En el blog católico Rincón Mariano, a continuación de un comentario de La Barca, a Javier se le plantean algunas dudas que en ese sitio expone.
Tal como es nuestra costumbre de no censurar las opiniones que recibimos, la reproducimos para compartirla:
Nos dice:
Si mi mensaje no cabe en su GLOB, no lo publique.
Me gustaría saber qué es eso de Católicos Separados -Divorciados en nueva Unión.
Tiene toda la pinta de ser una asociación.
De ser así se trataría de católicos, como yo. Pero de católicos casados -yo soy célibe- y, por alguna razón, separados de su cónyuge o civilmente divorciados.
No es lo mismo, para un católico casado, estar separado que estar civilmente divorciado.
Y cualquier nueva unión de un católico casado -separado o civilmente divorciado- es ilegítima.
¿Qué quieren ...
... estos amigos?
Santo Tomás Moro perdió su honor, su patrimonio y su vida defendiendo que lo que Dios ha unido no puede separarlo el hombre.
¿Qué quieren?
Si quieren amistad y comprensión y ayuda y oraciones... todo lo encontrarán en la Iglesia Católica que no puede bendecir las nuevas uniones de quienes -ante Dios- prometieron libremente ser fieles hasta la muerte.
En un 2º comentario, inmediatamente a continuación del anterior nos dice:
Supongo que estoy abusando de su GLOB y de su amabilidad. Lo siento.
Quiero añadir solamente que hay infinidad de católicos que han sido abandonados por sus cónyuges y, a pesar de eso siguen siendo fieles a su compromiso.
Esa fidelidad es admirable, como todas.
COMENTARIO:
Si nuestra humilde presentación es capaz de generar la curiosidad de saber que son los divorciados en nueva unión, ya estamos dando un paso adelante, es una señal de progreso, al menos alguien que no sabe o no entiende que se trata tiene la inquietud de enterarse.
Vamos por partes, para que nada quede sin contestar, al menos de modo simple y resumido.
Nuestro blog no tiene limitaciones de espacio para recibir opiniones, sean del carácter que sean, y eso gracias a la tecnología que lo posibilita, pero más aun, nuestra concepción de filosofía comunicacional es absolutamente abierta, mas allá de compartir o disentir, con lo cual todo aquello que con respeto se exponga y no constituya un agravio para la Iglesia, es realmente bienvenido.
Ante la pregunta de ¿Qué son los católicos divorciados en nueva unión? Aunque la respuesta está implícita en la pregunta misma, podríamos agregar que son aquellos que habiendo recibido el Sacramento del matrimonio, lo que no necesariamente implica que el mismo sea haya sido elevado a la categoría de Sacramento, por las innumerables causales que surgen del Derecho Canónico, se han separado y en aquellos países donde existe el divorciado vincular, han formado una nueva unión.
Obviamente que esto tiene muchos matices y casi cada caso es un hecho único y particular, pero en todos los casos tienen un punto en común, el que pasa por la imposibilidad de acceder a los Sacramentos.
Esta situación, sólo es obviada en aquellos casos en los cuales se adopta el hecho de vivir como hermanos, o sea sin realizar los actos propios de los esposos, tal como lo define la propia Iglesia.
Quedan exceptuados de esta limitación, aquellos que hayan obtenido la Nulidad Matrimonial, quienes pueden acceder a todos los sacramentos, incluido el del matrimonio, dicho en otros términos, pueden volver a casarse por la Iglesia.
Las limitaciones que tienen los divorciados en nueva unión, se hacen extensivas al cónyuge, aunque este sea soltero, viudo, divorciado sin matrimonio sacramental o que hubiera obtenido la Nulidad Matrimonial.
La Barca no es una asociación como presupone Javier, aunque pueda tener toda la pinta, es un blog hecho por y para divorciados en nueva unión de todo el mundo, sin más aspiraciones que servir.
La diferencia entre separación y divorcio hace al Derecho Civil y ese tema no es motivo de nuestro tratamiento.
En cuanto a que queremos es muy sencillo, queremos que entre cosas, la Encíclica Familiaris Consortio que no dejó SS Juan Pablo II sea entendida en plenitud y no sólo en su parte restrictiva y a partir de eso, que no es poco, mucho cambiaría.
Nos gustaría que se que este tema fue tratado sin considerarlo como algo tabú, recordando que no son pocos (teólogos y obispos de diferentes naciones) los que tienen opiniones que enriquecerían cualquier debate que en el futuro, más o menos cercano, habrá de darse.
Con relación a todos aquellos que habiendo sido abandonados por sus cónyuges se mantienen fieles a su compromiso, nuestro respeto y consideración, no estamos aquí para juzgar a nadie, no nos corresponde ni nos interesa hacerlo.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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