Nos dice:
Me sorprende el comentario de Juan, ya que mi reflexión estaba dirigida expresamente a Gustavo y en orden a pensar con él algunos de sus importantes cuestionamientos.
Aunque este espacio no está constituido explícitamente como un "foro" de opiniones, me veo en la obligación de aclarar ciertos ítems, porque considero haber sido muy mal interpretada, y mis humildes aportes sólo tienen la intención de ayudar a pensar en busca de la verdad y del bien humanos.
Juan afirma que yo "confundo dualismo con el derecho a ejercer el sexo en cualquier circunstancia", lo que sería como "validar toda unión sin más".
Nada más lejano a mi pensamiento.
Es más: creo que aclaro suficientemente que el dualismo helenista que rigió la pastoral de la Iglesia durante los últimos diecisiete siglos, fue el causante de que " pecado" fuera igual a "sexo", y lamentablemente se transmitiera algo absolutamente aberrante: que el sexo fuera pecado aún dentro del matrimonio.
Esta práctica eclesial, que luego fue transmitida a la educación familiar, no se puede negar y es contraria a toda antropología bíblica y a toda teología seria, aunque no a la pastoral cotidiana de la Iglesia, quien la enseñó así.
En cuanto a la situación particular del Juan, quien junto a su pareja ha optado por vivir una vida afectiva sin sexo, es respetable.
En ese caso, recibir los sacramentos es absolutamente válido, y no hay por qué hacerlo "con discreción", o "a escondidas", como señala el mismo.
Pero hay quienes pensamos que la vida sexual de quienes se aman no sólo no es "pecaminosa", sino que es el modo más perfecto, querido por Dios, de donación de la propia persona.
Y así como se respeta la elección de Juan, pido se respete a quienes tenemos una visión diferente, pero no por eso alejada del Evangelio, en cuanto hemos apostado al amor y a la familia, pero vividos con total plenitud.
Con respeto a los "fines" del matrimonio, el Concilio Vaticano II, con gran tino y profundizando el sentido teológico del sacramento, amplió el panorama de esta pastoral que limitada su objetivo a la procreación.
Recordar estos matices de los documentos del Magisterio amplía mucho nuestro horizonte de pensamiento y permite que la reflexión pueda seguir avanzando.
Mi amable oponente manifiesta, entre otras cosas que en la pastoral eclesiástica “pecado era igual a sexo) y dice: Esta práctica eclesial…no se puede negar…y la pastoral cotidiana de la Iglesia la enseñó así”. Nada más lejos de la realidad. . Pues fue la Iglesia la que luchó en todo momento para impedir las herejías que se iban consolidando por errores doctrinales de separar el cuerpo del alma, dualistas, gnósticos, maniqueos, etc., sectas que ya estaban en la época de San Pablo (Cfr. Icor, 7, 3-4), que las considera diabólicas. Cfr. http://blogs.ua.es/eltiempodelosmodernos/files/2009/02/el_amor_conyugal_en_la_doctrina_de_la_iglesia.pdf
ResponderEliminarDesde el siglo XIII hasta se se privilegiaba a la mujer a que su timidez natural le impedía exigir lo debido tanto del impudor como de la frialdad de su marido, “y exigía a éste el deber de comprender las medias palabras de ella, aun los gestos o las simples actitudes del cuerpo y del rostro indicativos de su deseo”. Cfr.
http://verdadesdefe.blogspot.com/2007/08/programa-n-907-el-matrimonio-y-la.html
En ese caso, -dice Graciela- recibir los sacramentos es absolutamente válido, y no hay por qué hacerlo "con discreción", o "a escondidas", como señala el mismo. Es desconocer la realidad de lo que ocurre en estos casos como el que vivo yo. Si lo piensa detenidamente, por los hijos, por la familia como célula de la sociedad. La verdad no está separada de la caridad. En cualquier caso, no recibo el Sacramento magnum a escondidas, sino con discreción. Dijo uno, no se puede ser raíz y copa, sino siendo savia, cosa que va por dentro, espíritu. También el calor del hogar no puede ser traspasado a la indiferencia o la curiosidad de la plaza pública.
Juan /// Rumania