Algunas cosas se pueden y otras no, y sobre las que no se pueden alguna vez podremos tener una opinión formada, y como tantas otras, quizás un día sean diferentes, al menos en algunos casos.
Hace algunos años compramos un coche, fue nuestra primera inversión en Europa, con mucha alegría y sin ningún esfuerzo, ya que sacamos un préstamo personal a sola firma a pagar en 5 años y lo con la alegría que nos embargaba fuimos a la aparroquia y pedimos que nos lo bendijeran, para que lo disfrutaríamos en familia, con salud y felicidad.
Obviamente, en nuestro primer paseo, íbamos muy felices con nuestro coche bendecido.
Al tiempo viajamos a El Vaticano y un domingo fuimos a la Plaza de San Pedro, hermosa, llena de gente, aunque escuchando misas en otras Iglesias no encontramos tanta feligresía, y ahí SS Benedicto XVI, nos bendijo a nosotros y otros varios miles de personas con todos los objetos que cada uno llevaba.
Nos volvimos pletóricos de emoción, fue maravilloso tener recuerdos materiales de nuestra fe con semejante bendición.
Las vueltas de la vida nos llevaron a mudarnos y quisimos vivir en casa también bendecida, ya que sería al menos por 5 años la residencia de nuestra familia si cada día bendecimos nuestra mesa, si rezamos en familia, ¿porque no vivir en una casa que estuviera bendecida?
Para no molestar, lo hablamos en la parroquia, bendijeron agua especialmente para nosotros y la pusimos en un canterito, que habíamos traído bendecido de El Vaticano.
También fuimos a un pueblo cercano, donde se celebraba la fiesta San Antón, patrono de los animales y nos emocionamos cuando el párroco bendijo a Paca, la tortuga de nuestra hija, y tras nuestro a muchos otros digno exponentes del reino animal, de 2 y 4 patas y de diferentes tamaños, todo la bajo la sonriente y atenta mirada del Alcalde.
Como imaginaran, todo esto se lo contamos por algo.
Nuestra casa (bien inmueble) pudo ser bendecida, nuestro coche (bien mueble) pudo ser bendecido, nuestros objetos pudieron ser bendecidos, nuestra tortuga (reino animal) pudo ser bendecida, pero nuestras alianzas NO, que pena.
Seguramente si no fuera por nuestra unión tendríamos otro coche, más pequeño, viviríamos en una casa con menos dormitorios, y quizás nunca hubiéramos tenido una tortuga, y todo eso lo tenemos sólo porque somos una familia y el símbolo de nuestra unión, de nuestro compromiso, de nuestra esperanza, de nuestro proyecto de presente y de futuro, no se puede bendecir.
Aunque no lo sabemos, quizás nuestra familia si pueda ser bendecida, pero la unión que la genera, potencia, sostiene, nutre y le da vida a esa familia no, algo realmente doloroso.
Quizás sobre ese tema también, alguna vez cambie algo.
Hace algunos años compramos un coche, fue nuestra primera inversión en Europa, con mucha alegría y sin ningún esfuerzo, ya que sacamos un préstamo personal a sola firma a pagar en 5 años y lo con la alegría que nos embargaba fuimos a la aparroquia y pedimos que nos lo bendijeran, para que lo disfrutaríamos en familia, con salud y felicidad.
Obviamente, en nuestro primer paseo, íbamos muy felices con nuestro coche bendecido.
Al tiempo viajamos a El Vaticano y un domingo fuimos a la Plaza de San Pedro, hermosa, llena de gente, aunque escuchando misas en otras Iglesias no encontramos tanta feligresía, y ahí SS Benedicto XVI, nos bendijo a nosotros y otros varios miles de personas con todos los objetos que cada uno llevaba.
Nos volvimos pletóricos de emoción, fue maravilloso tener recuerdos materiales de nuestra fe con semejante bendición.
Las vueltas de la vida nos llevaron a mudarnos y quisimos vivir en casa también bendecida, ya que sería al menos por 5 años la residencia de nuestra familia si cada día bendecimos nuestra mesa, si rezamos en familia, ¿porque no vivir en una casa que estuviera bendecida?
Para no molestar, lo hablamos en la parroquia, bendijeron agua especialmente para nosotros y la pusimos en un canterito, que habíamos traído bendecido de El Vaticano.
También fuimos a un pueblo cercano, donde se celebraba la fiesta San Antón, patrono de los animales y nos emocionamos cuando el párroco bendijo a Paca, la tortuga de nuestra hija, y tras nuestro a muchos otros digno exponentes del reino animal, de 2 y 4 patas y de diferentes tamaños, todo la bajo la sonriente y atenta mirada del Alcalde.
Como imaginaran, todo esto se lo contamos por algo.
Nuestra casa (bien inmueble) pudo ser bendecida, nuestro coche (bien mueble) pudo ser bendecido, nuestros objetos pudieron ser bendecidos, nuestra tortuga (reino animal) pudo ser bendecida, pero nuestras alianzas NO, que pena.
Seguramente si no fuera por nuestra unión tendríamos otro coche, más pequeño, viviríamos en una casa con menos dormitorios, y quizás nunca hubiéramos tenido una tortuga, y todo eso lo tenemos sólo porque somos una familia y el símbolo de nuestra unión, de nuestro compromiso, de nuestra esperanza, de nuestro proyecto de presente y de futuro, no se puede bendecir.
Aunque no lo sabemos, quizás nuestra familia si pueda ser bendecida, pero la unión que la genera, potencia, sostiene, nutre y le da vida a esa familia no, algo realmente doloroso.
Quizás sobre ese tema también, alguna vez cambie algo.
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