Este post nace con la llegada de un artículo que nos envían desde Puerto Rico y que ha cruzado 2 veces el Atlántico, hasta que nosotros nos enteramos.
El artículo viene precedido por este comentario, que con su habitual delicadeza y misericordia nos tiene acostumbrados Daniel Mora, blog Somos más que dos quien en algún tiempo será sacerdote, por gracia de Dios.
Nos dice:
Saludos a los amigos y amigas que elaboran, leen y sacan provecho del Blog La Barca.
Quiero remitirles esta información, en la cual podrán darse cuenta de actividades que hacen miembros de la iglesia, por otros integrantes de la iglesia y fuera de ella (es decir de otras religiones o acofensionales) que han vivido la situación de una separación o un divorcio.
Espero sea un signo de esperanza, que con la oración y la acción se multiplique.
Dios nos bendiga
El origen del artículo es un excelente trabajo que realizan en Sevilla y que recientemente fue publicado en la revista Jesuitas, en su nº 100, donde nos muestran el fecundo trabajo que vienen realizando desde hace 17 años.
APOSTOLADO CON LOS SEPARADOS Y DIVORCIADOS
Al matrimonio se le ha llamado el corazón de la familia.
Quizás, entre otras razones, porque es en la pareja donde, como en el cardiograma, donde mejor se reflejan los tic/ tacs de la ilusión y del desengaño del amor humano.
Manuel de Falla, con su ópera La vida breve, ha logrado acercarnos al corazón de Salud, la gitana protagonista, y nos ha ofrecido la posibilidad de percibir la alegría infinita de un amor ilusionado y el dolor sin fondo que puede experimentar un corazón humano cuando descubre el fracaso del amor.
Poco a poco, sin apenas darme cuenta, he ido centrando mi atención a los matrimonios en el dolor de tantos hombres y mujeres separados, cuando descubren que ...
... han fracasado en un amor que habían soñado para siempre.
Del encuentro con este dolor nació el Centro de Separados y Divorciados en Sevilla en 1992.
No es fácil comprender la soledad y la desesperanza que puede sentir el corazón humano cuando ha fracasado en el amor.
Nosotros intentamos acompañar a los separados y ayudarles en la noche oscura del duelo de su separación.
Prácticamente, ese es el principal objetivo, en nuestro trabajo con los separados.
Pensamos que la raíz de la eficacia del trabajo se debe, en gran parte, a la claridad y fidelidad a este objetivo primordial del Centro.
El trabajo lo realizamos en grupos de 10 a 12 participantes.
Cada grupo está coordinado por un separado, que ha recorrido ya el camino de la superación del duelo, lo ha integrado personalmente y, ahora, quiere acompañar a otros que inician el camino.
Cuando juzgamos que alguien ha terminado ya su tiempo de duelo, le invitamos amistosamente a abandonar el Centro.
Los separados que acuden al Centro pertenecen a una escala social muy amplia; los hay creyentes y no creyentes, con pocos y con muchos años de matrimonio.
Un número importante de los que vienen a nosotros pidiendo ayuda, tiene más de 40 años de edad.
Para ellos, la separación puede presentar un matiz peculiar que la hace más dolorosa.
Con la experiencia de su separación, descubren, a veces, que, en realidad, nunca han sido felices en su matrimonio; este descubrimiento les hace más difícil la superación del duelo y fácilmente caen en una desesperanza definitiva de ser feliz en el futuro.
Antes de participar en las reuniones de los grupos, en la acogida primera, evaluamos la situación del aspirante con el fin de integrarlo en el grupo más adecuado a su situación personal.
Creemos esencial que, antes de pertenecer al Centro, consigan una clarificación inicial de los objetivos que pretendemos.
No es un Centro de “entretenimiento”.
Insistimos en la necesidad de aceptar la propia vida, de amarla y de saberla interpretar.
Es una actitud previa que les facilita la posibilidad de descubrir nuevos caminos en su vida.
Muchos hombres y mujeres descubren, con el trato mutuo y quizás por primera vez en sus vidas, que es posible establecer una relación de amistad desinteresada con otros hombres y mujeres y que nunca, hasta entonces, la habían experimentado.
Fuente: Revista Jesuitas Nº 100
Autor:Rafael Navarrete, SJ
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
Qué buena iniciativa !!!
ResponderEliminarOjalá se comiencen a implementar en todas las parroquias estos centros de atención a separados y divorciados, que están pasando su período de "duelo".
Y ojalá que el dar a conocer este tipo de acompañamiento, muchos de
nuestros hermanos cristianos se den cuenta que el separarse o divorciarse nunca es una situación querida, pecaminosa de por sí, sino que siempre trae dolor, desesperación, depresión, soledad, y mucha necesidad de comprensión y ayuda, al menos en alguno de los dos cónyuges.
Porque vemos que con excesiva facilidad se opina y juzga sobre temas que se desconocen. Y siempre por parte de esos "pseudo espiritualoides", hermanos nuestros católicos, que nunca faltan...
Graciela // Ciudad de Buenos Aires // ARG