El libro Coloquios Nocturnos en Jerusalén, parece llamado a ser un ícono del nuevo milenio, ya que levanta tantas opiniones, que ni siquiera la mejor campaña de publicidad podría haber conseguido.
Nace casi sin pecado original, ya que su autor difícilmente pueda ser tachado de marxista, tercermundista o anticlerical, baste recordar que quizás hoy podría llevar otro anillo en su mano y qué decir de la editorial, sin dudas una de las más prestigiosas dentro del mundo católico, al menos de habla hispana, un sitio recurrente para todos aquellos que disfrutamos de literatura con contenido, con ese perfume maravilloso que es el leer lo nuestro y así enseñárselo a nuestros hijos.
Estos dos elementos lo sitúan en un plano superlativo y seguramente lo convertirán en un best – seller, no los que disfruten con su lectura y lo recomienden, sino los que lo contradigan e impulsen a leerlo y el tiempo dirá si esto es así o pasa exactamente lo contrario.
Obviamente que muchas de las ideas que plantea son fuertes, difíciles de asimilar, pero el debate de ideas nunca viene del todo mal, quizás algo se pueda sacar en limpio.
Cuando me preparé para mi primera comunión se hacía en un año, desde hace tiempo la preparación en muchos países es en dos, y en algunos lugares hasta en tres, antes se la podía tomar a los siete años ahora a los nueve, cuando aprendí el Padre Nuestro era de una forma luego cambió, comulgué bajo las dos especies en un retiro espiritual de la Acción Católica en 1.969, en una hecho insólito en mi vida, luego se hizo cada vez más común y hoy se recibe en la mano, y así la lista puede seguir, alguien lo pensó, alguien lo propuso, alguien lo apoyo y seguramente otros no, sin embargo no chocaron los planetas por esas ni por ninguna otra cosa y la lista podría continuarla casi hasta el infinito.
Pero hay un tema recurrente y es el relacionado con la sexualidad, en el cual sería muy bueno e ilustrativo que se le diera el mismo tratamiento y la misma difusión a la castidad conyugal que a otros aspectos, tal el caso de los divorciados en nueva unión, ya que todo parece formar parte del mismo capítulo y con ligeras variantes de la misma problemática.
Si el tema del acceso a los sacramentos está vedado para quienes tienen una nueva unión y no viven en completa abstinencia y se lo menciona cada vez con mayor intensidad, me cuesta entender porque el mismo tratamiento no se da para quienes estando casados sacramentalmente llevan una vida plena, sin apelar exactamente a métodos naturales.
Este tema, que también es tratado en el libro no es nuevo, en el Sínodo algunos obispos también plantearon la situación de los divorciados en nueva unión e independientemente que no haya alcanzado para producir ningún cambio, la situación quedó lo suficiente instalada, con lo cual libros más, libros menos, sigue y seguirá vigente.
En el pasado reciente la escultura de una rana verde crucificada instaló nuestra fe en los medios, más cercano fue la campaña de la asociación italiana Teléfono Donna contra la violencia de género, que muestra la imagen de una mujer en un lecho en una posición que parece la de la crucifixión de Cristo, que también dio bastante que hablar en los medios de varios países, al menos en Europa, sin contar algún que otro hecho de magnitudes superlativas, nada de todo esto y mucho menos el libro en cuestión han mellado mi fe y quiero suponer que tampoco la de varios otros.
Por todo esto, bienvenido el libro, bienvenido el debate, bienvenidas las ideas, bienvenido todo aquello que con respeto nos haga sentir que estamos vivos y si hay cambios también bienvenidos y si no los hay, Dios sabrá porque no suceden.
Nuestra Iglesia tiene 2.000 años y ni esta publicación, ni ninguna idea trasnochada, de un signo o de otro (porque lo que produce urticaria, no es de un solo color) la destruirá, así que tranquilos, cada uno a seguir en el camino, tratando de ser con nuestra conducta un verdadero ejemplo para los demás, que quienes nos vean puedan decir, ese es cristiano y su vida es verdadero testimonio.
Nuestro blog (www.labarcaglobal.blogspot.com) está hecho por y para católicos divorciados en nueva unión y desde allí nos hemos eco no sólo del libro, sino de las aspiraciones, sueños, dolores y angustias que la problemática genera, de las cuales algunas están plasmada en Coloquios…, y no por ello lo compartimos en plenitud ni suponemos ser merecedores de ninguna amonestación por haber tenido acceso a su contenido.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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