c) ¿Son una realidad pastoral
relevante en la Iglesia particular los que están separados y los divorciados
casados de nuevo?
La diferencia entre un grupo y el otro son abismales, la
separación tal como se la interpreta bajo el punto de la legislación es un
estado temporario de ausencia de la convivencia bajo un mismo techo, sin contar
los que lo comparten en un estado de simulación, tanto fue así que hasta la
última reforma del Código Civil, una de las causales para acceder al divorcio
(vincular) era la separación de hecho de por lo menos 2 (dos) años.
De todos modos, si todos los matrimonios sacramentados de
hoy decidieran en todo el mundo separarse no habría ningún inconveniente y la
cantidad de comuniones que se darían no tendría ninguna razón objetiva de
merma.
La lista de los diferentes sigue llegando a los
divorciados, aquellos que habiendo acreditados los extremos que la legalidad
impone, obtienen el divorcio vincular y entre otras cosas re.- adquieren la
capacidad nupcial, lo cual constituye el pasaporte para un nuevo
matrimonio, entendiéndose
por tal el hecho civil y no como Sacramento.
Y en este caso casi no habría ningún problema, aún volviéndose
a casar.
Existe otro grupo, los católicos divorciados en nueva
unión, no los separados en nueva unión, que tampoco tienen ningún problema para
casi ninguna cosa, pero sólo casi, porque en todos los casos la discriminación
existe.
En este grupo podemos incluir a los que la Iglesia cuenta
como parte integrante de su feligresía por el hecho de haber sido bautizado y quizá
hasta haber accedido a otros sacramentos (Eucaristía, Confirmación, Matrimonio)
pero que en la realidad están y/o estuvieron siempre alejados de la Iglesia, o
cuanto menos con un compromiso bastante endeble, algo así como cristianos de la
BBC, de esos que pisan los templos en los Bautismos, en las Bodas y en las Comuniones
y ahí se acaba su religiosidad.
Pero existe otro grupo, quizás para el que la Encuesta
tenga un valor superlativo, no por la Encuesta en sí misma, que dicho con
absoluta honestidad, cuanto menos en este tema deja bastante que desear.
Ese grupo es el de católicos comprometidos divorciados en nueva unión, a esos a los que les
duelen las rodillas de tenerlas en los reclinatorios rezando en silencio
mientras auto reciben la Comunión Espiritual casi cada Domingo y fiesta de guardar,
esos que han hecho del sometimiento al Fuero Externo su ley y su orden y que
esperan con gozosa esperanza que en la próxima Asamblea del Sínodo de Obispos,
los que ahí participen sean guiados por Espíritu Santo, tal como lo fueron los
cardenales que eligieron a Bergoglio como sucesor de Pedro.
¿Cuál es el porcentaje numéricamente
estimable?
Esta pregunta es absolutamente irrelevante, sería como
preguntarse cuanta gente va a misa de 08:00 hs. y en caso que sean pocas que se
cierren las iglesias y sólo se abran los domingos en las celebraciones con
guitarras.
¿Cómo se enfrenta esta realidad a
través de programas pastorales adecuados?
La actitud de nuestra Iglesia, entendiéndose como tal la Jerarquía
a través de sus pastorales ha sido desastrosa, ha permitido, con la
colaboración del clero, que existan movimientos perfectamente reconocidos que
han propugnado la “asimilación” entre
sacramentados y no sacramentados, partiendo el supuesto, a nuestro juicio quizás
más que erróneo, que así se evitaba la discriminación.
Justamente lo que necesita el tratamiento de la
problemática es la discriminación positiva, espacios de encuentro propio, donde
la nulidad matrimonial, el sometimiento al fuero externo, la explicación y
discusión racional de las razones del impedimento del acceso a los sacramento
sea tratada de un modo inclusivo, abarcativo, aggiornado y misericordioso y no
que se la esconda y se la diluya, proponiendo como una y simple alternativa la Comunión
Espiritual, ya que si el tratamiento fuera el de la vida como hermanos,
provocaría tanto espanto como risa.
Nuestra Jerarquía también ha visto con beneplácito la
simple enunciación de intenciones, siempre todas buenas y respetuosas de las
imposiciones que emanan de la Santa Sede, pero que en la realidad subyace el
concepto de la cuestión de conciencia, por lo que relativiza todo cuanto en los
papeles se plantea, lo que dicho con claridad significa que el mensaje es el
siguiente: “Si estas convencido en
conciencia que tu matrimonio reúne las condiciones para la Nulidad, entonces
donde no te conozcan, ve y comulga, del resto se encargará la misericordia
divina”.
Decir estas cosas hoy y en estas circunstancias puede
sonar a oportunismo barato o de poca monta y hasta ser absolutamente
cuestionados, pero esto mismo se lo hemos planteado (y por escrito) al único
sacerdote argentino que cambio de color de vestimenta, pasando del negro al
blanco
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