ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

diciembre 11, 2008

OPINIONES DE MONSEÑOR AGUER SOBRE COLOQUIOS NOCTURNOS EN JERUSALEN


Luego de revisar los buscadores Google, Terra y Yahoo, en sus versiones integrales de la red, encontré muy pocas opiniones desfavorables al libro Coloquios Nocturnos en Jerusalén y creo oportuno compartirla, la fuente es AICA (Agencia Informativa Católica Argentina) y las recoge declaraciones de Monseñor Aguer en un programa de televisión


DEFENSA DE LA “HUMANAE VITAE”

Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”
(Sábado 29 de noviembre de 2008)

Recientemente se ha publicado un libro del Cardenal Carlo María Martini titulado “Coloquios nocturnos en Jerusalén”.

El título podría interpretarse en este sentido: en esa obra el ilustre Cardenal emite algunas opiniones muy poco claras, más bien obscuras, nocturnas.

Opina, poniendo en duda verdades y prácticas sostenidas permanentemente por la Iglesia, tales como el celibato de los sacerdotes, la ordenación sacerdotal reservada a los varones, la inmoralidad de las relaciones homosexuales.

Pero donde el Cardenal es muy claro es en su crítica, una crítica muy severa, a Paulo VI y a la Encíclica “Humanae Vitae”, de cuya publicación se ha cumplido este año el cuadragésimo aniversario.

Llega a decir cosas muy serias, como que esta Encíclica ha producido un grave daño con la prohibición de la contracepción artificial que allí se establece, lo cual habría determinado que muchas personas se hayan alejado de la Iglesia y la Iglesia de las personas.

Más aún: el Cardenal Martini parece imputarle a Paulo VI haber ocultado la verdad, como que el Papa, en realidad, no estaba convencido de lo que afirmaba en su encíclica, pero lo hizo igual.

Las críticas continúan, porque enfocan también a Juan Pablo II que “siguió el camino de una rigurosa aplicación” -dice el Cardenal Martini- de las prohibiciones de la Encíclica con el propósito de mantener las afirmaciones que había hecho Paulo VI en un plano absolutamente indudable.

El antiguo arzobispo de Milán propone que la Iglesia corrija el error cometido.

Dice textualmente: “Probablemente el Papa no retirará la Encíclica. Pero puede escribir una nueva e ir en ella más lejos.. Estoy firmemente convencido de que la conducción de la Iglesia pueda mostrar un camino mejor del que logró mostrar la “Humanae Vitae”. La Iglesia recuperará con ello credibilidad y competencia.

Es un signo de grandeza y de seguridad en sí mismo que alguien pueda admitir sus faltas y la estrechez de su visión de antaño”.


Llama mucho la atención que un Cardenal, un hombre tan inteligente, tan destacado, como es el Cardenal Carlo María Martini se haga eco y haga suyas las críticas que dirige y ha dirigido a la Iglesia, durante décadas, la cultura secularizada y aquellos sectores intraeclesiales que se han manifestado en una postura de disenso contra el magisterio eclesial.

En realidad la doctrina de la “Humanae Vitae” sigue una tradición constante que arranca en los Santos Padres.

Los Padres de la Iglesia han condenado como inmoral la anticoncepción y cuando las técnicas modernas presentaron nuevos caminos para frustrar la fecundidad del acto conyugal, desde principios del siglo XIX, el magisterio eclesial ha sido constante en señalar la negación de la apertura a la vida como un acto intrínsecamente malo.

Podemos mencionar, entre otros documentos, la Encíclica “Casti Connubii” del Papa Pío XI, los numerosos discursos de Pío XII, lo que dice el Concilio Vaticano II en la Constitución “Gaudium et Spes”, las intervenciones de Juan XXIII, la misma “Humanae Vitae” y muchos discursos de Paulo VI y toda la enseñanza de Juan Pablo II, especialmente su teología del cuerpo y de la sexualidad.

En la Encíclica “Humanae Vitae” se afirma algo fundamental, que tiene que ver con el sentido del amor conyugal: el carácter inseparable del doble significado del acto de los esposos, el significado unitivo y el procreativo.

Se trata de una verdad natural, pero además en ella se juega algo fundamental para la vida cristiana de aquellos fieles de la Iglesia que están llamados al matrimonio.

Además, Benedicto XVI ha ratificado expresamente la doctrina de la “Humanae Vitae” y lo ha hecho en varias oportunidades este año.

Quiero citar un discurso del 10 de mayo donde el Santo Padre dice: “40 años después de su publicación esa doctrina no sólo sigue manifestando su verdad, también revela la clarividencia con la que se afrontó el problema”.

Benedicto XVI recuerda también que el texto de la “Humanae Vitae” ha sido muchas veces mal entendido, y aún tergiversado. También señala: “Lo que era verdad ayer sigue siéndolo igualmente hoy. La verdad expresada en la “Humanae Vitae” no cambia, más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee”.

Se refiere el Papa precisamente, al significado verdadero del amor conyugal”.

Las desafortunadas opiniones que vierte el Cardenal Martini en su libro, probablemente han obtenido la adhesión de algunos grupos, de algunos sectores de gente que piensa que son planteos inteligentes y a los cuales habría que hacer caso.

De hecho, entre nosotros han sido difundidas con beneplácito por medios de comunicación que habitualmente descalifican la enseñanza tradicional de la Iglesia.

Pero, además, me temo que para la mayoría de los fieles hayan resultado escandalosas.

Dicho esto con el respeto debido al ilustre Cardenal.

Ahora bien: nosotros, si nos dejamos llevar por el instinto de la fe, nuestro sano instinto católico, sabemos muy bien a lo que tenemos que adherir.

Tenemos que adherir a la doctrina constante de la Iglesia y a la enseñanza de Benedicto XVI que es el Pastor que actualmente, a todos, nos guía.

A esa enseñanza debe adherir, tanto el más humilde de los fieles como el más publicitado de los cardenales.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

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