EL ZORRO Y LAS GALLINAS

A veces nos quejamos que la Encíclica Familiaris Consortio tiene una aplicación parcial, incompleta, sesgada y todo esto promovido porque se cumple estrictamente, a pies juntillas, en la parte restrictiva, pero en el resto, parece que no tanto.

Durante mucho pensamos que faltaba una pastoral realmente dinámica, contenedora, solidaria, abierta y misericordiosa, pero independientemente que en algunos sitios falta, es posible que exista un problema a un mayor.

Algunos movimientos, de esos que los progresistas tildan de reaccionarios, tienen dentro de sus actividades la atención de los que vivimos en situación irregular y algunas otras situaciones periféricas y en muchos casos es poco lo que realmente pueden aportan, al menos es poco lo bueno.

¿Qué pueden saber de los sentimientos de un católico comprometido, que luego de su separación, forma una nueva familia y no sólo queda excluido de la Eucaristía, sino que además, muchas veces, arrastra a su cónyuge?

¿Qué pueden opinar de los sentimientos de un cónyuge perfectamente habilitado para ejercer su cristianismo comprometido, que por Amor, queda excluido del alimento del alma?

Algunos de esos movimientos reconocidos impulsan la asimilación, el somos todos iguales y con ese planteo de discriminación positiva, evitan que se hable del tema, que se profundice en la problemática, que se encamine hacia una pastoral adecuada y algunos la aceptan.

Este mecanismo de asimilación provoca que se distorsione la verdadera situación y es algo así como el panegírico de la libertad, en la cual se pone al zorro y a las gallinas, obviamente dentro del mismo gallinero.

Hay de todo en al viña del señor y este no es más que un nuevo ejemplo, para el que le sirva que lo utilice, para el que quiera algo más, que hacer como que nada pasa, quizás deba seguir buscando.