The Times, es seguramente una de las revistas más famosa y prestigiosa del mundo y en su edición on line, publicó la siguiente noticia, la cual fue desmentida por la Santa Sede.
Más allá del contenido del artículo, repasemos como se produjo el cisma anglicano.
Sin duda el cisma marcó muchas cosas y tuvo amplias consecuencias que aún hoy mantienen vigencia, pero veamos cual ha sido la causa que movilizó al Rey, hecho del cual han pasado casi 500 años.
La información es suministrada por AICA (Agencia Informativa Católica Argentina) No es cierto el regalo que el Papa hará al Príncipe de Gales y está fechada en Ciudad del vaticano, el 22 de Abril de 2.009
El padre Federico Lombardi SJ –director de la Oficina de Información de la Santa Sede- desmintió que Benedicto XVI vaya a regalar al Príncipe de Gales –como publicó el “Times Online”- un facsímil de la petición solemne de 1530, efectuada por los Pares de Inglaterra al papa Clemente VII, sobre ...
... la nulidad matrimonial del Rey Enrique VIII.
En una carta fechada el lunes 20 de abril, dirigida al redactor jefe del “Times Online”, el padre Lombardi expresa su sorpresa por la información del medio británico, según el cual, con ocasión de la próxima visita del Príncipe de Gales y de la Duquesa de Cornwall al Papa el 27 de abril, vayan a recibir como obsequio, de manos de Benedicto XVI, un facsímil del citado documento.
“Esta noticia es completamente falsa y carece de fundamento. Le ruego que la desmienta de forma inmediata e inequívoca”, pidió el padre Lombardi al redactor jefe del “Times Online”.
La falsa información procede de “The Times”.
La solicitud de los Pares de Inglaterra al papa Clemente VII respecto de la nulidad del matrimonio del Rey Enrique VIII está fechada el 13 de julio de 1530. El original es un pergamino de 950 x 458 mm, sobre abierto con cintas que sujetan 85 sellos de otros tantos firmantes del documento.
Como explica el Archivo Secreto Vaticano, “independientemente de la causa remota del cisma anglicano”, “la causa próxima, inmediata y determinante fue el deseo de Enrique VIII, Rey de Inglaterra (1509-1547), de separarse de su mujer legítima, Catalina de Aragón, hija de Fernando e Isabel de España y tía del futuro emperador Carlos V, a fin de contraer nuevo matrimonio con Ana Bolena”.
Los Pares de Inglaterra, todos juntos, se movilizaron a favor del soberano y con el documento en cuestión –revestido intencionalmente con una forma solemne– pidieron en 1530 al Papa que pusiera fin a su espera y a la de toda la nación inglesa.
Al final del texto –apunta el archivo secreto- los Pares declaran la intención de adherirse a la sentencia que el pontífice establezca.
Es bien sabido que el Papa declaró legítimo el matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón, por tanto indisoluble, y que el soberano, al no poder llevar a cabo sus planes, contrajo nuevo matrimonio, declarando la separación de la Iglesia de Inglaterra de la de Roma (cisma anglicano)”.+
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad