ASI SOMOS

Algunos nos llaman adúlteros, nosotros preferimos definirnos como:

católicos por el bautismo, comprometidos por la fe, independientes porque nadie nos ha lavado el cerebro, divorciados por que las circunstancias de la vida nos han llevado a un fracaso y en nueva unión porque creemos firmemente en la familia como célula básica de la sociedad y hacemos de la Comunión Espiritual nuestro alimento del alma y porque nos sometemos al Fuero Externo.

Todo esto aunque los retrógrados y preconciliares nos digan simplemente ADULTEROS.

marzo 08, 2009

CUANDO LOS SUEÑOS MUEREN (parte 2 de 5)


En esta 2º parte, vemos como consideran nuestra situación y anosotros los Obispos, y a pesar de casi 30 años que han transcurrido, todavía no se ha extendido los suficiente.


Pertenencia


La doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad y la fidelidad matrimonial no debe separarse de su doctrina sobre la necesidad de mostrar compasión y comprensión hacia quienes se encuentran en cualquier clase de dificultad.

Nosotros deseamos que nuestros fieles comprendan esto, de modo que las personas separadas y divorciadas tengan un indudable sentido de pertenencia y se sientan animados a participar en la vida sacramental de la comunidad católica.

El papa Juan Pablo II, en su Exhortación Apostólica de 1981 Familiaris consortio (FC), situó esta doble doctrina en una hermosa perspectiva cuando escribió:

«"Esta unión íntima, en cuanto donación mutua de dos personas
al igual que el bien de los hijos, exige la plena fidelidad de los cónyuges y reclama su indisoluble unidad".

Dar testimonio del inestimable valor de la indisolubilidad y fidelidad matrimonial es una de las más preciosas y urgentes tareas de las parejas cristianas en nuestro tiempo» (FC, 20).


«Exhortamos vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles a que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar de su vida.

La Iglesia ha de rezar por ellos, animados, presentarse ante ellos como madre misericordias a y, de este modo, sostenedlos en la fe y en la esperanza» (FC,84).

Queremos subrayar que, por su parte, los católicos separados y divorciados se encuentran entre las personas que más enérgicamente afirman la doctrina de la iglesia sobre el matrimonio.

La ruptura de su matrimonio puede servir para poner de relieve la calidad, la dignidad y la fuerza que sólo se encuentran en la permanencia y la fidelidad del matrimonio.


Efectos destructivos

Con la aceptación cada vez mayor del divorcio en nuestra sociedad, existe el peligro de que nos desinteresemos o nos hagamos insensibles a los efectos que el divorcio produce en la vida de quienes se ven afectados por él.

Pero no podemos permitir que la familiaridad con semejante hecho minimice la importancia de tales efectos, que pueden ser emocionalmente muy destructivos.

La creciente tolerancia con respecto al divorcio no disminuye el dolor que causa a los implicados.

Por eso es particularmente oportuno e importante que nuestra comunidad eclesial afirme su compromiso con quienes resultan ser más vulnerables al trauma de la ruptura matrimonial.


Fuente:

Declaración publicada en principio por los obispos de Nueva Zelanda en 1982 y que posteriormente la hicieron suya los obispos de Australia.

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