Esteban, desde México, leyó uno de nuestros posts y nos dirigió vía
facebook el mensaje que reproducimos y nuestra respuesta es
la que transcribimos.
Nos dijo:
Hola. Mucho gusto..
¡Bendiciones a usted y los suyos!
Leí su posting sobre el Cardenal Kasper y la misericordia a los
divorciados vueltos a casar... ¿Me puede, por favor, ayudar, a entender ésto?
Si Jesucristo sentenció, p.ej., "[y] yo os digo que cualquiera que se
divorcie de su mujer... y se case con otra, comete adulterio..." (Mt
19:9); y el Sexto Mandamiento prescribe "No cometerás adulterio" (Ex
20:14), entonces, ¿acaso una persona divorciada civilmente y vuelta a casar
civilmente que mantiene un matrimonio católico no decretado nulo --y, por ende,
sacramento válido--, no vive en adulterio "permanente"?
GRACIAS por su amable y pronta respuesta. Buenas noches.
Así contestamos:
En primer lugar gracias por su pregunta,
aunque la misma pareciera venir con respuesta incluida, de todos modos le contestaremos
por la delicadeza y respeto con la que la ha realizado.
Todo lo que usted dice es cierto y
forma parte de nuestro conocimiento,
pero quedarse con la letra fría y dura, quizás, pueda conllevar algún
error.
Quienes siendo católicos comprometidos
que hemos pasado por la terrible y dolorosa experiencia de un divorcio no lo hemos
hecho para luego casarnos civilmente, vivir en adulterio, reclamar un
tratamiento misericordioso y que se nos permita acceder a los Sacramentos como
si nada hubiera sucedido.
Somos divorciados en nueva unión pero no masoquistas de la fe.
Para solucionar este problema
existen los Tribunales Eclesiásticos, quienes tienen la llave para terminar con
esta discusión, para lo cual no hace falta cambiar creencias, dogmas ni revisar
los textos sagrados, sobra con que se aplique el Derecho Canónico y fin de la historia.
Nuestra problemática, que lleva
siglos de discusión y afecta y atraviesa las sociedades en forma transversal,
afectando sin solución de continuidad a todos los sectores sin discriminación de
sexo, status social ni nivel educacional reclamamos que sea atendida con
misericordia y fundamentalmente con realismo, sin hipocresía y falsos preconceptos.
¿Que proponemos?
Sencillamente que los Tribunales Eclesiásticos
impartan las mismas resoluciones en tiempo y forma para los pobres y anónimos
como en muchos casos, lamentablemente, se hace con ricos y famosos, con eso,
simplemente eso, se solucionarían una cantidad enorme de problemas y dolores.
Somos divorciados en nueva unión pero no imbéciles ni distraídos de la
fe.
Pero el tema sigue y su
duda legitima, se merece una explicación más detallada por eso esta segunda
parte.
Nuestra querida Iglesia Católica
es bastante flexible con los divorciados civilmente, hasta le podríamos decir
con los divorciados en nueva unión ya que impone restricciones sólo y exclusivamente
para el acceso a un Sacramento que no es precisamente la Eucaristía, ya que eso
es la consecuencia no la génesis del problema, la restricción es a la Confesión,
ya que al no haber arrepentimiento (de la nueva unión) resulta obvio que no
habrá absolución y todo lo que viene a continuación, comunión sacramental
incluida.
La verdadera causa de la
irregularidad de nuestras situaciones, tal como lo describe la EA Familiaris Consortio
pasa por el no vivir como hermanos, en términos sencillos, por el tener
relaciones sexuales entre los cónyuges, si ha esto se renuncia, los divorciados
vueltos a casar podrían comulgar sin ninguna restricción, aunque suene extraño
es así.
Somos divorciados en nueva unión pero no maniáticos sexuales que nos pasamos
el día teniendo sexo en forma ilimitada ni nuestros hogares son un burdel.
Para agregar más confusión al
tema la Iglesia, nuestra querida Iglesia, nos invita a la Comunión Espiritual,
como si existieran dos Cristos, dos sacrificios en la cruz, dos historias, una
para los presuntamente santos y otra para los pecadores, quizás olvidando para
que vino Jesús a este mundo.
Los santos, los perfectos,
los inmaculados, los impolutos, los maravillosos quizás no necesitaban que Dios
enviara a su hijo y que encima muriera crucificado, vino a este mundo para los
pecadores de ayer y de siempre, para los que venimos, vivimos y sufrimos en las
periferias, tal como lo describe el papa.
Si la comunión espiritual
fuera realmente para todos aquellos que realmente no deberían estar en condiciones
de acceder a la Eucaristía, incluyendo, obviamente, a los matrimonios sacramentados
que obvian descaradamente a la castidad conyugal, los no casados que mantienen
relaciones y los que usan DIUs y/o preservativos y algunas otras situaciones, las
fábricas de hostias casi desaparecían de la faz de la tierra.
Somos divorciados en nueva unión pero no comemos vidrio.
La respuesta podríamos extenderla
casi hasta el infinito, pero con la fe puesta en que el Espíritu Santo se pose
sobre los Obispos que participarán del próximo Sínodo y los ilumine, creemos
que hasta aquí es suficiente.
No pretendemos coincidencia
con nuestras posturas, con su preocupación sobre el tema ya nos resulta suficiente.
Gracias por darnos la oportunidad
de manifestarle a Usted y de recordarles a quienes nos visitan desde 81 países,
que por ser católicos divorciados en nueva unión no tenemos el Infierno asegurado,
aunque para llegar al Cielo todavía nos falte recorrer un camino demasiado
largo y al que por nuestra situación y por otros muchos pecados quizás nunca alcancemos.
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