Hace ya 25 años que se promulgó el Código de Derecho Canónico, algo que para muchos fue una solución misericordiosa al poder obtener la Nulidad matrimonial, esperemos que con el paso del tiempo aporte paz interior a los que todavía seguimos atrapados en esta situación que nos hace vivir nuestra fe, a veces, como meros espectadores.
La Facultad de Derecho Canónico “Santo Toribio de Mogrovejo”, de la Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires” realizará una jornada académica con motivo de la celebración del 25º aniversario de la promulgación del Código de Derecho Canónico.
La Jornada se llevará a cabo el lunes 27 de octubre de 2008, a las 19, en el auditorio Monseñor Octavio Nicolás Derisi del edificio Santo Tomás Moro (avenida Alicia Moreau de Justo 1400, subsuelo, Campus Universitario de Puerto Madero).
En la ocasión harán uso de la palabra el decano de la facultad, monseñor doctor Víctor Enrique Pinto, y el secretario del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, monseñor doctor Juan Ignacio Arrieta brindará una conferencia sobre “El fuero interno”.
Monseñor Juan Ignacio Arrieta
Monseñor Juan Ignacio Arrieta Ochoa de Chinchetru, sacerdote de la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei, nació en Vitoria (España), el 10 de abril de 1951.
Fue ordenado sacerdote el 23 de agosto de 1977 y desde entonces desempeñó numerosas tareas pastorales en España e Italia. Doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra en 1977 y en Jurisprudencia por la misma Universidad en 1983. Fue profesor universitario de estas disciplinas en Navarra, Roma y Venecia. En 1989 fundó la revista “Ius Ecclesiae” y fue su director hasta el año 2001. Fue decano en la facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma y del Instituto de Derecho Canónico San Pío X, en Venecia, desde 2003.
Se desempeñó como prelado canonista de la Penitenciaría Apostólica, referendario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica y Juez del Tribunal Eclesiástico del Estado de la Ciudad del Vaticano. Benedicto XVI lo elevó a la dignidad episcopal, asignándole la sede titular de Civitate y lo nombró secretario del Consejo Pontificio el 15 febrero de 2007.
Entre sus numerosas publicaciones se encuentran “El proceso y los procedimientos en Derecho Canónico”, “Código de Derecho Canónico”, edición anotada, dirigida junto con el presbítero Pedro Lombardía; “El Sínodo de los Obispos”, “Legislazione sull'organizzazione centrale della Chiesa”, “Diritto dell'organizzazione ecclesiastica”, “Metodo, fonti e soggetti del Diritto Canonico”, dirigido junto con G.P. Milano; “Città del Vaticano”, “Governance Structures within the Catholic Church”, “Il Sistema dell'Organizzazione ecclesiastica”, “Codice di Diritto Canonico e leggi complementari”, “Codice di Norme Vaticane”, “Il Sistema dell'Organizzazione ecclesiastica”, “L'Istruzione "Dignitas Connubii" nella dinamica delle cause matrimoniali”.+
Fuente de la información: AICA (Agencia Informativa Católica Argentina)
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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