Como reflexión al post ENTREVISTA CONFLICTIVA, desde Buenos Aires (ARG) Graciela, nos brinda su punto de vista sobre las opiniones del cuestionado teólogo, las que compartimos para que cada uno saque sus propias conclusiones.
Por si no conoces quien es Hans Kung, o no leiste la entrevista, te recomendamos que 1º veas el post siguiente, donde se brinda información al respecto, ya que el presente es una opinión respecto del teólogo entrevistado.
Graciela dice:
El sacerdote y teólogo Hans Küng es uno de los pensadores más relevantes que tenemos en la Iglesia. Ha sido reconocido mundialmente no sólo por sus reflexiones teológicas, de gran altura y profundidad, sino por sus contribuciones al diálogo interreligioso y a la paz mundial, habiendo recibido distinciones de la más variada índole.
Paradójicamente,
el Vaticano le ha prohibido enseñar como teólogo "católico", porque algunas de sus ideas son contrarias a la doctrina del Magisterio.
Esta "pobreza de miras" de la Iglesia es lo que le impide avanzar al mismo paso que la Humanidad, y así los católicos siempre estamos perdiendo el tren de la historia en aras de una obediencia ciega que conduce al estancamiento y a la pérdida de vitalidad, generando mucho sufrimiento absurdo y una imposibilidad de adaptarse a los problemas reales y urgentes del Pueblo de Dios.
El "prestar más atención" a estos grandes teólogos no sólo trae aire fresco a la Iglesia, sino que siempre ayuda a abrir la inteligencia y el corazón para "comprender mejor" el mensaje de Cristo y la realidad.
Quiera Dios que el Espíritu Santo nos envíe muchos "Küngs" y muchos "Martini" a la Iglesia, y menos "Lefebvres", "Williamsons" y compañía.
Los primeros nos ayudan a pensar mejor. Los últimos llegan a causar mucha vergüenza e indignación, y no aportan nada bueno al Pueblo de Dios.
Hago votos para que con la misma prontitud con que se han levantado las excomuniones a estos sacerdotes ultraconservadores, se levante la prohibición de enseñar a tantos teólogos católicos, como Hans Kúng, en cuyas espaldas pesan estas lamentables decisiones vaticanas.
Un saludo cordial desde Argentina,
Graciela
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
Graciela, no compare a Martini con Küng.
ResponderEliminarMartini ha expuesto su magisterio y sus opiniones, a veces discrepantes, siendo consciente del valor de la comunión (común unión) con el magisterio de la IGlesia Católica. Küng fue advertido y se empeñó en "salirse" de esa comunión.
Además, los lefebvristas han expresado su voluntad de volver a esa común unión (ya veremos si verdaderamente se dan las condiciones, todos no son como Williamson) y a Küng no le he oído decir nada.
Manuel - Cadiz - España
Queridos Amigos:
ResponderEliminarPara que vuestros comentarios se publiquen directamente, deben hacerlo al blog, así también evitaremos que aparezcan como anónimos.
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Saludos
Estimado Manuel: Nadie "se sale" de la comunión con la Iglesia por opinar diferente a como lo hace el Magisterio. Los que consideran esta posibilidad deben reflexionar más acerca del significado del Bautismo y de la obra del Espíritu, que une lo diverso, sin romper jamás la comunión. Por supuesto que se puede discrepar con el Vaticano, como lo han hecho tantos teólogos a lo largo de la historia de la Iglesia, cuando se hace con fundamentos, altura y seriedad. Si existiera un sólo modo de pensar en la Iglesia, no tendría razón de ser la teología como ciencia y la libertad requerida al teólogo para investigar. Con el tiempo la Iglesia tendrá que lamentar tantas prohibiones de enseñar a quienes en este siglo han tenido la claridad de ver los "signos de los tiempos" en el momento oportuno, porque como siempre, los herejes de hoy son los profetas del mañana.
ResponderEliminarSaludos cordiales,
Graciela