847 - COMIENDO COCOS

Algunas veces cuando publicamos un post en La Barca, en las redes sociales o insertamos comentarios en algún sitio web (de los pocos que permiten hacerlo) recibimos algunas respuestas que nos dejan atónitos, que nos cortan la respiración y nos llenan de tristeza.

Planteos provenientes casi de la edad media, frases armadas como sacadas de algún libro de adoctrinamiento editado por la Universidad de la Santa Inquisición, formulaciones que no resisten ningún análisis, desconocimiento profundo de la problemática de los divorciados en nueva unión, ignorancia supina de los alcances del sometimiento al Fuero Externo, negación de la realidad y desprecio por todo y por todos los que venimos de las periferias.

¡Vaya joyita !

Con estos conceptos fundamentalistas como tanta gente no se podría cansar de la Iglesia y convertir a las parroquias en un sito con muchos bancos vacíos y las hermosas y emocionantes primeras comuniones en un solo preludio de una fiesta con regalos y globos (blancos y amarillos, of course) y los casamientos en eventos sociales con familiares que hace años que no se ven, pero que hay que invitarlos porque son los sobrinos segundos de la tía abuela de una vecina que antes vivía en el mismo barrio y porque el viaje de bodas sin boda es como una Coca Cola sin gas.

¡Vaya tela!

Cuando se arme el cuadro de honor de eyectores, muchos pelearan a brazo partido por ocupar los primeros lugares y lo harán por méritos propios, sin necesidad de ninguna tarjeta de recomendación y la orla (o la cocarda) y el bonete identificador lo lucirán con orgullo.

¡Matracas, antifaces y confetis (papel picado) para todos!

A muchos candidatos a la presunta santidad sólo nos cabe manifestarle, con todo respeto, la siguiente reflexión:

Dime como piensas y como dices que vives y te diré donde te han lenado la cabeza, te han lavado el cerebro o con la más española definición: donde te han comido el coco.