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Quizás hoy habría que remixarla |
Desde que Galileo Galilei pronunció el famoso Eppur si muove (y sin embargo, se mueve) al the economy, stupid (la economía, estúpido)
de Bill Clinton pasaron 350 años, y ambas son muchas irrefutables de realidades
no comprendidas y de explosiones, más o menos respetuosas del intelecto frente
a un negacionismo estéril.
La fuerza de los hechos a ambos les dio la razón, la fama y el
reconocimiento internacional, más allá de las piedras que se le han puesto en
el camino.
Obviamente quienes recibieron las frases en su cara no estuvieron muy
de acuerdo, pero eso no les importó, las dijeron porque lo sentían y estaban
convencidos y a decir verdad, estaban para nada equivocados.
En las postrimerías del Sínodo, al que se llegó con pretensiones de
aprietes, declaraciones deletéreas de fulgurantes participantes, cartas desestabilizadoras
y una campaña salvaje en contra de cualquier atención misericordiosa para los
divorciados en nueva unión (y otros periféricos) la realidad del conflicto se trata
de soslayo, con eufemismos y amparándose más en la letra que en el fondo del
mensaje, se omite decir en concreto la realidad de tanto tira y afloje.
El problema no es
la separación o el divorcio, ni una convivencia, ni siquiera
la nueva unión, ni el nuevo casamiento por civil (como si valiera la pena
aclara lo obvio) todo el problema pasa por otro lado, por el no vivir como
hermanos, porque no se evitan los actos reservados a los esposos, como fuéramos
adictos compulsivos al adulterio, que hubiéramos edificados nuestras vidas y
nuestras nuevas familias en las cloacas de un burdel.
De nada sirve el dolor del fracaso, ni la construcción de una nueva familia,
célula básica de la sociedad de la tanto se habla y tantos se llenan la boca de
elogios, ni la bendición de la mesa, ni el rezar en familia, ni la educación
cristiana de los hijos, con colegios confesionales prodigados, ni la fidelidad
conyugal, ni el asumir responsabilidades ante los hijos del matrimonio
anterior, ni el aceptar a los hijos de la nueva pareja como propios y constituir
maravillosas familias ensambladas en muchos casos formadas por “los míos, los
tuyos y los nuestros”, nada sirve, nada vale.
Siempre el castigo por no haber
sido o sabido llegar hasta que la muerte nos separara, como si alguien en su
sano juicio elevara sus sentimientos y proyectos de vida al Altar, luego se
divorciara y volviera a formar una familia sólo para transgredir el mandato de
Dios e ir llorando por los rincones suplicando misericordia.
Que cada palo aguante su vela, que cada uno se haga cargo en su
conciencia.
Si Galileo viviera ante tanta hipocresía y tanta negación de la
realidad quizás volvería a decir Eppur si muove y si a Bill Clinton le
preguntaran cual es el problema único y real de tanto conflicto seguramente no
dudaría en remixar su frase más famosa y diría "the sexuality, stupid"
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