Desde Montevideo (ROU) nos envía este artículo José Luis, del grupo Alfareros y tiene un valor excepcional, es el testimonio de un fraile dominico que entiende de un modo misericordioso las enseñanzas de la Encíclica Familiaris Consortio, y con su acción le deja la esperanza que actitudes así existen.
Al grupo Alfareros, les damos la gracias por compartir esta maravilla y nos sumamos a su alegría por haber encontrado un asesor espiritual de lujo.
Como el artículo es apenas extenso, lo hemos divido en 2 post, esperamos lo disfruten tanto como nosotros.
El artículo dice:
Me han pedido, más aún, me han insistido que escriba algo sobre la situación de los divorciados vueltos a casar.
Lo mío no es escribir, ni enseñar a nadie y mucho menos polemizar en un tema como éste. Lo mío es acompañar.
Así me lo he propuesto y desde hace tres años, camino con unos pocos matrimonios que se reúnen dos veces al mes en nuestra Parroquia de los Dominicos.
Se autodenominaron “Grupo del Alfarero” inspirados por el texto de Jeremías, capítulo 18, donde el Profeta dice: “Bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno.
Si se estropeaba la vasija que estaba haciendo mientras moldeaba la arcilla con sus manos, volvía a hacer otra a su gusto.
Entonces el Señor me dijo: ¿Acaso no puedo yo hacer con ustedes, pueblo de Israel, igual que hace el alfarero?”
En el grupo hablamos de los desafíos de una nueva unión y las dificultades que surgen de la relación con los hijos de uno, de otro y de ambos cónyuges, así como con las familias de ambos y otros problemas a los que deben enfrentarse en su nueva situación.
De una manera especial tratamos los aspectos que se refieren a su condición de creyentes y su pertenencia a la Iglesia.
Cuando digo que me propuse acompañar a ese grupo, no me refiero solamente a estar con ellos ...
... sino a participar de sus inquietudes y aspiraciones.
Juan Pablo II en su exhortación apostólica “Familiares Consortio” al referirse a las uniones libres de hecho, pide a la comunidad eclesial que “se preocupe por conocer tales situaciones y sus causas concretas” (FC.81)
Cabe decir lo mismo de los divorciados vueltos a casar.
De ellos dice expresamente en el número 84: “
En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia”.
Es un buen deseo, pero hacen falta signos y pasos más expresivos de esta voluntad.
Las personas que están en esta situación no pueden ser un “problema” para la Parroquia ni para la Iglesia.
Más bien me parece que son la ocasión para avanzar en la comprensión necesaria de una realidad humana que aflige a muchos hermanos y hermanas en la propia comunidad cristiana.
Tomar la decisión de divorciarse suele ser un proceso largo y doloroso, acompañado, muchas veces de un sentimiento de culpabilidad. Y puede ser que la haya, en cuyo caso es necesario asumirla y experimentar el perdón.
Esto es lo que piden a la Iglesia aquellos que siempre pertenecieron a ella.
Con mayor razón necesitan de su benignidad aquellas personas que han sido abandonadas injustamente o que encuentran en un divorciado o divorciada al compañero o compañera ideal para hacer un proyecto de vida.
Fuente: Boletín Nº 42 del CIEF (Centro de Investigaciones Familiares) Nov-Dic del 2007.
Autor: Padre Fernando Sola op, fraile dominico, Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo de Montevideo, Uruguay.
COMENTARIO:
El padre Fernando ha acompañado al grupo Alfarero - grupo de parejas en nueva unión - desde sus inicios hace seis años.
José Luis nos dice:
Junto con él hemos iniciado en el Uruguay la pastoral de los comúnmente llamados divorciados vueltos a casar.
Luego de un trayecto con objetivos claros pero con diversos contratiempos, hoy podemos decir que somos oficialmente reconocidos por la Archidiócesis de Montevideo.(ROU)
Tenemos representación en la Vicaria de la Familia, hemos tenido acceso a la radio de la diócesis, participamos en la fiesta anual de la familia, somos conocidos no sólo en la parroquia de los dominicos sino en varias de la ciudad y en algunas diócesis del interior del país y estamos tratando de llevar nuestra pastoral a todos los lugares que se requiera.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
Como no pude comentar en la entrada nos dejaran?, dejo mi comentario aqui.
ResponderEliminarCreo que Jesus no pregunto si lo dejaban, sino que realizo la misión que sabía debía realizar. Y no la hizo en el templo o sinagoga, ahi el acudia a oir la palabra y a veces a predicar "como quien tiene autoridad".
No se necesita permiso para ser cristiano, lo otro, ira cambiando despacio, seamos pacientes, el Señor esta con nosotros.
Saludos
Dios nos bendiga
Daniel Mora
Es posible contactar al grupo Alfarero, quisieramos formar un grupo similar en mi pais y nos ayudaria su experiencia.
ResponderEliminarCarlos Mérida