ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

julio 26, 2014

RESPUESTAS A UN PERIODISTA ESPAÑOL (parte 18)

Para preparar este reportaje, he hablado con un divorciado que me decía que una persona asesina o una mujer aborta, se arrepiente, se confiesa, y la Iglesia le abre los brazos de nuevo, cosa que no ocurre con el divorcio.
¿Tiene el divorcio 'peor' imagen que otros 'pecados' -perdona la expresión-?

            Independiente de lo que se haya realizado, para acceder al Sacramento de la Confesión o de la Reconciliación, que dicho en términos sencillos es como un llenar otra vez el tanque de combustible del coche para seguir en el camino, la Iglesia nos propone cinco pasos a seguir para recuperar los puntos que hemos perdido en nuestro carnet de conducir, que son los siguientes:

1. Examen de Conciencia.
2. Arrepentimiento.
3. Propósito de no volver a pecar.
4. Decir los pecados al confesor.
5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia.

            Veamos algo concreto:
Un serio y sentido examen de conciencia nos puede permitir sin demasiado esfuerzo poner blanco sobre negro algo que hicimos que contradice la ley de Dios y sobre lo cual realmente nos arrepentimos y nos comprometemos a no volver a incurrir en lo mismo y hasta intentamos, del modo que se pueda, reparar el daño infringido, algo que a veces no es posible, y si además venciendo orgullos y vergüenzas nos ponemos delante de un sacerdote aceptando su jerarquía, como verdaderos intercesores y estamos dispuestos a recibir la absolución y a cumplir la penitencia que nos dé, entonces sea cual sea el pecado cometido podremos acercarnos a la Eucaristía.

            Entendido y aceptado lo anterior podríamos dar por contestada la pregunta, pero avanzaremos ya que el análisis da para mucho más.

            A diferencia de la Justicia Civil o Penal, para esto no hacen falta testigos ni abogados, ni pagar tasas ni presentar pruebas, ni nada que se le parezca, el sacerdote no es juez, así que si se le quiere mentir se miente y nadie se entera, pero si lo que uno pretende es recomenzar una relación plena con Dios es porque cree en Dios y entonces para que mentir, si Él será el verdadero juez que sabrá la verdad de nuestros corazones, hasta antes de decirla.

            Mentir en la Confesión no es mentirle al sacerdote es mentirse a uno mismo, apelando a la sencillez, mentir al confesarse es una verdadera estupidez, para eso: mejor ni perder el tiempo.

            Así pues, quien haya robado, asesinado, abortado o realizado cualquier acción que signifique una rotura de la Alianza entre Dios y los hombres y cumpla con lo indicado anteriormente, podrá recibir a Jesús Sacramentado a través de la Eucaristía, como una definición algo más precisa que la apertura de brazos de la pregunta original, ya que la Iglesia no le cierra las puertas en la cara a nadie, ya que la mayor pretensión es que todo el mundo encuentre el camino de la Salvación.

            El párrafo anterior fue redactado en tiempos pretéritos (robado, asesinado, abortado) y no por casualidad, sino para dejar constancia expresa que los hechos motivo de la Confesión son puntuales, aunque puedan ser reiterados pero siempre incorporados al pasado, cosa muy diferente de lo que sucede con los divorciados en nueva unión, donde lo fundamental pasa por la persistencia (nosotros seguimos unidos) falta de arrepentimiento (no estamos en absoluto arrepentidos de haber formado una nueva familia ni de la realización de todos los actos propios de un matrimonio) con lo cual si el pecado es la unión y el propósito de no volver a pecar es lo contrario, no tenemos ninguna intención de destruir nuestras familias, con lo cual no tenemos posibilidades de acercarnos a la confesión y en consecuencia no podemos acceder a la comunión.

            A pesar de tener plena conciencia de las diferencias entre unas situaciones y otras no deja de ser doloroso ver a “algunos” que se acercan a comulgar y comulgan cuando otros se quedan sin poder hacerlo, pero es lo que hay y mientras que no haya cambios las cosas son lo que son.

            Si cualquiera se preguntara que es peor: asesinar y arrepentirse o casarse por la Iglesia, divorciarse, casarse de nuevo, formar una familia, darle contenido cristiano y no arrepentirse, seguramente todos o casi todos dirían que lo 1º es peor, pero seguramente lo dirían con un pensamiento diferente al de los cánones de la Iglesia y aquí no se trata de que cada uno haga lo quiera.

            Formar parte es aceptar las normas, a partir de allí se abren diferentes opciones: no aceptarlas y autoexcluirse, inventarse una inexistente relación directa con Dios, aceptarlas y hacer todo lo que se pueda y por último aceptar, cumplir, disfrutar, y con las limitaciones y posibilidades que se brindan intentar hacer algo más, ese es nuestro derrotero, por esa senda marchamos, sin esperar nada, pero con esperanza y con eso ya tenemos bastante.

Como en la publicidad de American Express: Pertenecer tiene sus privilegios (y también sus limitaciones)



DESDE ESTOS PAISES NOS VISITAN. A POCO LO IREMOS POBLANDO (Este lo iniciamos el 26/11/13)