De la lectura periódica de vuestro diario surge con meridiana claridad, que el tema de los divorciados en nueva unión, ocupa un lugar destacado dentro de las preocupaciones de un importante sector de la feligresía, la cual sin duda se la puede catalogar de comprometida.
Esta situación afecta potencialmente, sólo en la Capital Federal de Argentina por lo menos a 300.000 católicos, de los cuales algunos pocos tienen real conciencia del verdadero significado de su status familiar irregular.
Asumir esta realidad y proceder en consecuencia es responsabilidad compartida entre los que sufren la problemática y los que tienen la función de conducirlos. Esta convergencia no se materializa en términos prácticos en demasiados casos.
Las directivas de la Iglesia son tan claras que resulta incomprensible su mala interpretación en numerosas situaciones, fundamentalmente en lo referido a la imposibilidad de acceso a los Sacramentos en general y a la Comunión Eucarística en particular.
Pero el drama no se agota en esta libre interpretación que sustentada en una supuesta razón de conciencia, impulsa solapadamente a la comunión a divorciados vueltos a casar, sino que en algunos casos con un altísimo grado de desconocimiento de la problemática se pretende asimilar a familias ensambladas y/o de nueva unión con otras sacramentadas, con la pueril explicación que de no actuar de ese modo se estaría discriminando.
Este tema merece ser nacionalizado, o sea que debe ser debatido a nivel de todo el país, toda vez que las situaciones deben ser seguramente algo diferentes en las capitales que en el interior, pero la relación con Dios no reconoce fronteras geográficas, por lo tanto resultaría altamente positivo que pudiéramos reunirnos divorciados vueltos a unir de todo el país, para que ratificando en un todo la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, y todas las instrucciones posteriores emanadas de las autoridades eclesiásticas, y obviamente las directivas de nuestros Obispos, podamos marchar hacia una pastoral realista, aggiornada, contenedora y misericordiosa, con difusión nacional y adaptación a las necesidades y particularidades de cada región.
Si bien muchos eventos se organizan desde la ciudad de Bs. As., sería saludable que dadas las características del que se propone existiera un consenso previo, referido a la verificación de las necesidades y posibilidades de todos aquellos grupos que a lo largo y ancho del país se ocupan de este tema.
La aceptación de las directivas de nuestros Pastores, la subordinación al Fuero Externo, la desmitificacion de las causas de nulidad, la relación con todos los hijos, la inserción en la vida eclesial, el conocimiento pleno de los documentos postsinodales y el reconocimiento de la situación en la que varios cientos miles de católicos a sabiendas o sin saberlo viven, deben ser temas excluyentes del Encuentro propuesto.
Por que tenemos un lugar en la Iglesia, porque tenemos una necesidad absoluta de contención, porque reconociéndonos pecadores pretendemos educar a nuestros hijos en la fe, porque alguna vez pudimos habernos sentido excluidos o discriminados, porque creemos en la absoluta misericordia de Nuestro Señor, porque con dolor no alcanzamos la Indulgencia del Año Jubilar, y por todas las razones particulares que cada uno carga en su corazón, no perdamos la oportunidad de reunirnos para conmemorar, este año, el vigésimo aniversario de la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, que marcó un giro copernicano en el tratamiento de esta problemática.
Católicos divorciados vueltos a unir del país, uníos.
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