Algunas veces no todo es suficiente, para esos casos su propuesta pasa por remedios para el alma, ya que vivir con una espina clavada en el corazón s algo bastante poco recomendable.
Ahora, en las personas cuya pareja se ha roto, se ha separado, también hay todo un trabajo personal de sanación.
Así como cuando uno se enferma se tiene que curar (por ej. para poder atender sus responsabilidades y obligaciones), así como el veneno no puede estar en la sangre porque me mata, tampoco el corazón está preparado para llevar tanta enfermedad o veneno (dolor, sentimientos negativos)
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Sanar, purificar mi corazón lleva a un cambio de actitud. El quiere mi corazón.
Ir sanando es un proceso (físico-psicológico y espiritual) cuyo punto final es el corazón sano, cuando el hombre/mujer vuelve a amar en una vida auténticamente cristiana.
¿Qué herramientas nos pueden ayudar?
1. Poder enfrentar la realidad, el tema, el dolor
2. Sincerar el corazón, poder hablar (hablar la culpa de los dos lados)
3. Perdonarme y perdonar
4. Respeto al otro
5. Ser capaz de orar (por mi y por el otro; Dios me juzgará en el amor)
6. Encontrarle un “sentido” a lo que me pasó en el plan de Dios
7. Re-actualizar el amor.
El respeto es el primer cambio en el transfigurado, en el transformado por el amor de Dios.
¿Qué nos sana?
Sólo la fe enamorada en anticipo de esperanza.
Ver con los ojos del corazón. San Juan de la Cruz decía que hay que sanar dos veces al día: al amanecer y al anochecer.
Vivir las tres virtudes teologales nos ayudan a sanar. La fe, don y virtud infusa puesta por Dios en el alma.
El amor, facultad puesta por Dios en todos (nuestro desafío es que esta facultad no esté dormida, no sea autista o indiferente).
La esperanza, suspiro por el que Es.
En el Padre, perdónalos por que no saben.......está el misterio de la misericordia. En nuestra entrega y abandono está el recipiente de la confianza.
Bien, hasta aquí esto sólo pretende ser un avance de todo lo que el Señor y su Madre me han dado. El resto está por venir.
P.D: gracias también, al P. Santiago “María”, monje trapense, al P. Pablo Rojas (ex monje trapense), al P. Oscar Alonso, a Jesús Silveyra y Federico Sarmiento mis confidentes, y al Eclesiástico (26, 1-4) que me lo hizo leer el P. Santiago hace mucho tiempo cuando tuve mi noche oscura.
Los abrazo con todo mi corazón.
Marcos
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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