TESTIMONIO DE VIDA

Desde la provincia de corrientes (ARG) recibimos este testimonio que creemos oportuno compartir.

No tenemos dudas en que muchas afirmaciones las podriamos haber hecho cualquiera de toos los que vivimos en esta situación.

Estamos esperando mi sentencia de divorcio (Alejandro) para casarnos civilmente. Yo soy Cordobés, Alejandra es Correntina y el 04/05/2006 me vine a estas tierras correntinas al lado de mi amada. Y desde el 05/05/2007 estamos viviendo, al fin, juntos nuestro amor.

Y como todo amor busca también descendencia estamos embarcados en estudios clínicos para ver si quedamos embarazados. Recen mucho por ello porque hay algunos problemitas que estamos intentando solucionar.

Creemos y estamos convencidos que nuestro amor fue gestado por Dios y como tal, para nosotros, un regalo maravilloso de su parte y siempre lo hemos vivido así.

En todo este tiempo hemos atravesado muchas incomprensiones pero Él siempre se manifestó para hacernos sentir que nuestro amor provenía ineludiblemente de su amor y fueron personas que nada tenían que ver con nosotros o nuestra fe las que nos tendieron más que sus manos sus corazones.

Algunas, y solo algunas que nos conocían y profesan nuestra fe nos apoyaron con sus oraciones, fuerzas y también sus dineros.

Parte de la familia llevaron su tiempo para comprendernos y aceptar que este es nuestro verdadero amor. Seguimos luchando contra todas las adversidades, contrariedades y marginaciones pero a Dios gracias y sólo por Él todo se va allanando.

Aún queda mucho camino por recorrer pero estamos firmes en nuestra fe y nuestro amor y parte de ese camino lo queremos hacer por mar, embarcados.

Ambos pertenecíamos a un movimiento de Iglesia (Orden Franciscana Seglar), en el cual estábamos desde hace tiempo y en el que teníamos servicios a nivel nacional.

Alejandra era secretaria del Consejo Nacional y yo era Ministro Regional (Región Centro).

Como estará demás aclararles, nuestra unión provocó un gran revuelo dentro de la Orden, con muchas rasgaduras de vestiduras, equivocados juicios de valor sobre nuestras personas con todas las habladurías que se puedan imaginar; pero eso ya estaba contemplado por nuestra parte que sucedería así, aunque esperamos que fuera distinto por tratarse de personas de fe.

Pero no fue así lamentablemente para ellos.

Además teníamos funciones múltiples dentro de la vida de la Iglesia, las que hoy, por razones obvias o no tanto, no tenemos.

El tema, y creo debe ser común a muchos que viven nuestra situación, es que creemos, sentimos y desearíamos que fuera distinto porque nuestra fe no murió, nuestra formación tampoco, nuestros conocimientos y experiencia tampoco y creemos que podríamos ser útiles a nuestra Iglesia de muchas maneras sin dejar de reconocer lo que ella profesa y sostiene que es también lo que creemos nosotros aunque las cosas de Dios y de la vida nos hayan llevado a esta hermosa e incomprendida realidad.

El hecho de no poder comulgar es por nosotros, una comprendida realidad, pero no por eso deja de ser dolorosa.

Sólo quisiéramos poder ser instrumentos en este camino para poder revertir esta situación que es nuestra y de muchos.

No nos interesa entrar en el juicio sobre los que lo hacen indebidamente porque eso le corresponde a Dios y está en la conciencia de cada uno.

Nosotros sabemos y comprendemos esta realidad pero en nuestro corazón no la aceptamos y es por eso que deseamos luchar para que nuestra Iglesia, algún día, pueda analizar estudiar y evaluar cada caso en particular y no en general para determinar quien, de los divorciados vuelto a casar, puede o no recibir la Eucaristía.

Conocemos y sabemos esta nuestra realidad pero no la aceptamos no por un capricho sino porque estamos convencidos de que este nuestro amor fue gestado y abierto por Dios y de eso no nos cabe la menor duda porque tenemos cientos de anécdotas que lo hicieron posible y que marcan que sólo Él pudo hacerlos.

Algún día las compartiremos si se presenta la oportunidad.

Creemos que la posibilidad de Comulgar debería ser determinada por el confesor o en su defecto por un asistente espiritual sacerdote, comprometido, que conozca cada situación especial en forma profunda.

Pero creo que es una utopía porque es muy difícil que esto ocurra ya que no podemos confesar, ni siquiera contar con asistentes espirituales para nuestro caminar.

Pero sería hermoso bregar por esto y no importa que sea utopía ya que no vemos como utopía una realidad inalcanzable sino una meta por alcanzar.

Nuestra intención fue poder gestar dentro de nuestra Orden un grupo de personas que viviendo nuestra espiritualidad franciscana y que estuvieran en nuestra situación o no hayan intentado vivir nuestra espiritualidad por su situación, nos juntáramos para seguir creciendo en nuestra fe y en nuestro camino cristiano, franciscano y humano hacia Dios.

Los desafíos son muchos pero creo que juntos podremos sumar nuestros esfuerzos para construir y llevar a esta nuestra Iglesia hacia su plenitud.

Queridos hermanos, para no hacerlo más largo los dejamos, por el momento (no se van a librar fácilmente de nosotros jejeje), esperando el contacto de Uds. Con todo nuestro amor, nos despedimos hasta cualquier momento o lugar en el que el Señor nos quiera encontrar.

Paz y bien en sus corazones.

Alejandra y Alejandro.