente aclarada y escasamente comprendida.
La opción pasa por comprender el mensaje y sentirse incluido o excluido y aunque parezca increíble hay una diferencia sideral entre la emisión y la recepción y si bien podemos suponer que la incomprensión popular es la causante del conflicto, la revisión de las comunicaciones no aporta demasiada luz.
Obviamente los transmisores deberán negar este postulado, pero alcanza con escuchar a lo que dicen los que se sienten excluidos, para entender desde una óptica complementaria, cual es el verdadero sentir.
Guste o no guste, se comparta o no la idea, mucha gente se siente en estado periférico latente y la obligación mínima es dar un mensaje entendible, es insuflar esperanza, es evitar distorsiones y en este terreno en particular, el clero nos lleva una gran ventaja, demasiada para mi gusto.
Si no se clarifica el mensaje, quizás debamos esperar que surja un nuevo cómico al más puro estilo Tato Bores, que cada domingo nos recite, parafraseando a Mariano Moreno:

Si a los divorciados en nueva unión no se los ilustra adecuadamente.Si no se hacen claros sus derechos y posibilidades.
Si cada nueva pareja no conoce lo que vale para Dios,lo que puede hacer en la Iglesia,y lo que se le debe, por el mero hecho de estar bautizados.
Nuevas pastorales y nuevos grupos sucederán a los anteriores,y después de dudar algún tiempo, entre varias opciones y será la suerte cambiar de dolencia en el alma.
Sin haber destruido el dolor.

La solución obviamente que no es sencilla, sería impensable una amnistía universal y hasta no sería del todo justo, pero tal vez pueda ser posible trabajar muy intensamente para:Desmitificar la nulidad matrimonial, quitándole la pátina de duda que aún existe sobre que es algo reservado para ricos y famosos, aunque en la realidad no lo sea, pero aceptemos por un instante que las cosas no son exactamente como son, sino como a cada uno le parece que son.

Homogeneizar el mensaje, ya que la actitud y la receptividad ante el conflicto resulta alarmantemente diferenciada, en algunos casos hasta dentro de la misma Diócesis.

Entender el drama, que viven los que queriendo seguir unidos a Dios y a la Iglesia, por actitudes anacrónicas o mensajes distorsivos se sienten poco contenidos.

Acoger de un modo aggiornado y misericordioso a quienes con padecimiento sufren de automarginación inducida.

Promover la reinserción, de forma sistemática y permanente con un mensaje claro, abarcador, incluyente y fundamentalmente realista, evitando comparaciones distorsivas de la realidad.
Quizás así cumplamos, entre todos, los verdaderos conceptos incluidos en la Familiaris Consortio y en la innumerable cantidad de documentos referidos a este tema, sin interpretaciones caprichosas ni actitudes deletéreas.
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CINCO CAMINOS


Quienes vivimos esta realidad podemos hacer varias cosas, muchas no dependen de nosotros, pero otras si y nuevamente tenemos la libertad de elegir, no hay que perder la oportunidad, mucho. De nosotros: ¡¡¡ depende !!!

Los católicos divorciados vueltos a casar o en nueva unión pueden adoptar entre otras, algunas de las 5 (cinco) opciones que se indican, en virtud del libre albedrío y hacerse cargo de sus decisiones.

1) Desentenderse totalmente de la vida eclesial y vivir como si nada ocurriera, manteniéndose alejado de la Iglesia y dejando transcurrir sus días, perdiéndose una parte fundamental de la vida que es el aspecto espiritual.

A esta situación muchos llegan cansados de transitar numerosos caminos y encontrar respuestas de características distorsivas o preconciliares y otras cargadas de una notable hipocresía, al extremo que muchos transgresores sostienen que el camino es cambiar de parroquia, concurriendo a otra donde la situación de nueva unión no sea conocida y de ese modo continuar la vida accediendo a los Sacramentos.

En esta categoría están también aquellos que son católicos por que de chico sus padres los bautizaron, luego tomaron la comunión y de grandes se casaron por Iglesia, sólo para cumplir con una pauta cultural.

Para estos últimos casos cabría preguntarse cuan efectivas son las charlas prebautismales, los cursos de catequesis y por supuesto los cursos prematrimoniales para finalizar, evaluar que testimonio estaremos dando aquellos que nos sentimos seudo comprometidos con la Iglesia, para que muchos de nuestros hermanos en la fe se encuentren tan alejados, y otros con una actitud casi condenatoria.

2) Lamentarse sistemáticamente por la situación que sufren, asignándose una discriminación inexistente y con un concepto masoquista permanecer en la vida eclesial tomando como única alternativa el dolor por no poder acceder libremente a los Sacramentos en general y a la Comunión Eucarística en particular.

La falta de un asesoramiento espiritual adecuado, o una patología depresiva crónica pueden llevar a esta situación, quienes viven así su fe se han quedado casi sin descubrir lo más maravilloso del cristianismo que es la Resurrección.

Que hubiera sido de la vida de muchos cristianos si aun hoy permanecieran lamentando la muerte de Jesús, para ellos no existe la Pascua, y resulta inaceptable el proclamarse cristiano y sentir una fe que se agota en el sufrimiento y la lamentación.

No hay razón para auto flagelarse, o se asume lo que uno es o se cambia o se deja de sufrir, ya que no aporta nada positivo para nadie el pasar la vida lamentándose, dicho en términos vulgares: no vale la pena llorar sobre la leche derramada.

3) Interpretar libremente y a su conveniencia particular la Doctrina, suponiendo erróneamente que alcanza con un profundo examen de conciencia para regularizar la situación, obviando deliberadamente la subordinación al Fuero Externo (Tribunales Eclesiásticos), y en consecuencia accediendo a la Comunión Eucarística sin inconvenientes.

A esta situación cabe aclarar que en muchos casos se llega, por inducción solapada de algunos grupos o asesores espirituales denominados de avanzada o progresistas, que lo único que realmente consiguen es encaminar a una situación de difícil y traumático retorno.

Esta realidad es peligrosa, ya que muestra a las claras el carácter efectista que algunos le pretenden imprimir a la religión, constituye una estafa, y como en toda estafa hay dos partes involucradas y co-responsables, es la PASTORAL DEL LLAME YA, la de los resultados inmediatos, la de la trasgresión por la trasgresión misma.

Quienes son atraídos por esta teoría funesta, ven una solución de carácter inmediato a su conflicto y llegan a pensar que con un excelente examen de conciencia pueden estar en condiciones de recuperar las posibilidades perdidas, a la vez que obvian de modo deliberado la Comunión Espiritual.

4) Asimilarse a matrimonios sacramentados, perdiendo de este modo la identidad y suponiendo que de no actuar así se estarían automarginando.

A esta concepción equivocada no siempre se llega solo, muchas veces se la concibe como potable a instancias de otros grupos o asesores que suponen que la mejor forma de tratar esta problemática es ocultándola, es la PASTORAL DEL AVESTRUZ que esconde su cabeza en un agujero, suponiendo que de ese modo no lo verán.

Esta posición no puede ser acusada de transgresora pero si de absolutamente errónea, ya que intenta ocultar la realidad, con un planteo absurdo que soslaya el verdadero drama que sufre un divorciado católico en nueva unión y que es el no vivir en gracia de Dios y consecuentemente la imposibilidad de acceso a los Sacramentos.

Poco que ver tiene quien no comulga por que no quiere, respecto del que no lo hace porque no puede, pocos puntos en contacto tienen aquellos cuyos hijos son del matrimonio con una familia ensamblada, nada une a los que no pueden confesarse de los que no lo hacen por decisión propia.

Este planteo oscurantista poco tiene que ver con el amor al prójimo, más bien se parece a una versión moderna de los antiguos leprosarios.

5) Queda un ultimo grupo (ni desentendidos, ni lamentados, ni libre interpretadores ni asimilados) que quizá sea minoritario, pero que sin lugar a dudas constituye la verdadera expresión de las enseñanzas del Sumo Pontífice, sin que por esto pueda ser tildado de ultra-conservador, ni dogmático ni esclarecido, simplemente racionalmente obediente.

Este grupo ni se borra de la vida eclesial (alejamiento voluntario) ni llora puerilmente por lo que no puede hacer (lamento inconducente), ni hace lo que quiere (comunión a escondidas) ni se refugia en estructuras preexistentes (asimilación con sacramentados) simplemente vive su realidad de tener un status familiar irregular.

Los que no han sido atrapados por ninguna de las 4(cuatro) causas inicialmente indicadas no constituyen un grupo de riesgo, ni un factor de desestabilización, sino todo lo contrario.
Alcanza con imbuirse de la frondosa bibliografía que se ocupa de este tema, tanto nacional como extranjera (ya que es bueno recordarlo, esta problemática se da en todo el mundo) para verificar la importancia que tiene y fundamentalmente que en esta situación nadie está solo.
Pertenecer a este grupo de personas no es otra cosa que:

Revalorizar la Eucaristía a la que no se puede acceder, pero efectuar la Comunión Espiritual como un verdadero encuentro con Dios.
• Aprovechar todas y cada una de las posibilidades de hacer que brinda la Iglesia, absteniéndose maduramente de aquellas que la Doctrina y las recomendaciones de nuestros Obispos expresamente restringen.
• Educar a todos los hijos en la fe, independientemente con que cónyuge vivan.
• Cumplir acabadamente con todas las obligaciones con el cónyuge en el Sacramento que la normativa determina.
• Trabajar por mantener el lugar que la Iglesia nos tiene reservado a pesar, muchas veces, de las actitudes discriminatorias y preconciliares de muchos, que haciendo gala de un neo-fariseismo exacerbado, pretenden simular que la problemática no existe.
• Luchar en cada terreno contra la desesperanza, contra algunos distorsivos medios de información y sobre todo, es confiar en la infinita misericordia de Dios.

Pertenecer a este ultimo grupo no implica necesariamente estar cerca de ningún movimiento en particular, es una decisión de vida, es un tomar conciencia de la realidad, es vivir el cristianismo con alegría y esperanza, es sentir a la Salvación como un derecho de todo cristiano y no como algo reservado para unos pocos, es no dejarse llevar ni por los cantos de sirenas (cultores del evangelio según San YO) ni por los agoreros (discípulos del nada se puede), es simplemente haber entendido el mensaje asumiendo la realidad que a cada uno le toca vivir y empeñando los mejores esfuerzos en la consecución de los ideales y enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

A pesar de toda la incomprensión que en algunos existe, y hasta del bastardeo que muchas veces los mismos divorciados vueltos a unir hacen de la problemática, queda la esperanza de una pastoral realista, aggiornada, contenedora y misericordiosa adaptada a cada rincón de nuestro país, capaz de llevar un mensaje verdadero de amor y esperanza a tantas familias que han hecho de la desorientación un compañero de ruta inseparable.
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¡¡¡ QUÉ BODORRIO !!!

Este caso es absolutamente real, que nos usen los símbolos (vestido blanco con cola) como si fuera un disfraz es de no creer

Mientras pasan estas cosas, nosotros seguimos de comunión espiritual en comunión espiritual.

Se casa la hija de una amiga, hasta aquí ninguna novedad, también me entero que ya tiene el vestido blanco y de cómo será el modelo elegido.Con la candidez de una paloma pregunté: ¿En que iglesia se casa?

La respuesta me dejó perplejo, atónico, asombrado, estupefacto: en ninguna.

No salía de mi asombro, pasar los juzgados (léase Registro Civil) disfrazada de novia, algo surrealista, al menos en mi pensamiento.Sólo creía que eso se daba en Las Vegas y con atuendos de Elvis Presley, válgame Dios, ¡qué inocente!Fui a otra boda, una alegre parejita que convivía desde hacía tiempo, la cual supongo (?) que antes de presentarse ante el altar, debe haber pasado previamente por el confesionario luego de un profundo análisis de conciencia y deben haberse arrepentido de su vida en común hasta ese momento, durante la cual habrán realizado actos propios de los esposos y no viviendo en estado de continencia, como hermanos.

También supongo que ningún matrimonio, para no decir pareja y ser acusado de hereje o de inculto, que sostenga con vehemencia en diferentes foros las condiciones previas que habilitan a la Comunión Sacramental, utilice métodos de anticoncepción que no sean naturales.

Debo reconocer, además, que las misas que más me gustan, son aquellas en las que hay coros, guitarras y jóvenes que llenan de alegría los templos, que son la savia nueva, la esperanza, quienes los domingos comulgan dejando sus instrumentos en los bancos o caminan abrazándose a ellos y que son defensores compulsivos de la virginidad y la vida, aunque en muchos casos esto se restrinja exclusivamente a su hermana, ya que con el resto, a veces las cosas son diferentes.

Luego de esta meditada y extensa introducción, dejaré paso a mi indignación de católico divorciado en nueva unión o mejor dicho de católico divorciado que ha formado una nueva familia (ensamblada) sin pasar por los juzgados, que asiste a misa cada domingo y fiesta de guardar (como corresponde) aunque no vive como hermano con su nueva pareja (por no decir concubina, que suena un poco desagradable) que trata de vivir y hacer vivir a su familia “lo fundamental cristiano” aunque no las acompañe a recibir a Jesús Sacramentado, que comulga (espiritualmente, obvio) junto con otros en la misma condición sin escuchar jamás una recomendación respecto de quienes deberían abstenerse de hacerlo de otro modo y así podría enumerar un sin fin de razones que solo potencian nuestra fe en Dios.

Hasta a veces pienso (producto de mi exacerbada ignorancia) que la dicotomía entre sexualidad y sacramentalidad es algo a revisar, pero obviamente a mi no me corresponderá nunca hacerlo ni siquiera solicitarlo.
Si mal no he entendido, si me casara por civil y viviera como hermano con mi nueva pareja, mi acceso a la fila previa al altar sería válido, con lo cual a pesar que acepto las reglas del juego, realmente no lo entiendo.
No entiendo a quienes se disfrazan de novias para casarse por civil,

no entiendo a quienes se casan por Iglesia luego de la convivencia plena sin arrepentimiento,

no entiendo a quienes se casan por la Iglesia porque el vestido blanco les hace ilusión,

no entiendo a quienes suponen que hay dos tipos de normas para cumplir (una para cada uno de ellos y otra para el resto)

no entiendo a quienes se rasgan las vestiduras con lo ajeno sin mirar, demasiado o un al menos un poco lo propio.

Pero aún conservo una esperanza, como la pregunta 92 de mi catecismo de la primera comunión, donde se hablaba de las virtudes teologales y es que algún día, la rigurosidad del mensaje sea pareja (con perdón de la palabra) ya que parecería ser que cuanto más se intenta cumplir con las imposiciones de la lglesia, por otro lado más se permeabiliza la evaluación de la superficialidad y la apariencia.
Ante esta situación no es extraño que aparezcan libres pensadores, libres interpretadores de las palabras ajenas, consejeros de la importancia del “convencimiento en conciencia” como alternativa al Fuero Externo y un sinfín de soluciones inmediatistas del tipo “llame ya” que confunden y distorsionan la Doctrina.

Hasta que algunas cosas no cambien, seguiremos viendo novias de blanco en los Juzgados, templos confundidos con la antesala del salón donde será la fiesta y un sinfín de situaciones que en homenaje a la brevedad, omitiré deliberadamente.

La decisión de acercarse a comulgar es personal y está probado que en la práctica no se le niega a casi nadie esa posibilidad pero esto no es todo, quizás no estaría enteramente mal que se informara y se insistiera sobre los beneficios de la comunión espiritual para los que no están del todo reconciliados con Dios, ya que parece esto más sencillo que cambiar normas que en la realidad, habría que ver cuantos acatan y qué efecto real sobre el cumplimiento del mensaje de hace 2000 años, tienen.

La Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, define con iluminada maestría varias situaciones “irregulares” y cual debe ser el tratamiento que se le debe dar a cada caso, de todos modos el tema de los divorciados en nueva unión y su posibilidad de acceder a la Comunión continúa subyaciendo en todo el mundo y aunque aparece como muy poco probable que se modifique la actual situación, el mantener el tema en debate es un signo inequívoco de la preocupación y vigencia que tiene.
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NO NOS QUEDEMOS AFUERA

No le hagamos el juego a los que nos discriminan, el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra.

Ya bastante tenemos con lo nuestro, como para que cualquier fariseo nos venga a dar lecciones de religiosidad.


Entre las cosas más hermosas a las que puede acceder un cristiano, está el recibir a Jesús Sacramentado, hecho que se concreta en la Comunión, pero nadie debe equivocarse: ese, no es el único modo.

Los separados y/o divorciados vueltos a casar, no pueden acceder a algunos Sacramentos, entre los que se encuentran el de la Reconciliación y la Comunión, pero no por esto deben perder la esperanza de la salvación, según nos decía Juan Pablo II.

Es más, el Papa, nos convocaba a seguir permaneciendo y participando de la vida eclesial, e instruyó a todos los sacerdotes y laicos comprometidos a que nos reciban, nos cobijen, nos ayuden y nos contengan en la Iglesia.

Como divorciados en nueva unión, podemos y debemos perseverar en la oración, bautizar y educar a nuestros hijos en la fé, hacer obras de caridad y descubrir y gozar con la Comunión Espiritual, una casi ilustre desconocida sobre la que alguna vez tendremos que decir algo.

No estamos solos, hay muchos hermanos en esta misma situación y aunque con matices existen muchos movimientos, que a pesar de la atomización, los personalismos y hasta con un marcado exceso de figuración, en definitiva brindan un servicio pastoral para separados en nueva unión, que al menos sirve de contención, situación que en el pasado no muy lejano hubiera sido impensable.

Cabe destacar que, es muchísima la bibliografía que se ocupa de este tema y que resulta absolutamente reconfortante su lectura, de este modo, consultando con tu párroco, o accediendo a librerías católicas, es posible informarse y darse cuenta que nuestra madre la Iglesia, nos invita a seguir perteneciendo y valga la expresión: Pertenecer, tiene sus privilegios.

Si desde Juan Pablo II, pasando por numerosos obispos y sacerdotes se han ocupado de esta situación, eso marca sin lugar a ninguna duda, la importancia que la Iglesia en su conjunto le da a este tema.

Aún existen algunos mitos (no en vano instalados en el inconsciente colectivo) que deben ser desterrados, ya que su permanencia lleva a errores sobre lo que es necesario echar luz, para que definitivamente los separados en nueva unión transiten el camino a la salvación de modo claro y preciso.

El poder comulgar, no es una cuestión de conciencia, por lo tanto, no alcanza con suponer que un matrimonio ha sido nulo para acceder a la Comunión.

Este no es un tema menor, sino caeríamos en el salvajismo de la Ley por mano propia, haciendo cada uno una religión a medida de sus propias necesidades o expectativas.

Por ser divorciado en nueva unión, no se pierde la condición de cristiano, ya que eso lo da el Bautismo y únicamente lo anula la excomunión (situación que no nos alcanza).

La nulidad no es patrimonio de los ricos y famosos, ya que aún sin recursos económicos se puede gestionar y obtener, aunque con dolor es preciso reconocer que quienes han tenido repercusión han sido este tipo de gente, quizás por el oscurantismo con el que se ha tratado la realidad, quizás por temor a que la difusión actuara como un disparador para innumerables casos.

La nulidad no anula al sacramento del Matrimonio, sino que lo declara nulo, eso significa que determina que el Sacramento, como tal, nunca existió, a diferencia del divorcio vincular que pone fin a un matrimonio civil anulándolo.

Dicho en términos sencillos, aunque no sean del todo exacto, el divorcio da por terminado el vínculo con la posibilidad accesoria de recobrar la capacidad nupcial, mientras de la Nulidad actúa sobre el inicio, en el momento de establecer el vínculo entre los contrayentes y la Iglesia, en el Sacramento, por lo que se debe entender que son dos situaciones muy diferentes.

Los procesos de nulidad son larguísimos, esto tampoco es cierto, cada vez son más ágiles y la cantidad de nulidades respectos de las presentaciones, porcentualmente, son cada vez mayores.

Si uno no lo comienza por la posible duración es un error, si hay que esperar habrá que esperar, y pedir y reclamar, siendo sencillos como palomas, pero astutos como serpientes, para ser escuchados y para que las cosas no queden dentro de un cajón sin que nadie se entere.

Repetir esto hasta el hartazgo es la consecuencia de la aparición de nuevos falsos profetas, de la poca difusión real que se hace sobre el tema, de la aún menor aceptación en términos reales de este fenómeno, de la falta de apertura sincera y sin tantos prejuicios y preconceptos por parte de quienes dirigen los destinos de algunos movimientos y porque de tanto machacar, quizás alguna vez dejaremos de ser tratados por algunos retrógrados como kelpers, cuando constituimos una realidad que no puede ni debe ser barrida bajo la alfombra

Es necesario serenar los espíritus, aclarar las dudas, reencontrarse con la Iglesia y sobre todo recrear en todo creyente la esperanza de salvación.Jesús nos convoca, la Iglesia nos abre otra puerta, no perdamos la oportunidad, NO NOS QUEDEMOS AFUERA.
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DESDE ESTOS PAISES NOS VISITAN. A POCO LO IREMOS POBLANDO (Este lo iniciamos el 26/11/13)