Por favor, haz un poco de memoria, recuerda cuando alguna de esas cosas que nos pasan, al menos a algunos divorciados en nueva unión y si te sucedieron ¿qué pasó por tu mente?
Te ayudaré a recordar o cuanto menos a poner en común ”cositas que suceden”, veamos algunos casos:
Incomprensión de los que no nos entienden como seguimos en la Iglesia.
Falta de plazas en colegios católicos, cuando muchas están ocupadas por muchos que falsean las declaraciones juradas y por otros que a lo sumo entienden la Navidad, como una gran comilona con parientes y regalos de Santa Claus, para los más chicos.
Información escasa, aleatoria, subjetiva y acomodada a la opinión de quien la da.
Análisis peyorativo de la cantidad de quienes estamos en esta “situación irregular” y de las causas que nos movilizan a buscar apasionadamente respuestas.
Subordinación de nuestra posibilidad de inserción a tareas caritativas o a pasar la canasta de la limosa en las misas.
Soluciones magistrales para nuestra situación, incluyendo en los casos que sea posible, hasta la propia separación.
Discriminación por nuestra condición, al extremo que algunos nos adjetivan como no católicos, por el hecho de habernos divorciado. I
Impulso a la contradicción y a la confusión, cuando otros (en privado, obviamente) nos remiten a una cuestión de conciencia, pasando olímpicamente del Fuero Externo.
Y la lista podría seguir sin solución de continuidad casi hasta el infinito y en varios casos te habrás preguntado, todo esto ¿a quién le importa?
Si llega a haber cambios algún día, seguramente no será mañana, pero quizás alguna vez se produzcan, hasta ese momento e independientemente de la situación en la que cada uno se encuentre podremos contestarnos esta pregunta, ya sabremos que nuestra situación a alguien le importa, pero de verdad, no de palabras.
La pertenencia a un grupo pastoral es muy importante, casi es el reaseguro del tránsito, pero si se convierte en un club de cristianos de sacristía, como magistralmente lo define el cardenal Jorge Bergoglio, se tienen que ir al museo.
Por eso, hasta que realmente encontremos ¿a quién le importa? hay que seguir rezando para que se ablanden los corazones, para que nuestro tema deje de ser tabú, para que lo que pidió SS Juan Pablo II en la E. A. Familiaris Consortio respecto de la ayuda que debemos recibir se concrete en hechos reales, todo esta hasta que un día nadie se sienta discriminado ya que las puertas del Cielo seguro que están abiertas, aunque aún falta que algunas puertas de la Tierra también se abran.
Mientras tanto, quizás en forma equivocada, pero con total honestidad, podremos preguntarnos: nuestra situación ¿a quién le importa?
