ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

mayo 02, 2014

EN URUGUAY CONTESTARON LA ENCUESTA (PARTE 2)

Lo que sigue es la 2º parte de las respuestas a la Encuesta preparatoria del Sínodo de Obipos, elaborada por el grupo El Alfarero de Uruguay
Sigue así:
La metodología que utilizaremos en el trabajo, será la de ir respondiendo las preguntas tal como han sido formuladas, limitándonos al numeral 4 desde el literal c.

Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles
c) Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastoral adecuados?

Los separados en nueva unión son una realidad inobjetable difícil de evaluar numéricamente. 

Nuestra existencia (Grupo El Alfarero) es testimonio de la existencia de esta realidad.  

Lamentablemente, en forma orgánica, la Iglesia no ha practicado ningún programa pastoral al respecto,
aunque  la iglesia local que ha aceptado nuestro trabajo como grupo, no ha puesto objeciones a nuestro accionar, y ha contribuido a difundir nuestras convocatorias dándonos un espacio en la Viciaría de la familia.

d) En todos estos casos, ¿cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Son conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?
La gran mayoría lo viven con indiferencia, pero los de arraigo cristiano se sienten en falta y por ello se autoexcluyen de la Comunidad.

Su separación de la comunidad y de la participación en los sacramentos es vivido con mucho dolor por las personas de tradición cristiana.

Sienten que son marginados, reiteradamente se les recrimina y se les hace sentir que su falta no es reconciliable. Ni siquiera el sacramento de la reconciliación (al que tampoco acceden) puede dar paz a sus vidas.

Se ven excluidos de la Comunión y no pueden comprender las razones  que se aducen de carácter doctrinal.

Personas con más formación no dejan de advertir ciertas incoherencias en la misma doctrina y entre ésta y su aplicación en normas y cánones.

Para otras personas, las normas disciplinares, incluso las propuestas pastorales que se dan, se perciben como exhortaciones piadosas ajenas a la realidad y a la misma condición de casados. Esto provoca rechazo y en el mejor de los casos, que se desentiendan de las orientaciones de la jerarquía.

e) ¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en esta situación, ¿Cuántas piden estos sacramentos?
Los bautizados, con práctica sacramental frecuente, que experimentan la ruptura del matrimonio y que optan por una nueva unión, piden en primer lugar que se les comprenda, que se les considere personas capaces de un seguimiento de Jesús en el estado matrimonial pese a su primer fracaso y que se valore su esfuerzo por rehacer sus vidas y una familia.

Piden a los estudiosos que aporten nuevos elementos en el campo doctrinal, jurídico y pastoral que permitan remover los obstáculos que actualmente impiden una plena participación en la Eucaristía.

Por nuestra parte, aun comprendiendo la postura tradicional de la Iglesia, nos adherimos a la visión que presenta el papa Francisco cuando dice que La Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” y pedimos que se readmita a la mesa de la Eucaristía a quienes con sinceridad buscan rehacer sus vidas.

Nos parece igualmente que la confesión sacramental recobraría todo su significado si sellara un proceso serio de discernimiento y de cambio de vida.


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