ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

julio 27, 2008

LIBERTAD DE CONCIENCIA


Volvamos al evangelio y centrémonos en las respuestas de Jesús y no en la actitud de los fariseos que buscaban ponerlo a prueba.


No es fácil escribir un pequeño artículo acerca de un tema en el que abundan documentos eclesiales que clarifican el tema pero quiero aportar, humildemente, una opinión. Y digo así, humildemente, no por una mera retórica sino para que quede claro que no es la opinión de un teólogo o de un catequeta sino de un catequista preocupado por la evangelización.

La lectura de los contenidos de este blog me mueve a muchas reflexiones pero he elegido tres ideas para compartir con los lectores, independientemente que aquí puedan encontrar más material para profundizar.

En primer lugar, una idea recurrente acerca de la cual ya he escrito algunos artículos; tomo como punto de partida un texto del evangelio: “En eso llegaron unos fariseos que querían poner a prueba a Jesús y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?». Les respondió: «¿Qué ha ordenado Moisés?». Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse». Jesús dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer; por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe»” (Marcos 10, 2-9).

Me pregunto, ¿hay algún aspecto de este texto que puede hacer pensar en una condena de las parejas que se divorcian?

Los fariseos le plantean el problema a Jesús; el correlato con la actualidad es muy similar: el mundo le plantea a la Iglesia la misma pregunta. Jesús dice que “Moisés tomó en cuenta lo tercos que eran…”. Una respuesta que también puede tener su correlato idéntico con el hombre de hoy. Para hablar el mismo lenguaje, la Iglesia, al escribir la ley, podría tener en cuenta lo tercos que somos nosotros, ¿por qué no?

Haciendo esa salvedad, Jesús remata con una clarísima frase: “lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe”. Nada dice de las uniones que Dios no ha unido; lo que el hombre unió se puede separar; lo que Dios unió, es indisoluble.
Por eso, la Iglesia acepta el casamiento de un divorciado que con su primer pareja no ha recibido el sacramento, con alguien soltero o también divorciado que tampoco haya pasado por el altar. ¿Por qué lo acepta? Sencillamente porque ninguno de los dos ha recibido el sacramento del matrimonio con anterioridad; dicho en otras palabras, no han sido unidos por Dios.

Ahora bien, ¿cuántos pasan por el altar y tampoco reciben el sacramento? Es lo mismo que ver una ceremonia de casamiento en una telenovela; todos sabemos que no hay casamiento porque es una ficción, una actuación. Y, lamentablemente, muchas de las ceremonias que se celebran en las iglesias cada semana, también son una actuación. O al menos están viciadas de nulidad por alguna de las causas contempladas en el derecho canónico.

Sólo teniendo en cuenta esto (aunque hay muchos más motivos), la Iglesia debería ser más comprensiva para facilitar las cosas a quienes han tenido una experiencia de pareja y luego desean casarse.
Parece mentira que una de las principales enseñanzas de Jesús, no juzguen y no serán juzgados, no se ponga en práctica con verdadera caridad y, en cambio se hagan exhortaciones conservadoras e integristas que no reflejan el mensaje del evangelio y califican el problema como “una verdadera plaga en el contexto social actual” (cfr. Sacramentum caritatis nº 29).

Quienes creemos en la indisolubilidad del matrimonio sostenemos precisamente eso: que el matrimonio unido por Dios es indisoluble; pero no nos arrogamos la posibilidad de afirmar que todas las parejas que se unen lo hacen de esa manera. Y, para hablar en los mismos términos eclesiales, si alguien comete ese error, hay que aceptar su reparación.

En segundo lugar, respecto al debate acerca de recibir o no la comunión eucarística, lo que está en juego, en el momento de recibir la comunión, es el estado de gracia o la situación de pecado de la persona… y es precisamente en eso donde el tema del discernimiento pesa más.

Desde un punto de vista pastoral, no llego a comprender cómo es posible que se le niegue la comunión eucarística a quien la desea tan profundamente y, al mismo tiempo se ofrece sin condiciones a tantos que no la quieren recibir.

Asimismo, proponer la “comunión espiritual” para los divorciados en nueva unión, me parece una incoherencia. Si se puede estar en comunión espiritual, ¿por qué no se puede recibir el sacramento? ¿Acaso no hay presencia de Jesús entre personas que se reúnen en su nombre, en el servicio de amor a los demás, en su Palabra o en el corazón sincero que busca encontrarse con él?

Por último, frente a los problemas “legales” y “canónicos”, se me ocurre mencionar el encuentro de Jesús con el joven. “Maestro bueno, ¿que he de hacer para alcanzar la vida eterna? (…) Ser fiel a la ley de Moisés y a los profetas (…) Eso ya lo cumplo desde pequeño (…) Entonces, déjalo todo y sígueme”.
¿Qué era ese “todo” que debía dejar el joven para seguir a Jesús? ¿Acaso no sería ese seguimiento a la Ley sólo por cumplimiento como la mayoría de los escribas y fariseos? Para seguir el camino del amor hay que dejarlo todo. Los discípulos de Jesús se sentaron más de una vez a la mesa sin lavarse las manos, y el mismo Maestro curaba en sábado… y sí, para seguir a Jesús no hay que estar atado a nada.

Volvámonos al evangelio y centrémonos en las respuestas de Jesús y no en la actitud de los fariseos que buscaban ponerlo a prueba.

Juan Carlos Pisano
jcpisano@fibertel.com.ar

Comentario:

JCPisano es uno de los más importantes escritores y comunicadores sociales de Argentina, especializado en temas religiosos, con un curriculum excepcional, que además hace casi 10 años nos abrió las puertas de El Domingo, esa hojita que nos esperaba cada semana en los bancos de la iglesias de casi todo el pais, para hablar de este tema que nos apasiona: la problemática de los católicos divorciados en nueva unión.

2 comentarios:

  1. Hola,

    Con todo respeto indico, ciertamente ahora hay mucha dureza de corazón, pero no comparable con aquel tiempo, ¿por qué tan seguro? porque ya Cristo lo ha cambiado todo al entrar en el tiempo y encarnarse en este mundo, ha marcado la propia historia, la creación ha gozado de su presencia física además de su presencia espiritual, tenemos sacramentos en que recibimos gracias de Dios, bautizo, comuniones, confesiones, etc.; entonces, aquella ley de Mosisés aplicada a los duros/tercos no es ya para nuestras realidades, que como mencioné son abismalmente distintas a las de aquellas personas. Nosotros contamos con muchas gracias que antes nuestros antepasados no contaban, el mundo no estaba listo para recibir Cristo Jesús.

    ¿Cuántos pasan por el altar y tampoco reciben el sacramento? No lo sabemos con certeza, no se pueden juzgar corazones, sólo Dios es capaz de eso, pero se puede determinar objetivamente (no en todos los casos) cuándo no hubo el sacramento, como por ejemplo: cuando se ha obligado a alguno de los contrayentes, cuando se ha ocultado algo clave para el desarrollo del matrimonio (otra pareja y/o hijos, esterilidad de algún contrayente, algún trastorno mental severo)... la Iglesia da lineamientos más claros que los míos que son tan probres y tiene procesos para buscar determinar que no hubo sacramento (matrimonio nulo).

    "Iglesia debería ser más comprensiva para facilitar las cosas a quienes han tenido una experiencia de pareja y luego desean casarse". La iglesia busca que tú y yo nos salvemos, al igual que todas las personas que existen, no es cuestión de facilitar la vida a las personas, crecer en popularidad, etc.

    La Iglesia no juzga, la Iglesia enseña y transmite lo que Cristo nos ha enseñado.

    "La comunión espiritual para los divorciados en nueva unión, me parece una incoherencia. Si se puede estar en comunión espiritual, ¿por qué no se puede recibir el sacramento?" Aquí falta conciencia de lo que es el sacramento, la eucaristía es el cuerpo santísimo de nuestro Señor Jesucristo, nuestra humanidad indigna no puede recibirlo sin estar libre de conciencia de pecado mortal, el vivir en adulterio (también me refiero a casados por la Iglesia, que conviven con otra pareja) es pecado mortal. Una vez más nosotros administramos las gracias de Dios. Dios con su infinita misericordia-justicia-sabiduría sabrá a quien recibe en su comunión espiritual y a quién no, sólo Él conoce los corazones y el verdadero arrepentimiento, la Iglesia está limitada a lo que puede conocer, si la persona vive en situación de pecado, la Iglesia no puede entregar el cuerpo santísimo de nuestro Señor Jesucristo. Con qué intención comulgan otras personas, Dios lo sabrá y sabrá las irreverencias que por negligencia, ignorancia o incoherencia hacemos.

    Ahora, nosotros no tenemos autoridad alguna para hacer juicios de valor a las decisiones de la Iglesia en términos de la salvación de la humanidad, la Iglesia es la administradora de la gracia, Cristo Jesús se lo encargó, lo que desate en tierra será desatado en el cielo y lo que se ate también.

    Espero realmente haber colaborado con aquello que estás preocupado, la evangelización.

    Cordialmente,

    Carlos David

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  2. Gracias Carlos por compartir tus puntos de vista, de eso se trata este blog, que aspiramos que se lea en cualquier parte del mundo.

    Donde haya un católico divorciado en nueva unión, ese sitio será nuestro lugar

    No creemos en el pensamiento único ni somos dueños de ninguna verdad y aunque no he escrito el artículo que comentas, me parece muy bien que cada uno se exprese con libertad y de acuerdo a sus convicciones.

    Te agradeceremos nos cuentes en que pais resides y como llegaste hasta La Barca, puedes hacerlo por aquí o dirigiendote a labarca@ymail.com.

    Las puertas están abiertas, de hecho te convocamos, aque participes en cada oprtunidad que lo desees.

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