Gracias a que el Padre Horacio Bojorge S.J, responsable de El Blog del Buen Amor, autorizó la inserción de un comentario nuestro, David, tuvo la oportunidad de analizar nuestra situación y de trasmitirnos sus inquietudes.
Al final publicamos el capítulo 7 de la 1º carta a los Corintios, mencionada por David.
Nos dice:
BUENOS DIAS A TODOS, ES BUENO INTENTAR ARREGLAR ESTE ASUNTO.
ME DIRIJO A MATRIMONIOS ROTOS.
Deben Vds. frecuentar el dialogo con los obispos de la Iglesia y fundamentarse en la 1-Corintios-7.
En esta carta, el apóstol Pablo dice claramente ¿qué sabes tú marido si salvarás a tu mujer? ¿Qué sabes tú mujer si salvarás a tu marido?
Es decir, si la parte culpable decide abandonar es su problema, pero la parte inocente debe hacer todo de su parte por restablecer la unidad de su matrimonio.
Aquella parte inocente que se ha visto abandonada o que no tiene más remedio que separarse TEMPORALMENTE con vistas a una nueva y pronta reconciliación debería poder recibir la santa comunión en la Eucaristía.
La cuestión es que el sacramento del matrimonio es absolutamente ...
... indisoluble incluso en el caso del adulterio de la otra parte, no obstante la separación es posible.
Quiero decir que, el divorcio es imposible para los católicos y un nuevo matrimonio es imposible, no obstante la separación sí resulta posible en determinados casos.
Consulten Vds. con los obispos y vayan hasta Roma para hablar con el mismísimo papa Benedicto XVI.
La única manera de resolver su problema es a través del capitulo 7 de la primera carta de corintios.
Espero ayudarles...un abrazo.
David.
COMENTARIO:
Estimado David:
Todos los aportes son bienvenidos y en este caso, donde está clara tu buena voluntad, mucho más.
En tu análisis surge el tema de la culpa, que nos es muchos casos el meollo de la cuestión, ya que las rupturas se producen por infinidad de casos y en la mayoría las culpas son repartidas, pero no en todos es al 50%, para cada uno.
Y en este tema habría que repasar la presencia de terceros, especialmente de nuestra propia Iglesia que consiente a partir de supuestos muy básicos y posterior a cursillos acelerados de carácter prematrimonial, que casi cualquiera acceda al Altar a sellar un compromiso, que muchas veces siquiera debería haberse producido, por infinidad de causas, más allá del consentimiento y las causales básicas previstas en el Derecho Canónico.
Si tal cual tú dices, la única manera de resolver el problema, es a través de la Carta del Apóstol Pablo a los Corintios, analizaremos detenidamente su contenido, efectuaremos las consultas necesarias y una vez llegada a la conclusión, podremos evaluar si hay que viajar a Roma.
Para que cada uno pueda verificar el contenido del documento que menciona David, lo adjuntamos a continuación, anticipando que no es demasiado largo y que se entiende sin dificultad, luego de lo cual sugerimos que cada uno que haga las consultas que estime pertinentes.
1ª CARTA A LOS CORINTIOS
CAPÍTULO 7
Los deberes conyugales
7:1 Ahora responderé a lo que ustedes me han preguntado por escrito: Es bueno para el hombre abstenerse de la mujer.
7:2 Sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia esposa, y cada mujer, su propio marido.
7:3 Que el marido cumpla los deberes conyugales con su esposa; de la misma manera, la esposa con su marido.
7:4 La mujer no es dueña de su cuerpo, sino el marido; tampoco el marido es dueño de su cuerpo, sino la mujer.
7:5 No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo y por algún tiempo, a fin de poder dedicarse con más intensidad a la oración; después vuelvan a vivir como antes, para que Satanás no se aproveche de la incontinencia de ustedes y los tiente.
7:6 Esto que les digo es una concesión y no una orden.
7:7 Mi deseo es que todo el mundo sea como yo, pero cada uno recibe del Señor su don particular: unos este, otros aquel.
7:8 A los solteros y a las viudas, les aconsejo que permanezcan como yo.
7:9 Pero si no pueden contenerse, que se casen; es preferible casarse que arder en malos deseos.
7:10 A los casados, en cambio, les ordeno —y esto no es mandamiento mío, sino del Señor— que la esposa no se separe de su marido.
7:11 Si se separa, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su esposo. Y que tampoco el marido abandone a su mujer.
Los matrimonios entre cristianos y paganos
7:12 En cuanto a las otras preguntas, les digo yo, no el Señor: Si un hombre creyente tiene una esposa que no cree, pero ella está dispuesta a convivir con él, que no la abandone.
7:13 Y si una mujer se encuentra en la misma condición, que tampoco se separe de su esposo.
7:14 Porque el marido que no tiene fe es santificado por su mujer, y la mujer que no tiene fe es santificada por el marido creyente. Si no fuera así, los hijos de ustedes serían impuros; en cambio, están santificados.
7:15 Pero si el cónyuge que no cree desea separarse, que lo haga, y en ese caso, el cónyuge creyente no permanece ligado al otro, porque Dios nos ha llamado a vivir en paz.
7:16 Después de todo, ¿qué sabes tú, que eres la esposa, si podrás o no salvar a tu marido, y tú, marido, si podrás salvar a tu mujer?
La condición social del cristiano
7:17 Fuera de este caso, que cada uno siga viviendo en la condición que el Señor le asignó y en la que se encontraba cuando fue llamado. Esto es lo que prescribo en todas las Iglesias.
7:18 Si un hombre estaba circuncidado antes que Dios lo llamara, que no oculte la señal de la circuncisión; si el llamado lo encontró incircunciso, que no se circuncide.
7:19 Lo que vale no es la circuncisión, sino cumplir los mandamientos de Dios.
7:20 Que cada uno permanezca en el estado en que se encontraba cuando Dios lo llamó.
7:21 ¿Eras esclavo al escuchar el llamado de Dios? No te preocupes por ello, y aunque puedas llegar a ser un hombre libre, aprovecha más bien tu condición de esclavo.
7:22 Porque el que era esclavo cuando el Señor lo llamó, ahora es un hombre libre en el Señor; de la misma manera, el que era libre cuando el Señor lo llamó, ahora es un esclavo de Cristo.
7:23 ¡Ustedes han sido redimidos y a qué precio! No se hagan esclavos de los hombres.
7:24 Hermanos, que cada uno permanezca delante de Dios en el estado en que se encontraba cuando fue llamado.
La excelencia de la virginidad
7:25 Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia, como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza.
7:26 Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para el hombre es vivir sin casarse.
7:27 ¿Estás unido a una mujer? No te separes de ella. ¿No tienes mujer? No la busques.
7:28 Si te casas, no pecas. Y si una joven se casa, tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su carne que yo quisiera evitarles.
La brevedad del tiempo presente
7:29 Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran;
7:30 los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada;
7:31 los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.
La consagración a Dios
7:32 Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor.
7:33 En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer,
7:34 y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido.
7:35 Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes, no para ponerles un obstáculo, sino para que ustedes hagan lo que es más conveniente y se entreguen totalmente al Señor.
7:36 Si un hombre, encontrándose en plena vitalidad, cree que no podrá comportarse correctamente con la mujer que ama, y que debe casarse, que haga lo que le parezca: si se casan, no comete ningún pecado.
7:37 En cambio, el que decide no casarse con ella, porque se siente interiormente seguro y puede contenerse con pleno dominio de su voluntad, también obra correctamente.
7:38 Por lo tanto, el que se casa con la mujer que ama, hace bien; pero el que no se casa, obra mejor todavía.
7:39 La mujer permanece ligada a su marido mientras este vive; en cambio, si muere el marido, queda en libertad para casarse con el que quiera. Pero en esto, debe ser guiada por el Señor.
7:40 Sin embargo, será más feliz si no vuelve a casarse, de acuerdo con mi consejo. Ahora bien, yo creo tener el Espíritu de Dios.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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