En el Encuentro Mundial de la Juventud de 2003, en Madrid, el argentino Diego Torres y algunos varios cientos de miles más entonaron su canción, un verdadero canto a la Esperanza.
De este modo se rindió un nuevo homenaje de la juventud a Juan Pablo II, en lo que sería su última visita a España.
Podríamos transcribir toda la letra, que es un verdadero poema a la ilusión, pero (quizás en forma interesada) sólo lo haremos con una estrofa, que representa nuestra situación, que nos contiene en el deseo de un futuro mejor, que nos reconoce en los riesgos y que nos identifica.
“Es mejor perderse que nunca embarcar
mejor tentarse a dejar de intentar
aunque ya ves que no es tan fácil empezar”
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