ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

septiembre 12, 2015

959 - CAMBIOS EN LOS PROCESOS DE NULIDADES MATRIMONIALES

Quizás el fin de otro tema tabú
Las modificaciones introducidas para los procesos de Nulidades Matrimoniales ha generado consideraciones de todo tipo, mientras de sectores progresistas y aperturistas se ha tomado como un verdadero punto de inflexión desde los sectores conservadores, preconciliares y escasamente misericordiosos ha generado un rechazo verdaderamente lastimoso.

Nada ha cambiado respecto del fondo de la cuestión, no se atenta contra indisolubilidad del matrimonio, no se incorporan nuevas causales, no se repara el dolor de la discriminación en el sentido más amplio, sólo se reducen las instancias, que ya es bastante decir, se tiende a agilizar los procesos y a dotarlos de cierta gratuidad, un pequeño paso para la cristiandad pero un salto enorme para los divorciados en nueva unión.

¿Entonces porque tanto revuelo?

Quizás la explicación haya que buscarla en
que una Iglesia anquilosada, con temas tabú y reservada para presuntos beatos, santulones y seudos castos no encaja en los criterios papales, junto con varias reformas en otros aspectos que realmente generan ampollas en avinagrados y asustados perdedores de privilegios del pasado demasiado reciente y ni que hablar de los que con sus actitudes y procederes sectarios cada día alejan a más gente de los templos.

La cuestión de fondo sigue tan vigente con el agua en los mares, el problema es que los divorciados en nueva unión no viven en estado de continencia, haciendo caso omiso a la abstención de realizar los actos reservados a los esposos, como si lo único que mantiene viva a las familias, muchas veces ensambladas, fuera el apetito sexual.

Los divorciados en nueva unión no somos animales en celo permanente, no hemos edificado nuestras nuevas familias en las cloacas de ningún burdel y fundamentalmente no hemos intentado recomenzar nuestras vidas para luego ir llorando por los rincones por que no podemos acceder a los Sacramentos.

Con un poco más de misericordia y un poco menos de hipocresía una parte sustancial de esta problemática podría encontrar un cauce apropiado. Y Justo


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