Esta es nuestra respuesta.
Estimado Juan Ignacio
Trataremos de responder de un modo claro y simple a tus preguntas, aunque estimo complicado hacerlo en pocas líneas, de todos modos lo interemos.
Antes de ninguna otra cosa te diremos que no lo hacemos por que has tenido a bien autorizar nuestro comentario, sino fundamentalmente porque contestamos todo cuanto nos preguntan sin necesidad de ninguna publicación de nuestro pensamiento.
Nos resulta más importante tu duda absolutamente legítima que cualquier otra cosa, ahora pasmos a contarte.
Cuando un católico se casa por Iglesia, lo que hace es establecer un vinculo especial con Dios, que materializa atraves del sacramento del matrimonio, el cual bajo el punto de vista religioso es indisoluble, ya que el compromiso asumido es de por vida.
Esta situación lamentablemente en algunos casos no se llega a cumplir por diferentes causas y se llega a la divorcio, en algunos países existe el denominado “vincular” lo que posibilita un nuevo casamiento, todo esto en la vía civil, pero no en la religiosa.
La única forma para que quien se haya casado y luego separado pueda volver a casarse por la Iglesia, es si logra la declaración de nulidad, que significa que la iglesia mediante un procedimiento complejo y bastante largo determina que no hubo Sacramento, con cual declara nulo el matrimonio, pero no lo anula, ya que nulidad y anulación son dos cosas distintas (es imposible anular algo que nunca ha existido)
Casos de nulidades matrimoniales existen muchos en todos los países, aunque lamentablemente los casi únicos conocidos son los de ricos y famosos, situación que en general crea una imagen distorsionada de los Tribunales Eclesiásticos.
Por diferentes razones, la mayoría de quienes se han divorciado no pueden obtener la nulidad, ya sea porque no corresponde o por muchas otras razones que lo imposibilitan, independientemente de corresponder o no.
Quienes quedan en esa situación, y la vida les ofrece una nueva oportunidad, pasan a constituir lo que la Iglesia denomina “situaciones irregulares”, que en ningún caso llegan a la ex comunión, pero que se queda inhabilitado para acceder a los sacramentos, tales como la Confesión (ya que quien ha formado una nueva familia, raramente se arrepiente de haberlo hecho) y su consecuencia posterior es la imposibilidad de comulgar.
El vinculo con la Iglesia es de por vida por la condición de bautizados, y aunque muchas cosas se pueden seguir haciendo la más difundida es la imposibilidad de acceder a la comunión sacramental.
Para solucionar esta situación la Iglesia a través de numerosas encíclicas proponen la renuncia a la realización a los actos propios de la vida marital, algo que no se cuantos asumen y por consiguiente sin este requisito es imposible recuperar la plenitud de las acciones que pueden realizar el resto de los cristianos.
En esta misma línea, fundamentalmente vinculada con la sexualidad en la pareja, la Iglesia plantea la castidad conyugal, pero esto está tan poco difundido a nivel general, que si lo estuviera y solamente accedieran a la comunión quienes realmente pudieran hacerlo, las colas que se forman para comulgar serían notoriamente menores.
Obviamente de esto no hay estadísticas, ni nadie puede decir cuántos cumplen o no cumplen, pero si el único objetivo aceptado es la procreación y el único método aceptado es el natural, la conclusión parece inobjetable.
Como es fácil comprender nadie se casa para separarse y luego casarse de nuevo, sino que las circunstancias de la vida llevan a muchos matrimonios a decir. Hasta aquí llegamos y a partir de ese momento, cada cual hace con su vida lo que puede, y dentro de esas posibilidades está empezar de nuevo y formar una nueva familia.
El tema es complejo, quizás alguna vez las cosas cambien o quizás nunca, mientras tanto los que hemos pasado por esa experiencia bautizamos a nuestros hijos, vamos a misa, rezamos en familia, educamos a nuestros en la fe, los ayudamos a encontrar a Jesús en su primera comunión y seguimos firmes en nuestra tarea de tratar de construir un mundo mejor, cada uno en lo suyo, con nuestras limitaciones, con nuestros sueños, con nuestras frustraciones y nuestras esperanzas, todo esto a pesar de ser católicos divorciados en nueva unión.
Gracias por dar respuesta, señores de "La Barca".
ResponderEliminarLejos estoy de comprender lo difícil de su situación.
Lo referente a la nulidad lo conozco. Quisiera profundizar en este punto:
"Para solucionar esta situación la Iglesia a través de numerosas encíclicas proponen la renuncia a la realización a los actos propios de la vida marital, algo que no se cuantos asumen y por consiguiente sin este requisito es imposible recuperar la plenitud de las acciones que pueden realizar el resto de los cristianos."
1) ¿Esto quiere decir que si un separado de su cónyuge (divorciado por vía legal o no) establece una nueva unión la Iglesia dice que puede volver a la confesión y a la comunión sólo si en la nueva unión no hay unión en la carne?
2) Pero, ¿qué pasa con el arrepentimiento propio y necesario para una confesión del que se habla antes?
3) Sería de provecho citar algunas encíclicas y puntos dónde se menciona el tema.
Sé que quizás pido mucho, pero ya que estamos en este diálogo...
Saludos.