ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

diciembre 07, 2013

ENCUESTA: (3) REALIDADES RELEVANTES

c) ¿Son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular los que están separados y los divorciados casados de nuevo?

La diferencia entre un grupo y el otro son abismales, la separación tal como se la interpreta bajo el punto de la legislación es un estado temporario de ausencia de la convivencia bajo un mismo techo, sin contar los que lo comparten en un estado de simulación, tanto fue así que hasta la última reforma del Código Civil, una de las causales para acceder al divorcio (vincular) era la separación de hecho de por lo menos 2 (dos) años.

De todos modos, si todos los matrimonios sacramentados de hoy decidieran en todo el mundo separarse no habría ningún inconveniente y la cantidad de comuniones que se darían no tendría ninguna razón objetiva de merma.

La lista de los diferentes sigue llegando a los divorciados, aquellos que habiendo acreditados los extremos que la legalidad impone, obtienen el divorcio vincular y entre otras cosas re.- adquieren la capacidad nupcial, lo cual constituye el pasaporte para un nuevo
matrimonio, entendiéndose por tal el hecho civil y no como Sacramento.

Y en este caso casi no habría ningún problema, aún volviéndose a casar.

Existe otro grupo, los católicos divorciados en nueva unión, no los separados en nueva unión, que tampoco tienen ningún problema para casi ninguna cosa, pero sólo casi, porque en todos los casos la discriminación existe.

En este grupo podemos incluir a los que la Iglesia cuenta como parte integrante de su feligresía por el hecho de haber sido bautizado y quizá hasta haber accedido a otros sacramentos (Eucaristía, Confirmación, Matrimonio) pero que en la realidad están y/o estuvieron siempre alejados de la Iglesia, o cuanto menos con un compromiso bastante endeble, algo así como cristianos de la BBC, de esos que pisan los templos en los Bautismos, en las Bodas y en las Comuniones y ahí se acaba su religiosidad.

Pero existe otro grupo, quizás para el que la Encuesta tenga un valor superlativo, no por la Encuesta en sí misma, que dicho con absoluta honestidad, cuanto menos en este tema deja bastante que desear.

Ese grupo es el de católicos comprometidos divorciados en nueva unión, a esos a los que les duelen las rodillas de tenerlas en los reclinatorios rezando en silencio mientras auto reciben la Comunión Espiritual casi cada Domingo y fiesta de guardar, esos que han hecho del sometimiento al Fuero Externo su ley y su orden y que esperan con gozosa esperanza que en la próxima Asamblea del Sínodo de Obispos, los que ahí participen sean guiados por Espíritu Santo, tal como lo fueron los cardenales que eligieron a Bergoglio como sucesor de Pedro.


¿Cuál es el porcentaje numéricamente estimable?

Esta pregunta es absolutamente irrelevante, sería como preguntarse cuanta gente va a misa de 08:00 hs. y en caso que sean pocas que se cierren las iglesias y sólo se abran los domingos en las celebraciones con guitarras.


¿Cómo se enfrenta esta realidad a través de programas pastorales adecuados?

La actitud de nuestra Iglesia, entendiéndose como tal la Jerarquía a través de sus pastorales ha sido desastrosa, ha permitido, con la colaboración del clero, que existan movimientos perfectamente reconocidos que han propugnado la “asimilación” entre sacramentados y no sacramentados, partiendo el supuesto, a nuestro juicio quizás más que erróneo, que así se evitaba la discriminación.

Justamente lo que necesita el tratamiento de la problemática es la discriminación positiva, espacios de encuentro propio, donde la nulidad matrimonial, el sometimiento al fuero externo, la explicación y discusión racional de las razones del impedimento del acceso a los sacramento sea tratada de un modo inclusivo, abarcativo, aggiornado y misericordioso y no que se la esconda y se la diluya, proponiendo como una y simple alternativa la Comunión Espiritual, ya que si el tratamiento fuera el de la vida como hermanos, provocaría tanto espanto como risa.

Nuestra Jerarquía también ha visto con beneplácito la simple enunciación de intenciones, siempre todas buenas y respetuosas de las imposiciones que emanan de la Santa Sede, pero que en la realidad subyace el concepto de la cuestión de conciencia, por lo que relativiza todo cuanto en los papeles se plantea, lo que dicho con claridad significa que el mensaje es el siguiente: “Si estas convencido en conciencia que tu matrimonio reúne las condiciones para la Nulidad, entonces donde no te conozcan, ve y comulga, del resto se encargará la misericordia divina”.

Decir estas cosas hoy y en estas circunstancias puede sonar a oportunismo barato o de poca monta y hasta ser absolutamente cuestionados, pero esto mismo se lo hemos planteado (y por escrito) al único sacerdote argentino que cambio de color de vestimenta, pasando del negro al blanco




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