Desde Lima (PERU) nos escribe Luis, con relación a nuestra solicitud de difusión, cuyo texto íntegro puede verse en el Post UN SIMPLE PEDIDO, dándonos las razones por las que no ha autorizado la publicación.
Nos dice:
Gracias por escribir, pero no puedo publicar su aviso en mi blog, pues mi espacio pretende ser un medio de catequesis y no busca crear debates, sino mas bien dar verdades fundamentales para tener una fe segura.
Hasta ahora no entiendo muy bien la posición de ustedes, ya que no me parece que están muy centradas en la verdadera doctrina.
A pesar de ello quiero orar por ustedes para que hallen la verdad y sobre todo ...
... la fuerza de vivir en dicha verdad, la única que los hará verdaderamente felices.
Me hubiera gustado comunicarme con una persona, en concreto pero en fin, así me dirijo a ustedes.
Estarán en mis oraciones.
Queda de Uds.
Luis
COMENTARIO
Las opiniones de Luis nos llenan de alegría, no debía molestarse en darnos explicaciones, lo cual revela una amplitud de criterio y una actitud de vida no del todo frecuente.
Su reflexión educada, carente de descalificaciones y de agravios gratuitos nos muestra que es posible disentir en forma civilizada y no por ello caer en agresiones que aportan muy poco, no al debate siempre enriquecedor, sino al camino que cada uno ha elegido para acercarse a Dios.
Su deseo de orar por nosotros es una muestra evidente de una escala de valores que privilegia lo fundamental (rezar por el prójimo) independientemente de lo que haga o piense el otro.
Más allá de todo esto nos detendremos en una parte sustancial, que deliberadamente hemos obviado, y que representa algo realmente significativo, nos referimos a : Hasta ahora no entiendo muy bien la posición de ustedes, ya que no me parece que están muy centradas en la verdadera doctrina.
Si luego de 450 posts, donde jamás hemos dicho una palabra contraria a nuestra fe, si siempre hemos manifestado nuestra sumisión al Fuero Externo, si hemos destacado el valor de la Comunión Espiritual si hemos manifestado hasta el hartazgo el dolor de no poder acceder a la Eucaristía, ya que obviamente respetamos de modo absoluto la imposibilidad de hacerlo, a pesar del flagelo que significa, deberemos llegar a la conclusión que, al menos nosotros en algo (o mucho) habremos fallado.
Si SS Juan Pablo II en la encíclica Familiaris Consortio, define en forma magistral cual debe ser la actitud de todos al plantear que:
" En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida.
Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios.
La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza."
Y por entender, aceptar y vivir de acuerdo a sus enseñanzas, aún no damos muestras concluyentes de nuestra fidelidad, en algo (o mucho) habremos fallado.
Si el esfuerzo de tantos movimientos dispersos por todo el mundo, y de tantas pastorales que con solícito esfuerzo dan testimonio de vida y de permanencia, y muchos aún no alcanzan a descubrirnos, es obvio que en algo (o mucho) habremos fallado.
En los días previos a celebrar el día Internacional de los católicos Divorciados en nueva Unión, quizás podríamos reflexionar respecto a que cuota-parte de responsabilidad tenemos cada uno y efectuar un fuerte compromiso, privado y en silencio, para que nuestro testimonio de vida sea más elocuente que cualquier palabra, ya que seguramente en algo (o mucho) habremos fallado.
En el video, hay que prestar mucha atención a las caras de los padres y a sus reflexiones
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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