En esta 2ª parte, Marcos (ARG)nos regala los más importante, su propio testimonio, eso que no se encuentra en los libros , eso que unicamente se comparte con AMOR, y que sólo se hace buscando entregar el corazón.
Nos dice:
La búsqueda de Dios: lo primero es el Amor
En la carta comencé diciendo:
Hace mucho tiempo que mi vida tuvo un fuerte giro.
De pronto pareciera que todo se cae, estás en un pozo, uno no entiende nada. Mucho dolor y preguntas sin respuestas.
Sólo la perseverancia del Amor y comenzar a entenderse y amarse a uno mismo abren un horizonte nuevo.
Así se da un ida y vuelta con Jesús: yo cambio y El me cambia. Y la vida va.
Este año de 2006 me propuse trabajar en el evangelio de San Marcos con material que el P. Santiago me facilitó.
Un día, el 8 de octubre, confirmé que algo debo hacer.
Gracias doy por todo lo que ha pasado y he aprendido y siento que tengo que colaborar para poner luz a la pareja en el proyecto de Dios.
Ese día, en misa se leía Mc 10, 2-12, donde Jesús ante la pregunta de los fariseos ¿es lícito al hombre divorciarse de su mujer? cuestiona y responde.
Tomo las palabras del P. Pablo Rojas que me mostraron cuál es la voluntad originaria del Padre, así, ante la pregunta de los fariseos sobre el divorcio, Jesús se pone en las antípodas de la Ley de Moisés con una doctrina completamente nueva.
Aparece la autoridad mesiánica de Jesús, que muestra ser una realidad diferente en Israel, nueva y con suficiente autoridad para revocar o refrendar la Ley, intocable para judíos y fariseos.
Me asombré y la prueba que es una novedad el pensamiento de Jesús, es el asombro de los discípulos, que hace decir a Pedro, según el Evangelio de Mateo: “Si la cosa es así, no conviene casarse”.
Jesús manifiesta una realidad completamente distinta y da los motivos.
Por aquí pasa el entender el plan original (Gén 2, 4b. 7a. 18-24): “…no conviene que el hombre esté sólo…,Voy a hacerle una ayuda adecuada”.
No quiero entrar en casos personales, cada uno conoce su vida y su dolor, porque en esta materia, divorcio-indisolubilidad, cuando se desciende a los hechos se ven casos de divorcios fundados en la mayor trivialidad y otros fundados en una pavorosa injusticia que incluye una gama de muchas posibilidades.
Tampoco quiero que el texto corra el riesgo de ser reducido a un artículo de derecho canónico, limitado a defender la indisolubilidad del matrimonio.
Ciertamente es un punto de vista aunque no el único.
No hay que utilizarlo para cuestionar la pastoral de la Iglesia, que padece una objetiva dificultad para afrontar las nuevas emergencias en que viven los matrimonios y la familia (palabras del P. Aderico Dolzani)
Marcos
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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