ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

septiembre 25, 2008

REALIDAD DE LOS DIVORCIADOS EN NUEVA UNION


La situación de los que estamos en nueva unión es tan compleja que todas las opiniones son válidas, ésta es la nuestra (en este post y en los dos siguientes)para llegar a conclusiones importantes, sólo falta la tuya, para evitar que nos quedemos a mitad de camino.

Parafraseando respetuosamente a la mujer más controvertida de la historia argentina del siglo pasado, la cual cabe recordar ha sido amada y odiada en casi iguales proporciones, podría decir que:

Si no existieran los que proponen falsas opciones, ni los que pretenden considerar que las nuevas uniones de católicos son asimilables con las sacramentales, escribir estas líneas sería un derecho, pero hoy es mucho más que un deber.

La problemática de los católicos vueltos a casar o en nueva unión afecta de manera distinta según se tome conciencia o no, de la gravedad que esta situación representa a los ojos de las Iglesia y por supuesto del grado de importancia que la misma le da a este tema.

Alcanza con observar la frondosa bibliografía existente y la preocupación permanente del Sumo Pontífice.

Según los últimos datos que maneja la Iglesia Católica en la Argentina, el 88% de su población profesa la religión católica, tomando para esta consideración la cantidad de bautizados respecto de los habitantes.

Para este análisis vamos a obviar a todos aquellos a los que por cualquier causa el tema de la imposibilidad de acceder a la Comunión no les preocupa y mucho menos les afecta.

Vamos a centrarnos exclusivamente en esos hermanos en la fe, a los que si, este tema los martiriza y que lamentablemente y sin datos oficiales que respalden mi posición y a riesgo de equivocarme, tengo la más absoluta convicción que son muchos menos. Ojalá estuviera en un error.

Algunos a los que los afecta, pretenden subordinar el fuero externo a su propia conciencia y despotrican por no encontrar caminos alternativos, y en muchos casos abandonan la lucha, otros en cambio encolerizan al ver recibir la Comunión a asesinos confesos y nunca arrepentidos de sus criminales actitudes, sin comprender que el análisis del proceder es patrimonio de la propia conciencia y que será Dios, en definitiva, el día del Juicio Final el que evaluará las actitudes particulares de cada uno.

En ambos casos se quedan a mitad de camino.

Las leyes están para cumplirlas o para cambiarlas o al menos para internar modificarlas, pero no para acomodarlas a la conveniencia o necesidad de cada uno, ya que de ser así estaríamos ante un caos y no existiría Sociedad que pudiera resistirlo, ni religión que pudiera tolerarlo. Sería el paraíso de la anarquía

Dentro de este grupo de católicos que a su manera quieren cambiar las cosas, pueden escucharse reflexiones muy sentidas y hasta en algún punto compartibles, a no ser por la adhesión sin condicionamientos que impone la propia conciencia y el justo saber.

En este terreno hemos escuchado hasta el hartazgo, la duda dolorosa de algunos viudos o solteros que al formar una nueva unión con un divorciado se ven impedidos de acceder a los Sacramentos, por el solo hecho de continuar su vida con alguien que ostenta el raro privilegio de haber fracasado en su matrimonio anterior.

Estas situaciones tienen un solo posible remedio y es verificar a través de los Tribunales Eclesiásticos si la unión anterior del divorciado, ha sido elevada al grado de Sacramento o si simplemente ha sido una unión de carácter civil, a pesar de la ceremonia, el vestido blanco, y el arroz a la salida del templo.

Llegar a esta conclusión no es tarea sencilla, pero no está reservada a ricos y famosos ni es imposible de arribar, pero convengamos que no es soplar y hacer botellas, ni nada que se le parezca.

Queda otro grupo, numerosísimo dentro de los divorciados vueltos a casar (obviamente reducido a los que les importa y les afecta su condición irregular) que nunca podrán acceder a la nulidad matrimonial, pero que sin embargo tienen la más íntima convicción que todos estamos llamados a la Salvación, por que Dios es justo pero también, afortunadamente, es misericordioso.

De este grupo ya se ha ocupado larga y decididamente la Iglesia a través de la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio a punto de cumplir sus primeros 20 años, de numerosas consideraciones de Juan Pablo II, de una apertura impensada en el pasado reciente, de numerosos documentos de la Congregación de la Fe y de recomendaciones de nuestros Obispos.

A pesar de todo esto y de mucho más que resultaría tedioso enunciar, la más cruda realidad muestra que no resulta suficiente para paliar siquiera en medida alguna el terrible padecimiento que sufren los divorciados vueltos a casar, que con un pretendido fuerte compromiso con la Iglesia y un sumiso espíritu obediente, en cuanto al cumplimiento irrestricto de las verdaderas enseñanzas, pasan sus días no sólo sin acceder a los Sacramentos, sino que además sufren en algunos casos una discriminación vergonzante y muy poco cristiana y en muchos otros casos no encuentran un espacio contenedor, realista, aggiornado, misericordioso y fundamentalmente cumplidor de las instrucciones del Sumo Pontífice y de las recomendaciones absolutamente claras y concretas de todos nuestros Pastores.

Cabría preguntarse en que lugar se produce el punto de inflexión o para usar una terminología más vulgar: el corto circuito.

Si el basamento de una pastoral adecuada es lo suficientemente explícito a partir de las recomendaciones del Sumo Pontífice, si además todos nuestros Pastores intentar transmitir el mensaje de la Salvación con gran fidelidad, si existen intentos aislados, descoordinados pero intentos al fin y todo es o casi todos suponemos con bastante aproximación, que la problemática sigue sin encontrar un adecuado marco de contención, por algún lado hay que buscar la salida.


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