Muchos de los problemas y dolores que tenemos son responsabilidad nuestra y aunque duela hay que asumirlo, pero que nadie dude que recibimos bastantes ayudas para equivocarnos y que muchos de los que dicen ayudarnos para que no nos ahoguemos, nos tiran un salvavidas de plomo.
Veamos algunos ejemplos:
I) ERROR DE INFORMACIÓN
En algunos arrebatos de histeria, la solución pasa a ser el comúnmente denominado ‘’hago la mía’’ y a partir de ese momento o se empieza a comulgar y listo, o se deja de participar en la vida eclesial. De un modo u otro ninguna solución aparece como relacionada con esta postura.
Una deficiente información respecto de las posibilidades y restricciones que impone la Iglesia a los divorciados vueltos a casar poco ayuda a convocar fieles a la tarea de la evangelización, al extremo que muchos se sienten separados de la Iglesia y otros hasta llegan a suponer de modo absolutamente equivocado que a partir de su situación han sido excomulgados.
Alguien debería hacerse cargo de tamaña desinformación.
II) CASTIGO AL PENSAMIENTO
Por otro lado están los que conociendo la Doctrina se encuentran alejados, ya sea por marginación o por falta de inserción efectiva, ya que las posibilidades de participar de una Pastoral donde se transmita con fidelidad la verdad de la situación, resulta tan difícil de encontrar que muchas veces uno abandona el intento, por que se torna imposible la lucha contra con los molinos de viento.
Máxime cuando todo parece reducirse a plantear que la fe no tiene dueño y que independientemente de quien haya llegado primero a determinado grupo, Iglesia somos todos, hasta los que piensan distinto a los dirigentes, solamente por aceptar las palabras del Papa.
Aunque parezca mentira esta situación existe y es mucho más frecuente de lo que podría imaginarse.
III) POSTURAS DISCRIMINATORIAS
También muchos que objetan la participación de divorciados vueltos a casar en la vida eclesial soslayan de modo alarmante su propia conducta, y olvidan su vida de todos los días, sin que esto sea motivo de ninguna dispensa particular a quienes tenemos un status familiar irregular.
O todos son permanentemente arrepentidos o su actitud es rayana con la hipocresía.
IV) ERROR DE APAREAMIENTO
Si la búsqueda de la Salvación es más profunda, podremos recalar en algún otro intento en el cual con el equivocado preconcepto de una falsa discriminación, pretenden colocar a todos en la misma bolsa, juntando a quienes son matrimonios sacramentados con parejas en nueva unión obviando que sus problemáticas, son de carácter tan distinto que al poco tiempo de andar las diferencias deberían surgir como los hongos después de la lluvia.
Por este camino la solución tampoco se llegará, ya que es como viajar en el furgón de cola de un tren que va a ninguna parte.
V) TODOS LOS HIJOS
Una Pastoral para matrimonios sacramentados o no, que prescinda de tratar el tema de la relación con los hijos está condenado al fracaso más rotundo, y el tratamiento de este tema difiere sustancialmente si se habla de los propios y únicos de la familia, o si en el análisis interviene la relación con los míos, los tuyos y los nuestros.
El dolor inconmensurable de no poder comulgar sólo puede ser comprendido o por quien lo padece o por aquel que sabiéndose no estar en condiciones de acceder con el corazón libre de pecados, por alguna causa inconfesable debe comulgar.
Los sacerdotes descuento que son conscientes de este lacerante padecimiento, pero dudo que muchos laicos lo comprendan en plenitud.
La consideración que plantea que el tema de los hijos es para todos igual, es una muestra cabal de la terrible incomprensión respecto de las familias ensambladas.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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