Quizás tu nos conozcas de pura casualidad, quizás llegaste buscando algo en internet, o tal vez alguien te comentó que existíamos, o hasta quizás nos conocíamos desde algunos años antes que naciera La Barca, en la mayoría de los casos tienen una forma común, que se llama difusión.
Tal como avisamos estamos probando el "leer más..." para que los sean más breves, por lo que esta nota la repetiresmos en todos los post, por un tiempo, para que nos vayamos acostumbrando, hay que hacer lo siguiente:
Cuando se termina lo que estais leyendo clickea en "leer más..." y ahí se abre la continuación del post y cuando terminas clickea en Volver y de ese modo regresas al inicio y puedes seguir viendo el blog.
Es facil, ahora a leer el post, que es lo importante.
Gracias a la difusión que nos brinda la libertad de expresión existente en la mayoría de los países, es que el mundo entero se entera de muchas cosas y La Barca es una prueba de ello.
Durante un tiempo hemos intentado que tú y muchos otros nos conocieran, no por un vedetismo infantil, sino porque esa fue la forma que elegimos para que supieras que tenías un espacio virtual de reflexión, donde podrías sentirte contenido, informado, acompañado y que fundamentalmente podrías expresarte con absoluta libertad.
Muchos entendieron nuestro mensaje misericordioso y que sólo pretendía servir, carente de figuraciones y de falsos protagonismos y difundieron y difunden nuestro mensaje, pero como era esperable a algunos les molesta que les contemos las cosas.
Por eso, quizás, es que nos empezaron a pegar (cibernéticamente hablando, obvio) y al principio nos dedicábamos a responder, como un mecanismo necesario de fijar posiciones y hasta decíamos quieres eran, con lo cual, de paso, le hacíamos publicidad a sus blogs.
Pero, nos siguen pegando, con lo cual buscaremos caminos alternativos para que a más personas les llegue nuestro mensaje, perder el tiempo, que dicho sea de paso, nos resulta bastante escaso.
Algunos otros se quejan de los estados laicos que pretenden, por activa o por pasiva, limitar a la religión al ámbito privadísimo de las Iglesias y pretenden hacer lo mismo con nuestra problemática, generando una dicotomía difícil de entender, quizás por eso nos siguen pegando.
Para solucionar esto es que hace falta que entre todos, al menos entre los que crean que este espacio, aunque muy mejorable, es medianamente aceptable, que lo difundamos entre aquellos que, independientemente de su estado civil, entiendan que muchas formas de llegar a Dios.
Nadie tiene el patrimonio exclusivo de la santidad, y en definitiva no estamos ex comulgados ni muchísimo menos, a ver si se entiende de vez que estamos unidos indisolublemente a la Iglesia por nuestro bautismo, y no por ninguna concesión gratuita de nadie.
Porque no podemos no comulgamos, al menos la mayoría, mientras que no emitimos juicios de valor sobre los que comulgan aún no pudiendo del todo, lo que sucede es nosotros llevamos un cencerro que suena fuerte, nos guste o nos guste.
Por todo esto es que nos siguen pegando y cuantos más seamos los que digamos PRESENTE, más nos pegarán.
Nada imprevisto, siempre las cosas fueron así con la mayoría de los temas, a lo largo de la historia de los últimos 20 siglos, aunque a veces cansa un poco, que nos sigan pegando.
Le escribo por este medio, sin complejos ni pre conceptos pueriles, con la casi plena seguridad que Usted nunca llegará a enterarse del contenido de la presente, salvo que algún piadoso villenense, estudiante de doctorado, o algún otro visitante ocasional de la Santa Sede se la haga llegar, pero como decía un Santo nacido en Barbastro (Huelva): “Haz lo que debas, a...unque debas lo que hagas” y a eso vamos.
Me tomo el atrevimiento de dirigirme a Usted desde las antípodas del pensamiento (futbolísticamente hablando, obvio, aunque estemos en la B Nacional, Huracán, existe) tal como lo hice hace más de 10 años y en ese momento para mi sorpresa tuve una respuesta elocuente, nada de palabras huecas, nada de dilaciones estériles, actos concretos, hechos reales.
Bastó una Audiencia casi inmediata con el Obispo Auxiliar a cargo de la Pastoral Familiar en la Redonda de Belgrano y si no hubiera sido por mi cruzada del charco, seguramente desde varios años esa idea hubiera tomado cuerpo, hubiera visto la luz y, quizás, hoy muchos nos sentiríamos partícipes de un muy interesante ámbito de reflexión y contención.
Como no le di las gracias en su momento, tarde pero seguro, aprovecho la oportunidad para hacerlo. Nobleza obliga.
También le escribo desde el conocimiento, casi en primera persona, de sus apoyos a un hermoso y colorido movimiento, nacido en Palma de Mallorca y difundido en todo el mundo, con relación a una apertura muy acorde a los tiempos, aunque por razones estatutarias (obviamente modificables) no hayan considerado posibles sus sugerencias, ha sido otra verdadera lástima.
Se podría haber brindado contención y felicidad a muchos, pero las cosas son como son y quizás en el futuro la apertura, el aggiornamiento y la comprensión sean elementos que algunos puedan tener en cuenta y seguramente contarán con el respaldo de quienes corresponda.
Imagino, sin demasiada inteligencia, que el camino que deberá recorrer será cualquier cosa menos fácil, que como dice San Lucas en su capítulo 10, "la mies es mucha y los obreros pocos", al menos los que estén realmente dispuestos a poner cada cosa en su lugar, pero al aceptar la decisión del Cónclave eso ya lo sabía, así que ahora sólo resta hacer y confiar en la Divina Providencia.
Su estilo claro, cercano, agradable será un buen elemento para "caminar, edificar y confesar" como magistralmente nos ha señalado el derrotero y es dable creer que por esa huella será un desafío alucinante caminar, sin necesidad de demasiadas cosas extras.
Los temas siempre pendientes son muchos, todos importantes y según con quien uno hable o que periódico lea parece que todos necesitan una respuesta inmediata, ejemplarizante en algunos casos y de estricta justicia en otros, pero realmente cada cosa deberá esperar su turno y esa Iglesia a la medida de cada uno, esa Iglesia que reivindique al Evangelio según San Yo, esa Iglesia inmediatista del Llame Ya, es una Iglesia que no existe y que seguramente no existirá, así que no se preocupe, mientras tanto ladrarán y esa será la señal inequívoca que cabalgamos.
A pesar de todo me atreveré a llamar su atención en un tema que a varios, diseminados por todo el mundo, nos ha tocado la lamentable situación de romper nuestros matrimonios y en algunos casos la bendición de tener una nueva posibilidad y hemos encontrado en la Exhortación Apostólica Familiris Consortio una luz de esperanza, aunque luego de más 30 años de esa hermosa Encíclica de SS Juan Pablo II, quizás algo más se pueda hacer, tal como se ha planteado en varios Sínodos.
El acceso a los Sacramentos es pan de vida y bebida de salvación y aunque cueste creerlo, son muchos los famélicos que verían con sumo agrado que de una manera concreta se los tuviera en cuenta y para eso contamos con Usted, con su comprensión, con su cordialidad, con su buen hacer y recordando a San Mateo (7.7) resuena en los oídos, en el cerebro y en los corazones aquello de:”Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” y esto renueva la ilusión y esperanza, esa segunda virtud teologal que algunas veces el ajetreo de lo cotidiano nos hace olvidar.
La Comunión Espiritual es reconfortante, es un paliativo hermoso, es un acto de cercanía que hace vibrar el cerebro y que acelera las pulsaciones, pero convengamos que no es lo mismo ni mucho menos y de eso pueden dar testimonio elocuente quienes a lo largo de los años se quedan de rodillas en los reclinatorios, con rostros compungidos y dolor en el corazón.
Sabemos que el camino será largo, que los obstáculos se multiplicarán a cada paso, que entre las urgencias de unos y la laxitud de otros algunas cosas se podrán complicar, pero también sabemos que si bien no hay rosas sin espinas, quizás algún día podamos decir que no hay espinas sin rosas.
Me despido con la inconmensurable convicción que: Cristo, cuenta contigo y nosotros con su Gracia.
Dios guarde a Su Santidad
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