En este 2º post del artículo, nos encontramos con vivencias carne y hueso, con una comprensión excelente de la problemática y con una valoración sin medias palabras de la realidad de nuestra situación.
Nos dice:
En una ocasión escuché decir a una madre de varios hijos, divorciada y vuelta a casar, que con su nueva unión había salvado su vida y la de su familia. Y pensé ¿no será eso lo que Dios quiere?
Pero la Iglesia también dice lo que Dios quiere con respecto al matrimonio. Definitivamente, lo que Dios quiere es la vida y ésta en abundancia, y en el Evangelio vemos que Jesús, en nombre de su Padre, defendió la vida por encima de las leyes más sagradas.
No cabe duda que el plan de Dios es que el matrimonio sea para siempre, indisoluble, como también quiere que haya justicia en el mundo.
Pero cuando no se da, conseguirlo se convierte en una tarea y un ideal irrenunciable. La entereza con que estas parejas divorciadas y vueltas a casar cuidan y defienden su segunda unión es una prueba de la exigencia del amor y de la necesidad de que el matrimonio sea indisoluble.
Cuando el amor y el matrimonio se han roto irreversiblemente, existen varios caminos y uno de ellos es intentar una nueva unión y rehacer la vida.
Es lamentable que ...
... personas que se toman muy en serio su vida de fe y que viven responsablemente el amor conyugal en una segunda unión, sean excluidos de la mesa eucarística y de los sacramentos.
Este es uno de los sufrimientos más agudos de los cristianos que viven esta situación.
Es lícito desear y esperar que en un futuro no lejano el magisterio de la Iglesia llegue a declarar que un matrimonio, válidamente celebrado, a causa de una ruptura irremediable del vínculo y con un discernimiento serio y honesto, pudiera considerarse que deja de ser sacramento de la Iglesia, o cuando menos, pueda tener acceso a la plena Comunión de la Eucaristía.
Para la Iglesia, la dificultad, hoy por hoy, está en poder distinguir el criterio evangélico y el jurídico.
Un camino podría ser que se fortaleciera el concepto sacramental del amor en el matrimonio, como expresión del amor de Dios, y sin el cual no existe sacramento.
Actualmente hay muchos estudios serios que proponen nuevas perspectivas sobre el sacramento del matrimonio, y corresponde a los moralistas seguir en la búsqueda de soluciones a la problemática que se presenta desde la teología, la moral, el ecumenismo el derecho y la pastoral.
Mientras tanto, me parece oportuna la indicación del reconocido sacerdote redentorista, Silvio Botero, al afirmar que:
“Esta nueva perspectiva conlleva unas exigencias particulares: en primer lugar, educar al pueblo de Dios, no tanto para obedecer a la ley de la indisolubilidad matrimonial, cuanto para cultivar, en forma personal y responsable, el valor de la fidelidad conyugal como vocación que se funda en el amor fiel. En segundo lugar, se debe tener presente que hacer flexible la norma no significa debilidad, complicidad ni tampoco la “ley del menor esfuerzo”.
Es un bajar para rehabilitar (Botero, 2005: 357-377); es decir, atender a la debilidad del hombre para capacitarlo en vista a una respuesta más plena a la vocación de alianza”.
Fuente: Boletín Nº 42 del CIEF (Centro de Investigaciones Familiares) Nov-Dic del 2007.
Autor: Padre Fernando Sola op, fraile dominico, Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Montevideo, Uruguay.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
Me parece importísimo, como afirma el padre Fernando Sola, lograr una mayor profundización teológica del lugar que ocupa el "amor" en el sacramento del matrimonio. Hasta hoy, salvo pocas excepciones, las reflexiones sobre su significado se han quedado cortas, porque han abarcado sólo aspectos´litúrgicos y canónicos, insuficientes para pensar en la relación de pareja y todas sus implicancias. Hago votos para que estos avances en el pensamiento teológico contemporáneo se puedan concretar en actitudes abiertas y más evangélicas para todas las personas que están viviendo estas discriminaciones injustas dentro de la misma Iglesia.
ResponderEliminarSaludos cordiales,
Graciela
de Buenos Aires